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El jesuita español Carlos Pérez Alonso, secuestrado hace un año en Guatemala, está vivo

El jesuita español Carlos Pérez Alonso, residente en Guatemala desde hace más de diez años, fue secuestrado por desconocidos el 2 de agosto del año pasado. Según todos los indicios, la acción fue llevada a cabo por grupos paramilitares al servicio del gobierno militar. Algunas semanas después de su desaparición se anunció su puesta en libertad en algún lugar de la frontera con México. Sin embargo la noticia no fue confirmada y hoy sigue ignorándose el paradero del religioso español, aunque en medios que han seguido durante todo este año de cerca el caso se tiene la certeza de que se encuentra todavía con vida.

Hoy se cumple un año exacto de aquel domingo en el que Carlos Pérez Alonso, jesuita burgalés que llevaba diez años trabajando en Guatemala, salía, como todos los días, de decir misa en el hospital militar de Ciudad de Guatemala. Al parecer, varios desconocidos armados abordaron su coche frente al hospital, y le secuestraron limpiamente, sin dejar el menor rastro. Desde entonces, parece que a Pérez Alonso se lo haya tragado la tierra.Todas las indagaciones realizadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores español, así como por la Compañía de Jesús -el padre Pittau, asistente del delegado pontificio, se entrevistó personalmente con el nuncio del Vaticano en Guatemala-, han resultado inútiles. Ni rastro. Sin embargo, hay rumores sobre la posible causa de su secuestro y, por otra parte, personas bien informadas de Guatemala, que no desean identificarse por razones obvias, dan por cierto que Carlos Pérez Alonso vive. No se trata sólo de una esperanza o un sentimiento vago, aseguran con una gran firmeza, pero, sin querer revelar en qué basan esta certeza, afirman que el jesuita secuestrado está con vida y que es necesario mover todos los resortes posibles para lograr su liberación.

¿Por qué lo secuestraron?

Uno de los rumores que con más insistencia se corrió en Guatemala es el de que Pérez Alonso sabía demasiado. Según estas versiones, el mismo día del secuestro, al salir del hospital, entró por equivocación en una sala en la que encontró, torturado, al jesuita guatemalteco Luis Pellecer, secuestrado un mes antes, y al que todos daban por muerto y que reapareció después, arrepentido de su colaboración con la guerrilla. Según estas suposiciones, ésta sería la causa de que quisieran quitarle de en medio los mismos que lavaron el cerebro a Luis Pellecer.Por otra parte, una de las fuentes de Guatemala antes citada que da por cierto que Carlos Pérez Alonso está vivo, opina que es posible que haya sido un secuestro por equivocación. "Equivocación", dice este portavoz, íntimo amigo del jesuita secuestrado "que puede haberse producido por distintos motivos. Bien sea porque se equivocaron creyendo que era otra persona. O porque creyeron que Carlos tenía algún tipo de información que podría ser utilizada para otros fines. Y aquí se abre un abanico de posibilidades: desde la hipótesis que se ha manejado más habitualmente de que Carlos ha podido ser utilizado y secuestrado por fuerzas paragubernamentales, hasta la de que, y tampoco se puede excluir, haya sido captado por algún otro grupo".

Preguntada esta persona sobre si se refería a algún grupo guerrillero, respondió: "Quizá guerrillero, no sabemos."

-¿Por qué podría tener Carlos Pérez Alonso esta información?

-El trabajaba puramente en lo sacerdotal. Trabajaba, sobre todo, en estos campos: primero, un trabajo de parroquia, la de San Antonio, situada en un barrio pobre, una barriada de obreros. Y tenía un trabajo típicamente pastoral ,es decir, misa, confesión, visitar enfermos, etcétera. Aparte de eso, tenía otra forma de trabajo, interesante y desagradable, en hospitales. Estaba en el Roosevelt, el hospital más grande de Guatemala, y en el hospital militar. Al trabajar en este hospital, Carlos, obviamente, iba a visitar a los enfermos, a los heridos de toda clase, soldados que los traían allí medio rotos cómo pasa en todo hospital de sangre. Y, entonces, pudieran creer que, eventualmente, Carlos tenía un tipo de información que pudiera ser utilizada o interesante. Por otra parte, Carlos tenía acceso y se dedicaba también a un apostolado, que es bastante difícil, en cuarteles militares, y lo mismo se encontraba con un general que con el soldado más raso. Lo mismo era asequible para todos ellos Aquí una de las hipótesis que se barajan es que pudieran creer que Carlos tenía más información de la que realmente tenía y pudieron tomarlo para explotarlo. Por eso digo que, eventualmente, sufrió un secuestro por equivocación. Es una posibilidad.

Un jesuita compañero de. Pérez Alonso piensa que el motivo del secuestro, ocurrido en los sangrientos días del régimen del general Romeo Lucas García, en momentos en que, en poco tiempo, murieron o desaparecieron cinco sacerdotes en Guatemala, y las relaciones del Gobierno con la Iglesia eran tensas, podría ser un intento de conseguir que los jesuitas se fueran del país, ya que ciertos grupos tenían recelos contra ellos desde que, un año antes, tomaran postura colectiva en defensa de los derechos humanos en Guatemala.

