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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Programa FACA, ¿apostamos por Europa o USA?

Entendemos que la industria armamentista no es solamente un conjunto de sofisticadas técnicas de defensa. Los que así piensan están descalificados moralmente para opinar sobre la importancia de la industria emparentada con estas decisiones militares.Un equipamiento en aviones cuya cuantía económica -330.000 millones de pesetas- nos parece tan importante que debe contar con una infraestructura de debate político, de información técnica y de garantías de aprovechamiento industrial capaz de hacer partícipe, no sólo al Gobierno, sino a otras instancias (partidos políticos, empresas, sindicatos...), pues la decisión va a tener sus consecuencias ineludibles sobre la política exterior, el desarrollo tecnológico e industrial de España y el nivel de empleo.

Debate político no se ha producido; sólo una parcial respuesta del Gobierno a la pretensión del PSOE de realizar un estudio más exhaustivo que respaldara la decisión a tomar y mediante la cual se confirmaron serios temores: sólo el Ministerio de Defensa y el Estado Mayor del Aire han participado en la selección del tipo de avión sólo se han evaluado los modelos americanos y en ningún momento se abre la puerta para que alguien pueda aportar sus ponderaciones sobre el proyecto de defensa nacional o sobre la política de alianzas. Es decir, se ha actuado como si éstos fueran conceptos susceptibles de ser cambiados cada año, o incluso en cada legislatura. UCD todavía no se ha enterado de que la política de defensa no es circunscribible a decretos-leyes o al juego de mayorías y minorías, y que es necesario responder a una política de Estado en la que participen otras opiniones comprometidas con el progreso político español.

En el plano político también la metodología para conseguir la información por parte del Gobierno se encuentra viciada por dos razones: ni el momento en que se va a adoptar la decisión es el adecuado, debido a la interinidad del Gobierno de UCD, ni quienes han asesorado en la decisión lo han hecho por unanimidad, a pesar de formar parte de la Comisión de Defensa, nombrada por decreto.

Para nuestra política internacional, la decisión es errónea; si estamos negociando nuestra entrada en la CEE, un elemento fundamental de las conversaciones ha de ser nuestro papel en la industria comunitaria. Sin embargo, con la determinación que, parece, va atomarse, desdeñamos el proyecto europeo en beneficio del norteamericano. De nuevo volvemos a convertirnos así en servidores de los intereses de las grandes empresas multinacionales estadonunidenses y cautivos de la agresiva política de Reagan, que hace a Europa depender industrial y tecnológicamente de USA. Vivo ejemplo de esta situación se está observando en las limitaciones a la financiación del Airbús, dificultando el desarrollo de la aeronáutica civil europea, en las presiones para reducir la exportación de acero a USA, o en la propia situación de las centrales nucleares.

Después de todo, existen aún dos condicionantes que no han sido evaluados. En primer lugar, comprando el avión americano tomamos partido por la liquidación de la industria aeronáutica europea alternativa. Pero, en segundo lugar, es necesario saber que la utilización de los aviones americanos contra algún aliado de USA podría contar con el veto del Senado americano y hoy las tensiones internacionales que potencialmente tenemos son precisamente con alguno de esos aliados.

En el plano industrial y tecnológico, es necesario afirmar, además, que no está demostrado que el avión norteamericano sea el primus interpares. Para los franceses lo es el Mirage-2.000; para los ingleses, alemanes e italianos lo es el Tornado de Panavia; para la Mac Donnell, el F-18A o el F-18A y para la General Dinamics lo es el F-16. Pero los que somos conocedores del desarrollo tecnológico, sabemos que en este campo no hay milagros y ninguno de los países desarrollados va a dotar a sus Fuerzas Armadas de un mal avión. Esto, añadido a la similitud geoestratégica de España con esos países europeos, invalida el argumento de inutilidad del avión europeo ante el americano por limitaciones de polivalencia.

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Otras causas

Por tanto, si en el plano tecnológico no existen grandes diferencias, habrán de ser otras las causas para inclinarnos a comprar uno u otro modelo. Y si a la hora de la decisión definitiva de la compra no se han definido claramente las contrapartidas económicas como parece el caso, difícilmente se van a adoptar posteriormente. Es decir, todo puede quedar en un río de dólares, que saldrá de los españoles, debido a la irresponsabilidad estratégica y a las excesivas prisas de nuestros actuales gobernantes.

Por otra parte, conocemos los compromisos de compra de productos preferentemente industriales que ofrece la industria americana a los países clientes. La Mac Donnell ofreció a Canadá la compra de productos canadienses por un valor equivalente al 140% del precio pagado por los aviones. La General Dinamics, en el contrato del siglo, ofreció por la compra del F-16 el 100% en adquisiciones recíprocas y la participación en la fabricación de estos aviones para terceros países a los canadienses.

La propia Grecia, aún sin definir el modelo, está exigiendo el 100%. Pero, curiosamente, en el caso de, España la Mac Donnell ha ofrecido el 20%, y de ello, el 10% en industria aeronáutica. En contraste, Panavia (consorcio de ingleses, alemanes e italianos) ofrecía el 160% del presupuesto, del cual, el 40%, en tecnología aeronáutica., teniendo la posibilidad de formar parte de la propia empresa y participar en el diseño del futuro avión de combate europeo.

Es por ello que la decisión que parece va a adoptarse raya en el esperpento. Pensamos, pues, que son compromisos políticos y no razones estratégicas de defensa o industriales las que cuentan en la decisión final.

Pero existe aún un último aspecto que nos preocupa profundamente. Si se desprecia el aprovechamiento tecnológico para España que supone el inclinarnos por el proyecto Panavia, también se elimina la posibilidad de incrementar en siete mil nuevos puestos de trabajo, durante diez años, el empleo en la industria aeronáutica.

Es por todo esto por lo que demandamos una exquisita minuciosidad a la hora de tomar una decisión tan importante como la que hemos comentado. La política de defensa no es un patrimonio exclusivo de un Gabinete coyuntural y minoritario; la política industrial y tecnológica están unidas, y hemos de buscar su trascendencia a través de Europa, porque es en Europa donde debemos articular una política de alianzas y de defensa de nuestros intereses como continente.

Mariano Nava Calvo y Juan Borrero García son miembros de la Comisión de Industria del PSOE. Economista e ingeniero aeronáutico, respectivamente

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