Bagdad reconoce la progresión iraní tras la última ofensiva
El ataque lanzado por las fuerzas iraníes en la noche del pasado miércoles es, visto desde Bagdad, el más importante desde el inicio, el 13 de julio, de la ofensiva Ramadán.
El comunicado militar iraquí en el que se dio cuenta de la operación no era precisamente un boletín de victoria. Se afirmaba que "las tropas enemigas habían sido contenidas", pero admitía que habían conseguído penetrar alrededor de ocho kilómetros, con un frente de siete kilómetros de ancho, con lo que los combatientes islámicos se encuentran a mitad de camino entre la frontera y la ciudad de Basora.
Sucesivos comunicados de guerra emitidos ayer en Bagdad aseguraban que 1.100 iraníes resultaron muertos, gran número de ellos hechos prisioneros y 12 carros de combate destruidos. Diplomáticos occidentales y árabes estiman que, desde el principio de la guerra, en septiembre de 1980, hasta el pasado 13 de julio, hay 40.000 muertos entre los iraquíes y 150.000 entre los iraníes. Aseguran que de 15.000 a 20.000 iraníes han encontrado la muerte en ataques en los que sus enemigos sólo perdían 2.000 hombres.
La impresión entre los observadores es que los iraníes prefieren los choques frontales, porque no pueden sostener una guerra de desgaste, debido a sus dificultades logísticas. Sí pueden, sin embargo, permitirse tener medio millón de muertos entre los quince y veinte años, porque cuentan en su población con veinte millones de jóvenes menores de veinte años. Se repite en Bagdad la frase de que "cada muerto iraní es un parado menos, mientras que en Irak, cada soldado muerto representa una pérdida que afecta a una economía en expansión."
Los periodistas destacados en Irak siguen esperando la autorización del Gobierno para trasladarse hasta Basora. Un rechazo siginificaría que la situación es francamente mala.
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