Figuras, inválidos y aburrimiento

Hay ocasiones que con el título bastaría para dar la idea exacta de lo visto en la plaza. Y esta es una de ellas. Pero, en fin, habrá que llenar un folio. Empezaremos diciendo que todo transcurrió sin emoción, como un trámite a cumplir por estos toreros-funcionarios, que fueron incapaces de hacer ni un solo quite, por ejemplo, ni dar un solo capotazo de calidad. Claro que con semejante ganado de inválidos que envió Antonio Ordóñez poco podía esperarse. Ya se sabe: figuras, inválidos y aburrimiento.El más perjudicado fue el pundonoroso y honrado Ruiz Miguel que casi casi tiene que ganarse los contratos cada tarde y que ha demostrado que puede con cualquier divisa. Hoy estuvo intentando hasta la saciedad quedar bien. Pero era imposible con tales enemigos. Otro es el caso de sus compañeros, que tienen asegurado el torear tarde tras tarde con independencia de sus méritos. Así, Manzanares ante su primer enemigo que era además el menos inválido de todos, intentó engañar al público con sus clásico unipase, citando a pitón contrario con el pico y sin embarcar al animal ni darle salida. En el segundo hasta se puso pesado y sufrió un desarme. Habrá que olvidar lo de "fino torero alicantino", si es que lo fue alguna vez.

El Niño de la Capea, en el tercero de la corrida hasta se permitió el lujo de dudarle en la cara, sin por ello correr ningún peligro, ante semejante porquería de astado. En el que cerraba plaza, estuvo decidido y con ganas, sacando algunos pases a media altura y matando de una buena estocada que le llevó a conseguir una fácil oreja. La gente no quería irse de vacío.