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El imperio del naviero italiano Achille Lauro, a subasta

Un imperio está a punto de hundirse en Italia: terrenos, edificios y propiedades pertenecientes al armador Achille Lauro, ex senador y ex alcalde de Nápoles, van a ser subastados para pagar sus deudas más apremiantes.Le llaman el comandante. Después de la guerra mundial fue aclamado como el rey de Nápoles. En sus tiempos de esplendor llego a tener más de cien barcos, 5.000 marineros y centenares de trabajadores a sus órdenes.

Hoy, a sus 95 años de edad, vive refugiado en una lujosa villa de la costa amalfitana, en el sur de Italia, en compañía de su joven esposa y un hijo adoptivo vietnamita.

Achille Lauro, recibió altivamente al liquidador judicial que se presentó en su casa con las cuentas de su imperio económico: "Las deudas han sido contratadas en mi nombre y deben ser satisfechas. Vendedlo todo si es preciso".

Las cuentas que le presentó el liquidador judicial son abrumadoras: unos 5.500 millones de pesetas son necesarios urgentemente para pagar diez meses de salarios atrasados, de sus empleados y las indemnizaciones por el despido de ochocientos trabajadores del sector de cruceros turísticos. Otra cantidad similar tiene que ser destinada para pagar a acreedores y abastecedores.

Las principales causas del hundimiento del imperio Lauro se deben a fallos en la gestión, inversiones erróneas y negativa a modernizar sus empresas.

La historia de Lauro se inicia cuando a los 12 años se embarca como grumete cerca de Sorrento. Cuando concluye sus estudios hereda un barco, con el que se dedica a recorrer los mares dedicándose a todo tipo de tráfico.

Sus primeros éxitos económicos están estrechamente vinculados al ascenso del fascismo en Italia. Al finalizar la guerra fue encarcelado. Después reanudó sus negocios. Tras solicitar su ingreso en el Partido Comunista, petición que fue rechazada con indignación, reorganizó el Partido Monárquico, en cuyas listas fue elegido alcalde de Nápoles en 1 952.

Entonces se inicia en esta ciudad un sombrío período de clientelismo y de corrupción. Sus agentes electorales recorrían las calles napolitanas, distribuyendo alimentos y también zapatos de un solo pie, así, como billetes de mil liras cortados en dos. El zapato parejo y la otra mitad del billete se entregaban después de haber votado.

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