El Congreso Mexicano del Trabajo, en sesión permanente ante la oleada de aumentos de precios

El Congreso Mexicano del Trabajo, que agrupa a más de nueve millones de obreros sindicados, se ha constituido en sesión permanente ante la situación provocada en el país por la decisión gubernamental de subir un 31% los precios de la gasolina, la electricidad, el gas de uso doméstico, el pan y las tortillas de maíz, alimento básico para los sectores más deprimidos.

Las alzas de los combustibles y la electricidad ya han originado una reacción en cadena que amenaza con desbordar los cálculos más pesimistas del Gobierno, que en ningún caso había previsto para este año una inflación superior al 60%, frente al 28,7% del ejercicio anterior.El presidente del Congreso del Trabajo, José Luis Dorantes, ya ha adelantado que "el movimiento obrero no está dispuesto a hacer más sacrificios", lo que supone un anticipo implícito de reajustes salariales. Esto es algo que el Gobierno trata de impedir para no entrar en una dinámica infernal que llevaría a una inevitable argentinización de su economía.

La decisión de autorizar subidas tan importantes en los cinco productos citados fue anunciada el domingo por la Secretaria de Comercio. La gasolina normal pasaba de seis a diez pesos el litro, y la extra, de diez a quince (unas 33 pesetas).

Al no ser efectiva la medida hasta el día siguiente, los mexicanos se lanzaron en avalanchas sobre las gasolineras, de forma que a media tarde la mayoría tuvieron que cerrar por falta de existencias. La primera reacción fue que los taxistas cobraban ya al día siguiente el 50% más, sin ninguna autorización oficial que les respaldase.

Afectados los más pobres

Las tarifas eléctricas de consumo doméstico se elevaron en un 30%, frente a una subida del 50% en la electricidad de uso industrial. A esto se añade un alza progresiva del 2,5% mensual durante los próximos dieciséis meses, lo que convertirá el kilovatio / hora mexicano en uno de los más caros.El gas pasa desde 4,30 pesos el kilo hasta 5,10, además de un incremento mensual de diez centavos durante doce meses, lo que le coloca en 6,30 pesos para agosto del próximo año.

La subida quizá menos importante en términos económicos pero la que más inmediatamente ha afectado a las familias más pobres, es la de las tortillas de maíz, que de 5,50 pesos el kilo han pasado a costar once. El alza del pan ha sido también del mismo tenor, y todo eso mientras el Gobierno anuncia que México ha conseguido, tres años antes de lo previsto, su autosuficiencia en granos básicos.

El Gobierno mexicano ha justificado estas medidas en su intención de clarificar la economía nacional, reduciendo al mínimo los subsidios oficiales que permitían mantener tales productos muy por debajo de sus precios de coste. Así obtiene a la vez un importante ahorro del gasto público y evita recurrir a nuevos créditos exteriores cuando la deuda total del país alcanza 85.000 millones de dólares.

La reacción de los obreros ha estado dominada hasta ahora por la prudencia, pero en ningún caso se resignan a ser los eternos perdedores de la partida. El máximo líder sindical, Fidel Velázquez, ha dicho que la situación económica y social de México "es tan grave que es necesario meditar mucho antes de opinar". Para analizar todo el paquete de subidas que se viene encima se constituyó en sesión permanente el Congreso del Trabajo, azuzado por el temor de que las bases obreras puedan desbordar a los dirigentes.