El arte de menear el solomillo

"Me habéis dado la tarde, pero a mí nadie me quita de menear el solomillo con arte, en cuanto sus vayais". Decía en el tendido el tío del bastón. La gente le llamaba el tío del bastón porque lo llevaba, pero sobre todo porque lo enarbolaba. Lo enarboló ayer unas cuantas veces para decirles a los toreros las verdades del barquero. El único que se libró de ellas fue Luis Miguel Arranz, quien rejoneó con acierto, y el que se las llevó casi todas fue Paco Robles, que arribó respondón.Paco Robles, en fasto de alternativa, se vestía de luces por primera vez en lo que va de temporada. Dicen que el que no torea el día de la Virgen no es torero. Este ya no tan joven placentino ha logrado evitar el estigina que acarrea el dicho pero será difícil que consiga superar los efectos de su desafortunada actuación.

Recibía a los toros con aparentes pocas ganas de recibirlos y, perdido el capote -que lo perdía, no sabemos cómo se las arreglaba para perderlo siempre-, tenía que escapar por pies. Su sexto toro resultó de condición huído, y ya eran dos huídos en el ruedo. Lo.lidió fatal, si es que lo lidió. Y pese a la lidia mala, el manso llegó bueno a la muleta. Robles sorprendió con una serie de derechazos decorosos, y el primer sorprendido debió ser él mismo, pues de súbito se puso fuera de sí y levantisco. Mas no con el toro, como sería de razón, sino con el público.

Uno del tenelido, entre muchos que le gritaban, optó por perder el tiempo, aconsejándole. ¡Adelanta la muleta de una vez!". Y Robles respondió adelantándole un exabrupto. Pero adelantar la muleta, eso no, ¡qué va.! Y el manso declarado que había resuelto ser bueno calamocheaba desconcertado sin saber dónde embestir. "¿Dónde embisto yo", le mugía al alguacilillo, "si este señor esconde la muleta?". Y el señor que escondía la muleta seguía encarándose con la gente, respingos de barbilla, braceos, "¡hijo-de-tal!". Se le entendía todo.Por retrasar hasta retrasó la muerte del toro, a base de pinchazos. Al de la alternativa, que tenía media arrancada, también se la retrasó, a base de golpearle con el verduguillo.

El que no torea el día de la Virgen no es torero, de acuerdo, pero no son toreros todos los que torean el día de la Virgen. Frascuelo, ayer padrino de alternativa, sí lo es. Se le ve con afición y recursos, aunque le contratan poco. Lanceó bien a la verónica -aunque se aliviara con el pasito atrás-, prendió con facilidad y valor pares de banderillas, dos de ellos al quiebro, y expuso en las faenas de muleta. Las dobladas con que las inició tenían hondura, y en el quinto se jugó el tipo cuando, la muleta en la izquierda, aguantaba las violentas embestidas.

Hizo los trasteos demasiados largos y por este motivo -y porque mató mal, desde luego- escuchó un aviso. Tampoco tiene excesiva importancia, sin embargo: cuando se torea poco, por algún lado han de salir el desentrenamiento y, al tiempo, el desmedido empeño en agradar. De cualquier forma, la corrida no pudo enderezarse con estas sanas intenciones de Frascuelo, ni tampoco con el buen toreo a caballo de Luis Miguel Arranz, a quien correspondieron dos mansos, que galopaban despavoridos hacia tablas cada vez que sentían el escozor de los rejones.

En conjunto nos dieron la tarde, esa es la verdad. Mas en cuanto acabó la función, de ano checida, los del, tendido saltaron a la arena para echar una pieza marcarse un chotis o menear el solomillo con arte, como el tío del bastón. La empresa había or ganizado verbena en el ruedo, por ser la Virgen de La Paloma, y un mantón de la China nos van a regalar. Lo cual será otro año; este, un televisor a color, por sorteo.