Este jesuita, Emilio del Río, escribía a los pocos días del secuestro: "¿Por qué, Carlos, por qué? ¿Han querido herir a la Compañía porque ven en ella la denuncia de la situación atroz del país: de seis millones, los cinco millones de indios, en un atraso y pobreza inimaginable? ¿Por qué te han elegido a ti, que no te metías, al parecer, en nada? Te tenían más cerca; salías de decir misa a tus pobres soldados, y en ti herían más profundamente aún a la Compañía y a la Iglesia".

Un compañero de trabajo de Pérez Alonso, que volvió a España un año antes de la desaparición de éste, lo atribuye al poder incontrolado de las fuerzas paramilitares de Guatemala, que toman nombres como Triple A, El Rayo o Ejército Secreto Anticomunista. Para este jesuita, que volvió de Guatemala deseando "perdonar y olvidar", ésta es la modalidad peor del secuestro, que no tiene "otro objetivo que hacer desaparecer a la persona atrapada en manos contratadas por los que tienen un poder.

"No era un político"

Dicen de él los que le conocieron que Carlos Pérez Alonso no intervenía directamente en política. Un compañero, que le dirige una carta desde el periódico El Gráfico, de Guatemala, escribe algo parecido: "Nunca te metiste ni a dar tu opinión sobre unos ni otros, tú que nos recomendabas sabiduría y oración para tener el corazón en paz y seguir viviendo o haciendo el bien".Otra faceta personal destaca con mucha fuerza en los testimonios que se dan de él: casi todos coinciden en señalar la bondad como algo que le definía. Su hermana Mariasun dice. "No entendía ni de derechas ni de izquierdas. Simplemente era un hombre bueno. Para él todas las horas del día estaban dedicadas a trabajar por los demás. Apenas comía para dedicarse a todos". Otro compañero suyo insiste en lo mismo: "La faceta más relevante de Carlos el la bondad, y su carisma, el servicio. Cuando le conocí mejor fue en febrero del año 1976, a raíz del terremoto que asoló a Guatemala. En aquellos días tristes le vimos a Carlos incansable: de un lado a otro recorrió todo, Patzun, Patzitzia, El Quiché, San Martín, Jilotepeque, Zaragoza. Lloró, como lo hicimos todos, ante aquella tragedia, y llevó el consuelo y la bendición a miles de personas, las más sencillas, los pobres, sin casa y sin su gente. Su imagen fue siempre de un hombre limpio y sencillo, generoso y alegre, que quiere a todos y es querido, un sacerdote ejemplar".

El mejor testimonio de la labor desinteresada de Carlos Pérez Alonso entre los más abandonados de Guatemala es el recuerdo que guardan de él todos los que lo trataron. Son incesantes las cartas que escriben a la familia gentes de todo tipo, recordándole y pidiendo justicia.

"Hay que seguir luchando"

Hubo un momento de este año larguísimo en que se multiplicaron las gestiones para encontrar a Carlos Pérez Alonso, en que crecieron las esperanzas, dice su hermana. El golpe de Estado del 23 de marzo pasado, que puso en el poder al triunvirato de Ríos Montt, Maldonado y Gordillo, hizo esperar un cambio en las investigaciones.El general Maldonado, cuando tomó posesión de su cargo de ministro de la Gobernación, se declaró, ante la Prensa, radio y televisión, amigo personal del padre: Carlos y que "sabía lo buena persona que era". Maldonado prometió hacer una investigación a fondo del caso. Pero nada nuevo se logró y todo quedó en promesas.

Posteriormente, el padre Pittau viajó a Guatemala y describió el resultado de todas las investigaciones como "pesimistas y desalentadoras", después de hablar personalmente con el presidente Ríos Montt, con el cardenal y el nuncio. "Dicen", añade la hermana de Pérez Alonso, "que las noticias en Guatemala dan un poco el caso por perdido, pero el propio cónsul español en Guatemala, que ha venido hace unos días, nos dice que no hay ninguna prueba fehaciente que certifique que Carlos está vivo o está muerto. Por tanto, hay que seguir luchando".

- ¿Usted piensa que está vivo? -pregunto de nuevo al anónimo interlocutor de Guatemala.

-Sí -repite tres veces con fuerza-, está vivo. No solamente lo pienso.

-¿Qué datos tiene para asegurarlo así? -insisto. Veo en su cara que no puede concretar más, pero añade:

-Ha estado enfermo, pero en este momento está recuperándose. Quien dice esto, no cabe duda de que tiene datos que no puede o no quiere revelar.

Después de las promesas frustradas de Maldonado, le sustituyó en el Ministerio de la Gobernación el coronel Ricardo Méndez, y volvieron las esperanzas. La familia ha seguido haciendo gestiones y la última respuesta que ha recibido Pilar Alonso, madre de Carlos, es de fecha 5 de julio pasado, y la firma en Guatemala el propio coronel Méndez. En ella asegura que siguen los trámites, "a fin de dar con su hijo, esperando llegar a tener pronto una respuesta favorable para su persona".

El hecho de que las autoridades guatemaltecas no consideren todavía cerrado el caso puede ser una prueba más para añadir a la hipótesis, dé que Carlos Pérez Alonso está vivo.

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