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Entrevista:

D'Onofrio: "Los nuevos ministros serán más hombres de Gobierno que de partido"

Juan Arias

Giovanni Spadolini ha conseguido poner de acuerdo a. los cinco partidos de la mayoría para formar un segundo Gabinete pentapartido de centro-izquierda. Los líderes democristiano. socialista, socialdemócrata, liberal y republicano han acordado "Una plataforma idónea para dar vida al nuevo Gobierno". Spadolini espera presentar mañana en el Quirinal a sus nuevos ministros.

Los socialistas han aceptado porque, según ellos, se trata de un Gobiemo "igual, pero distinto". Igual en cuanto a los partidos que lo apoyan, distinto porque será un Gobierno que planteará, como objetivo primario, la reforma de las instituciones. Y también porque debería ser esta vez un Gobierno diferente en la composición de sus ministros, que no deberían ser impuestos, como antaño, por los partidos y sus corrientes, sino elegidos autónomamente por el presidente encargado, según el artículo 92 de la Constitución, que es lo contrario del famoso Manual Cencelli, de la Democracia Cristiana, que adjudica matemáticamente a cada grupo interno de presión un coeficiente rígido de ministro y de subsecretario. Hasta el milésimo. Pero, ¿será así esta vez?.Para saber si en realidad esta vez habrá o no algo nuevo en este aspecto EL PAIS ha entrevistado al catedrático de Jurisprudencia de la Universidad de Roma, Francesco D'Onofrio, brazo derecho del nuevo secretario democristiano, Ciriaco de Mita, y responsable de las administraciones locales, provinciales y regionales.

Pregunta. Este es el primer Gobierno que se forma bajo la secretaría del joven y dinámico Ciriaco de Mita, considerado la revelación de la Democracia Cristiana. ¿Se hará esta vez el milagro de un Gobierno formado al margen del Manual Cencelli?

Respuesta. La respuesta no es fácil, porque sería necesario profundizar en la verdadera lógica del Manual Cencelli. Nosotros hemos discutido mucho estos días sobre los criteríos que habrán de seguirse para la formación del nuevo Gobierno. Y creemos que en un sistema parlamentario como el italiano, en el cual los partidos están previstos por la Constitución, cuando nace un Gobierno con la certeza de tener el apoyo de los grupos parlamentarios, éstos tienen el derecho de manifestar sus preferencias también para los ministros. Porque la confianza en el sistema italiano no se da sólo al presidente, que escoge los ministros, sino al presidente y al Gobierno. El Gobierno que nace no es un Gobierno del presidente, sino un Gobierno de la mayoría parlamentaria. La Democracia Cristiana tiene, pues, el derecho de pactar sus ministros con el presidente. Por eso si me pregunta si en el nuevo Gobiemo habrá ministros que pertenecerán a la izquierda, a la derecha y al centro del partido, le digo que ciertamente será así. La novedad consistirá esta vez no tanto en abandonar el Cencelli, sino más bien en la cualidad de los ministros que presentará la nueva secretaría y su disponibilidad para ejercer de ministro y no de hombre de partido mientras esté en el Gobierno.

P. Usted, que es un jurista, ¿cómo explica que de repente todos los partidos hayan aceptado el decálogo de reformas institucionales presentado por Spadolini, reformas que dormían desde hace años en el Parlamento?

R. En realidad ha sido una decisión rapidísima de la Democracia Cristiana, que en dos horas quitó al partido socialista las armas de las elecciones. La dirección socialista había dicho no a Spadolini, pero al mismo tiempo había dicho que no pasaba a la oposición, que esperaba respuestas nuevas. Antes de dos horas, la dirección democristiana, reunida urgentemente, presentó la idea de un Gobierno nacido para llevar a cabo esa gran reforma institucional que desde hacía dos años predicaba Bettino Craxi, y que, por otra parte, no atemoriza a la nueva secretaría política democristiana. Los socialistas no podían decir que no sin contradecirse.

P. En esta crisis, por primera vez, los comunistas empiezan a salir de su aislamiento y hasta manifiestan estar dispuestos a apoyar un Gobierno del presidente aunque no participen directamente, lo que supone el arrinconamiento de viejas directrices. ¿Piensa que este cambio puede deberse, al nuevo clima creado por la secretaría democristiana de De Mita.?

R. Lo cierto es que el Partido Coníunista italiano vive en este momento una situación muy compleja. Desde que prácticamente ha roto con la Unión Soviética, su proceso de revisión es mucho más rápido. En el interior de este partido existen tres líneas muy claras, aunque no confesadas públicamente: la que prefiere una alternativa de izquierdas con el partido socialista, en términos de socialdemocracia europea muy fuerte una segunda, representada por el secretario Enrico Berlinguer, que aún no ha abandonado claramente la política del compromiso histórico. La tercera línea, que es aún fuerte en el partido, es la que pieñsa que es necesarió esperar a que se derrumbe el actual sistema democrático para implantar un modelo más o menos soviético. Yo creo que esta línea sigue aún viva dentro de muchos dirigentes del partido. Estas tres línéas están enfrentándose en este momento y esperan al congreso para una clarificación.

Por lo que se refiere a las relaciones de la nueva secretaría democristiana con los comunistas pienso que De Mita tiende a aceptar finalmente, y de verdad, el principio de que la existencia de una álternativa de Gobierno supone la realizacíón de la democracia. Y considera que es necesaria la colaboración de todos, incluidos los comunistas, para elaborar las reglas que permitan a Italia dotarse de esa democracia realizada. Para esto, el partido comunista puede ser combatido para quitarle votos, cosa muy difícil por sus profundas raíces en el tejido social, o bien reconquistándolo para un nuevo pacto constitucional que no prevé un Gobierno común entre comunistas y democristianos, sino la común aceptación de la alternanza como regla de la democracia moderna. Por otra parte, será necesario que el partido comunista abandone la idea de que la izquierda por sí misma es el bien absoluto, mientras la Democracia Cristiana es el mal absoluto. Es decir, la idea de De Mita es conseguir una desdogmatización del partido comuñista en la medida en que se lleva a cabo el proceso de laicización de la Democracia Cristiana.

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