_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ser y no ser del comunismo chino

El problema con el que se enfrentan los chinos en este momento es el de cómo no ser comunistas sin dejar de serlo. Si se retrocede un poco para considerar esta psicosis con más perspectiva, se verá que atañe a los comunistas en general, chinos o no; y un paso más atrás nos dejará ver que se presenta en forma parecida en otras actitudes ideológicas, políticas o religiosas. En los tiempos isabelinos, el dilema tenía la simpleza con que lo presentaba Shakespeare: ser o no ser. Ahora se trata de ser algo definido siendo al mismo tiempo lo contrario, y de cómo hallar fórmulas de cohonestar elementos contradictorios. Algunos predecesores de lo que ahora es vulgar y diario lucharon hace ya años en este empeño: Wilhelm Reich murió loco y encarcelado en Estados Unidos porque creyó haber encontrado el lazo de unión entre marxismo y psicoanálisis, y Teilhard de Chardin alcanzó una beata transparencia en la seguridad de que había unificado el evolucionismo con el Génesis.Para los chinos de ahora el problema se presenta con bastante facilidad práctica. El poder chino tiene las armas, la justicia y la propaganda: es, por tanto, dueño de la semántica, y todo esto puede reducirse a una cuestión de semántica. Van a producir una amplia reforma institucional en el XII Congreso, que comienza el 1 de septiembre: será refrendada en forma de nueva Constitución en la Asamblea Popular Nacional convocada para noviembre. En tanto que régimen comunista, tiene todas las facilidades para decidir de antemano lo que van a aprobar el Congreso y la Asamblea; es, por tanto, su condición de país comunista lo que le permitirá no ser comunista, pero sin dejar de serlo.

Más información
El próximo congreso del PC chino marcará la retirada de Deng Xiaoping

Dirección colegiada

Una de las medidas que van a salir de estos organismos es la supresión de la presidencia del partido y la desaparición del Politburó. El centro del poder estará en el secretario general: en el caso concreto de la actualidad china no hay oposición de funciones, puesto que los dos cargos, el de presidente y el de secretario general, los tiene una sola persona, Hu Yaobang, quien a su vez no es más que el brazo derecho de Deng Xiaoping, que oficialmente es sólo el vicepresidente, pero que en la realidad es quien coloca en los cargos a sus protegidos y quien determina la línea del partido. Como en este caso.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El cargo de secretario general es el característico y tradicional de los partidos comunistas. Por tanto, China refuerza su carácter comunista. Pero el secretario general se apoya continuamente en el Politburó: es su razón de ser y dirigir. Por consiguiente, al suprimir el Politburó, China se aparta del comunismo. Tratará, en cambio, de ampliar la Secretaría General, y en este caso ampliar la semántica de la "dirección colegiada". Además -si todo se desarrolla según lo que se cree saber-, el Congreso va a inventar una nueva institución: un comité consultivo. Van a ir a parar a él todos los viejos camaradas, todos los antiguos dirigentes, quizá los sobrantes del Politburó (que ahora está compuesto por doce personas). Los sinólogos entienden que no va a tener ninguna influencia en la vida del partido ni en la de la nación: como todos los comités consultivos. Un Senado... La gracia de esta figura es que puede encerrar en su círculo a los grandes comunistas, pero sin que intervengan en la vida del comunismo.

Es, una vez más, la fórmula para dejar de ser comunista y serlo al mismo tiempo. Y al mismo tiempo puede aparecer otro organismo: un comité de disciplina, encargado de velar por la moral comunista y la fidelidad al partido. Podría resultar una forma de depurar a los que fuesen demasiado comunistas para ser suficientemente comunistas. Y a todo esto se le llama centralismo democrático.

Quizá la reforma más importante de todas sea la propuesta de separación del Ejército y el partido. El Ejército Popular, nacido del pueblo, como el partido mismo,. es una de las tesis que Trotski no pudo desarrollar bien en la URSS -no le dieron tiempo-, pero que China mantuvo con seguridad en todas sus etapas. Después del XII Congreso desaparecerá el organismo del partido que dirige el Ejército, y éste pasará a depender estrictamente del Gobierno. Es -si se llega a producir- una revolución.

Es evidente que China necesita ser comunista y al mismo tiempo no serlo. Necesita de unas condiciones de trabajo, de una dirección total de la sociedad y de una disponibilidad de los ciudadanos que es característica del régimen comunista. Y puede utilizar esta fuerza, todavía gigantesca, para avanzar hacia una sociedad no comunista, con otros sistemas de producción industrial, de relaciones internacionales, de comercio, de alianzas, que no son comunistas. Las fórmulas que va a producir el Congreso y que la Asamblea Popular Nacional refrenderá en forma de Constitución son, sin duda, hallazgos en un camino que no se detendrá ahí.

Contradicciones cotidianas

No es China la primera fuerza, ni será la última, en emplear esta semántica. Reagan enseña cómo no ser demócrata sin dejar de serlo; los gobernantes socialistas de Europa, cómo ser socialistas sin socializar, y los comunistas, cómo ser comunistas sin ser revolucionarios. Cada ciudadano puede mirarse al espejo y descubrir sus contradicciones de cada día: cómo ser feminista sin dejar de ser machista, cómo ser de izquierda con un comportamiento de derecha o cómo creer en la juventud sin dejar moverse a sus hijos. El catálogo es infinito. Cada uno debería hacer su test. Sin ánimo de enmienda, se comprende. Son condiciones de nuestros contemporáneos.

Hay quien puede objetar a todo esto desde un punto de vista moral, desde la óptica de la mera honestidad. Será que no ha aprendido bien la lección de nuestro tiempo: cómo se puede ser honesto y deshonesto al mismo tiempo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_