Los bailarines del Moisseiev cabalgan de nuevo
Quince años después de su presentación en España y a un cuarto de siglo de su apoteósica irrupción en Occidente, "los Moisseiev" cabalgan de nuevo por el Palacio de los Deportes, con sus espectaculares saltos, sus magnéticos semicírculos de bailarines y sus alegres mocitas de mejillas sonrosadas.Una primera observación: el público no es ya tan numeroso como antaño y los aplausos no son tan prolongados ni enloquecidos como entonces. Diríase que sin Franco, los Moisseiev tienen menos sabor. Porque ellos no han cambiado: apenas algún número nuevo entre la docena de presentados y la apoteosis final sigue estando a cargo de las "danzas polovsianas" de la ópera de Borodin, "El príncipe Igor", como ocurría con los ballets rusos de Diaghilev, de los que fue -en versión de Foquine- el éxito constante.
Ballet Moisseiv, conjunto académico estatal de danza nacional de la URSS
Director: Igor Moisseiev. Palacio de los Deportes de Madrid. Inauguración, domingo 5 de septiembre de 1982.
Méritos de Igor
No es cuestión de ponerse a discutir ahora los méritos de Igor Moisseiev como coreógrafo y organizador de espectáculos. Su dominio del movimiento escénico es completo, en la ocupación del espacio y en la dosificación del ritmo, y su influencia ha sido inmensa dentro y fuera de la Unión Soviética. Pero una vez digerida esa teatralización extrema de la danza -que por lo demás, tanto debe a las investigaciones sobre el movimiento que desarrollaron en los años treinta Labal y sus seguidores-, cabe preguntarse qué fue de la danza popular en este show, que hoy parece tener mucho más que ver con el music-hall a gran escala que con ningún resto de tradición popular.Sabido es que Moisseiev ganó la batalla artística, frente a los puristas del folklore, desde 1937, en que pudo fundar esta compañía, cuya intención fue desde el principio la de crear ballets nuevos inspirándose en los distintos tipos de danzas populares y nacionales de las repúblicas de la URSS.
Rutina de los pasos
El problema es que con el paso del tiempo, lo que antes era teatralización de los bailes populares se ha convertido en montajes que utilizan rutinariamente una serie de pasos y saltos extraídos de las danzas de algunas regiones y que se meten en coreografías -que en la fase actual ya no se sabe si son del propio Moisseiev o de las que aparecen como coreógrafas, Aleekseva y Mijaílovna- basadas primordialmente en la danza académica y que, en todo caso, no tienen gran interés, como el Un día en la pista de patinaje, montado sobre valses vieneses y de diversa procedencia, que cerró la primera parte del espectáculo en Madrid.Cuando, sin embargo, se guarda algo de la verdad de una danza popular, como en la danza de mujeres Tadzika, del Asia Central, la magia parece volver al escenario y no gastarse nunca.
Los ciento y pico bailarines del conjunto siguen, por su parte bailando con la misma precisión y la misma sonrisa. El amaneramiento de la fórmula no parece afectarles.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.