Falló la casta de los Guardiola

El corazón que le ha echado Tomás Campuzano al trasteo instrumentado al sobrero de Pérez Angoso, le quita el protagonismo que con sus continuos desaciertos ha tenido el presidente de la corrida, comisario Benito. Primero concediendo una oreja verbenera a El melenas, que si había estado animoso, ni estuvo a la altura de la franca embestida del toro y además lo mató de pinchazo y media chalequera. En una plaza que se le quiere dar seriedad eso no se puede aceptar. Después mantuvo al tullido cuarto en la arena ante las evidentes muestras de su invalidez, pues se cayó repetidas veces. Para acabarlo de arreglar, incomprensiblemente devolvió al quinto a los corrales. Todo un rosario de desaciertos que debe atenuar en lo que queda de feria. Los nervios, en el palco, son el peor enemigo que puede tener un hombre.De la labor de los matadores, hay que resaltar el vibrante momento que logró Campuzano con el peligroso sobrero de Pérez Angoso, sus buenas maneras con el capote y sobre todo la estocada al quinto. Del mexicano Jorge Gutiérrez, sus dos toros no le permitieron hacer otra cosa, que mostrar sus ganas de agradar, sobre todo con el capote. Después con la muleta, no hubo forma. Y El melenas, con el mejor lote, y sobre todo con la clase del tercero, estuvo queriendo, pero sin llegar a centrarse.