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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Schultz: de la OLP al gasoducto

LA BRILLANTE: y esperada confirmación del Senado norteamericano, por 97 votos a favor y ninguno en contra, del nuevo secretario de Estado, George Schultz, representa, ante todo, un voto de confianza total al hombre que debe afrontar graves problemas para el futuro de las relaciones exteriores de Estados Unidos. Calificado por el presidente del comité de relaciones exteriores del Senado, Charles Percy, como potencialmente "uno de los mejores secretarios de Estado de todos los tiempos", Schultz deberá recordar la compleja temática de la crisis árabe-israelí bajo los condicionantes de la situación en Líbano y la realidad de la existencia de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).Complicado por la nueva escalada de la guerra entre Irán e Irak, el análisis hacia Oriente Próximo del nuevo secretario de Estado norteamericano será, posiblemente, más flexible que el de su predecesor, Alexander Haig, a la hora de estructurar una política que autodefine, según sus propias palabras, como "equilibrada". La primera acción espectacular de George Schultz podría ser, en fecha próxima, el anuncio de un reconocimiento simultáneo entre Israel y la OLP, lo que equivaldría implícitamente a la aceptación de la organización de Yasir Arafat por parte de la Administración norteamericana del presidente Ronald Reagan.

La triste realidad de la guerra en Líbano, con sus miles de víctimas inocentes, el cambio de titular en el Departamento de Estado y las propias presiones internas antibélicas en uq sector de la opinión pública de Israel, dan un giro inédito al problema árabe-israelí. Schultz, calificado en círculos pro-israelíes del Congreso estadounidense como un elemento pro-árabe -por sus anteriores vínculos como vicepresidente de la multinacional Bechtel- podría ser el protagonista del decisivo paso de la política exterior norteamericana, deseosa de ampliar la mesa de negociaciones iniciada con el acuerdo de Camp David, firmado entre EE UU, Israel y Egipto.

Otro frente para la lucha diplomática que deberá atacar el flamante secretario de Estado norteamericano (además de la continuidad de las negociaciones EsteOeste sobre desarme, Centroamérica o el problema de Taiwan) será intentar frenar el proceso de escisión abierto entre Estados Unidos y la mayoría de países de Europa occidental tras la radicalización de las diferencias interaliadas originadas a raíz de la oposición de la Casa Blanca a la construcción del gasoducto de Siberia.

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De no menos importancia para Estados Unidos que el litigio árabe-israelí, la tensión entre Washington y los aliados europeos peligra de aumentar, excepto si el considerado como un tranquilo, hábil y excelente negociador George Schultz no logra armonizar -para el bien del futuro de la Alianza Atlántica- las aparentemente irreconciliables posturas entre EE UU y los europeos occidentales, a propósito de la nueva dimensión de las relaciones económicas con la URSS.

George Schultz, hombre bregado en las tareas de relaciones económicas internacionales, por sus ex cargos de secretario del Tesoro y del Trabajo, bajo la presidencia de Richard Nixon, junto a su experiencia en el mundo de los negocios, darán sin duda una peculiar dimensión a las relaciones, exteriores de EE UU en el mundo. También influirá su tradición de persona acostumbrada a trabajar en equipo, su pausada voz y su tranquilidad -pero firmeza- de actuación, todo ello en contraste a la personalidad individualista y visión de estratega político-militar de los problemas del mundo que tenía el dimitido secretario de Estado general Alexander Haig.

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