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La inflación argentina devora los aumentos salariales antes de que puedan ser cobrados

En vez de mirar hacia el futuro, el trabajador argentino vuelve sus ojos hacia el pasado. En Argentina sigue vigente para ellos aquello de que cualquier tiempo pasado, por malo que fuese, fue mejor. Las recientes medidas económicas han causado ya una víctima: el poder adquisitivo de los trabajadores. Todavía no se han pagado los primeros aumentos salariales aprobados y ya se los ha tragado la inflación sobradamente.

En el mes de junio la inflación fue del 20% al 25% en el mes de julio se calcula que será de un 25%, sin contabilizar en ese índice el aumento de las tarifas públicas, aún no decidido, pero previsto. A tal punto que el diario La Nación afirmaba ayer editorialmente: "Señores, la economía no es magia, responde a leyes. Lo que el pueblo exige no es ya tanto que se le dé, como que por lo menos no se le quite". ¿Se puede vivir en un país donde el precio de una camisa, o el de un kilo de patatas, puede duplicarse en el espacio de un mes? Aparentemente, sí: en Argentina.Una cierta confusión comienza a introducirse en el mercado cambiario, cuyo control es considerado por el nuevo ministro de Economía, Dagnino Pastore, junto con la reforma financiera, como un instrumento importante de su política.

Al dólar comercial, el único inicialmente fijado por el Gobierno en 20.050 pesos-ahora aumentado a 20.150 pesos- se unirá otro tipo de cambio fijo para el dólar financiero, que en un principio debería ser totalmente libre, de 33.000 pesos por dólar. A este techo lo comprará el Banco Central, lo cual puede querer decir que encontrará poca oferta dado que en el mercado libre el dólar financiero se cotiza más alto. Como prueba de ello, ayer, y a pesar de su decisión, el propio Banco Central cerró su cotización a 37.560 pesos por dólar. La complejidad del nuevo sistema cambiario argentino concluye ahí, con tres tipos de cambio para el dólar.

La diferencia entre el dólar comercial y el financiero, según los economistas, originará numerosos fraudes que el propio ministro dijo que intentaría evitar fijando un índice de precios para la importación y controlando la facturación para las exportaciones. Ahora, sin embargo, parece que, como remedio preventivo, se introducirá un cuarto tipo de cambio del dólar, que será una mezcla entre el cambio del comercial y el financiero, fijado en alrededor de 26.000 pesos por dólar. A ello se llegará otorgando a las empresas exportadoras la posibilidad de liquidar parte de sus exportaciones en el mercado financiero.

Junto a estos cuatro tipos de cambio coexiste un quinto tipo, el del dólar adquirido en la bolsa negra, que se cotiza aún más alto que los anteriores, y que esta misma semana alcanzó los 40.000 y 45.000 pesos, aunque con tendencia a estabilizarse alrededor de los 37.000 a 40.000 pesos.

Otra de las piezas claves de la política económica, la concertación de precios, para evitar que éstos se disparen, ha sido rechazada por la Unión de Industriales Argentinos, que prefiere que la oferta y la demanda sea el regulador. El Gobierno proponía, como condición para que las empresas accedan a las bajas tasas para los créditos bancarios recientemente aprobados, que éstas aceptasen concertar los precios con el Gobierno.

La reforma financiera, que ha consistido principalmente en pasar de tasas bancarias altas y libres a la limitación de éstas por el Banco Central, también ha sido criticada. Algunos han estimado que lo que ganan las empresas deudoras lo pierden los ahorradores al tener que trasladar su dinero a otros sectores que ya se han sobrevalorado, como ha ocurrido con las inversiones inmobiliarias.

El oro y el dólar han sido otros de los objetivos preferidos por el dinero en los últimos días. El krugerrand, el peso mexicano, el capoleón y otras monedas de oro se han revaluado en las últimas 72 horas en más de un 125%.

Los costes de la guerra

El ministro Dagnino Pastore dijo la otra noche, en una cena con los principales exportadores argentinos, que preocupación más importante en estos momentos es la enorme deuda exterior de Argentina. Aunque hubo un ambiguo desmentido, el ministró afirmó que en los dos próximos meses va a renegociar la deuda externa a corto plazo, y que después renegociará la deuda a largo plazo, para lo cual solicitará la ayuda del Fondo Monetario Internacional.En esta situación confusa, la presión social crece por días. El ministro de Trabajo, Héctor Villaveirán, logró aplazar su primer gran conflicto sindical. Un paro de los 12.000 obreros metalúrgicos del país ha sido pospuesto hasta el próximo viernes para dar así un plazo adicional al Gobierno para que pueda lograr la readmisión de 44 obreros de la fábrica Di Loreto, despedidos hace una semana.

Para el próximo viernes está prevista también una huelga de los trabajadores del sector marítimo, que protestan por los despidos arbitrarios y por los aumentos de salarios, que consideran insuficientes. Una gestión en este mismo sentido ha llevado a cabo con el Gobierno la Coordinadora de Gremios Estatales, cuyos afiliados, los trabajadores públicos, se sienten frustrados por los aumentos.

Las dos grandes centrales del país, CGT-Azapardo y CGT-Brasil celebran reuniones permanentes con los sindicatos afiliados a ellas para fijar posiciones, en lo que parece un claro endurecimiento de la postura de éstos ante las medidas económicas relacionadas con los salarios, y en demanda de actitudes reivindicativas mucho más enérgicas.

Finalmente, un proyecto para establecer un seguro de desempleo ha sido desechado por el Gobierno por considerar que necesitaría instrumentar un mecanismo de control complicadísimo y porque, aunque ese seguro se fijase solamente en 500.000 pesos mensuales -unas 2.000 pesetas al cambio actual-, ello representaría 36.000 millones de pesos al año, una cifra que es superior al actual déficit presupuestario.

Se barajó la posibilidad de crear un impuesto específico para hacer frente al seguro de desempleo, pero fue descartado finalmente por impolítico en un momento en que se quiere reactivar el aparato productivo.

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