El Rolling Lavilla
Yo no digo que Landelino Lavilla nos sirviera para Rolling Stone, pero sus dudas, abstenciones, retenciones, contenciones, meditaciones y reflexiones ante el cargo de presidente de la cosa, como si le fueran a hacer Papa, ya de entrada le desautorizan. Un hombre que duda tanto puede llegar a profesor a domicilio de la duda metódica y el latín, pero jamás a líder.Lavilla no es un Rolling, y el hombre de este fin de siglo que no lleva dentro un Rolling no puede ser líder de nada. Porque los Rolling, más que exaltarnos, nos expresan. Lo cual que la actuación simultánea en Madrid Rollings / Plácido Domingo ha revelado otra vez cuál es la cultura oficial y cómo va el tema: a los fans de los Rollings se nos rodea de caballos, lecheras, piquetes, maderos, pasma y escopetas, como si fuéramos a tomar Carabanchel, ahora que dice el director que es ingobernable (no mucho más ingobernable que la Moncloa), y eso que habíamos pagado dos mil púas por cabeza con melenas y otras dos mil por la gachililla. En tanto, Plácido Domingo canta gratis, hace zarzuela y ópera muy conocidas, arrastra el himno verbenero y hortera de los Mundiales, a la manera de Escobar, desciende a géneros ínfimos, atentando contra la cultura general y popular, y atentando, sobre todo, contra sus propias y geniales cualidades. La pasma no molesta, las sirenas no dan el cante, la España zarzuelera de Marina, que tanto le gustaba a Franco (a Pemán y creo que incluso a Laín les aconsejó reponerla), ya tiene su músico y su música, mientras a Mick Jagger se le secuestra la entrevista concedida para TVE.
Ahora comprenderán. quienes passan incluso de passar y hablan desde no se sabe qué verdad informulada, personal y superior, que el Poder entiende dónde está el peligro, que el Gobierno de Calvo Sotelo y la ucedé del Rolling Lavilla quieren llevarnos y llevar a la juventud por un camino de duetos, romanzas y postales de Conservatorio, durmiéndonos en la cantinela aburrida y sempiterna de nuestras tías, propiciando a un cantante genial, pero tradicional y nada conflictivo, mientras a Mick Jagger se le niegan primero los estadios, luego la presencia en TVE y, por supuesto, se le da a sus conciertos un tratamiento policial de mitin carcelario, revolución de Asturias o Mayo /68. Repetiremos, traducida a nuestra manera, la palabra de Verlaine: "De la música nace toda cosa". Y por la música hemos sabido que el melómano Calvo Sotelo tiene más oído para los clásicos muertos, tan palaciegos casi todos, que para los Rollings vivos (a la señora del presidente le coreó un inmenso "fuera" una voz de cien mil voces, en el Vicente Calderón). Los Rolling han sido sólo una ráfaga, como es siemprela modernidad en España, y en cambio Plácido Domingo se quedará para siempre, como la Montserrat Caballé, macho de una música dominical, conformista y kischt. Lo dijo Sinatra hace muchos años:
-Yo no vendo voz; vendo estilo.
Jagger vende un estilo de vida y de muerte, una rebeldía, una melancolía, pero el genial barítono que improvisa rancheras, tangos e himnos sólo vende voz para cobrarla. André Gide, que perdió la vida interpretando (mal) Albéniz al piano decía: "Wagner me da más música, pero Chopin me da mejor música". Desde que somos chopinianos, jaggerianos, sinatrianos, gideanos, románticos, históricos, le hacemos a la música una lectura histórica, señor Domingo.
El Rolling Lavilla, tan cauteloso, no es un líder, porque la cautela es el talento de los mediocres. Don Landelino ha suspendido sus oposiciones a presidente / UCD, aunque las haya ganado. Si llega a jefe del Gobierno, nos echará mucha zarzuela. Y gratis.
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