Tradición y modernidad en el 'Tiento' de Cristóbal Halffter

Desde hace un cuarto de siglo, Cristóbal Halffter viene estrenando en el festival de Granada algunas de sus partituras más importantes: Movimientos para cuerda y timbales, dirigidos por Argenta; Concierto para violonchelo, Elegías, Cantata y ahora Tiento para orquestas. La obra, tensa y extensa, interesó al público que llenaba el patio de Carlos V y que renovaría su entusiasmo ante la versión dada por Achúcarro, Halffter y la Orquesta Nacional del segundo concierto para piano de Brahms.

Quizá haya en la evolución de un compositor puntos de avance y puntos de parada, calificados por obras que responden a necesidades interiores y a circunstancias vitales del compositor. Me parece que Tiento es, en lo técnico, una obra de estabilización desde la que se confirman y depuran las características de un estilo. Al mismo tiempo, Tiento es obra de avance desde el punto de vista ideológico, y nos referimos al pensamiento estético.Recientemente, en los coloquios que dirige en La Lina -cerca de Roma- el maestro Goffredo Petrassi, se debatió la posible supervivencia o reaparición de ciertos rasgos nacionalistas (populistas, tradicionales, históricos) en la música de nuestro tiempo, incluso en la más avanzada. Cristóbal Halffter andaba bordeando el problema, como lo demuestran Mizar, para instrumentos y electroacústica; Debla, para flauta, y Ricercare, para órgano. Pero es en Tiento donde la nueva forma de mirar las cosas de nuestro pasado y nuestro ser se realiza con mayor entidad, trascendencia y más alta perfección e imaginación. Por supuesto, el compositor no renuncia -sino todo lo contrario- a otros aspectos constitutivos de su ya definida manera.

Ritmo popular

Al modo de Albéniz en su estilo y su tiempo, Halffter parte, desde su pensamiento y su circunstancia, de unos cuantos elementos fijos: un ritmo arraigado en lo popular; una melódica (lo que en Albéniz era copla) plena de insinuaciones melismáticas-, un ambiente sonoro, cambiante y de gran fascinación; un cierto diseño formal, por más que haya que buscar su evidencia en las galerías internas de la obra; un proceso sucesivo vivificado por la disposición de las tensiones, y un color hecho de infinitas gradaciones tímbricas, a lo que habría que añadir una planificación perspectivista y un talante libre de carácter improvisatorio, más aparente que real.Hacer a partir de todo ello una pieza grande, que supera la media hora de duración, en la que el interés se mantiene desde el principio hasta el final, es algo muy difícil, que Halffter ha logrado resolver tanto cuando se en claustra en estáticas meditaciones sonoras como en los casos en que se resuelve en grito o violencia sonora, tan practicada por el músico madrileño en su obra, particularmente en aquella de intencionalidad comprometida y, a su manera, contestataria.

El compositor dirigió su Tiento con seguridad y convincente fuerza expresiva y colaboré con Joaquín Achúcarro en una buena versión del segundo concierto de Brahms. Biaena en cuanto a la parte orquestal y del todo excelente en la labor del solista. Achúcarro -ya lo hemos anotado otras veces-, desde su actual y espléndida madurez, hace un Brahms de primera categoría: potente, claro, expresivo, magistralmente construido y poéticamente pensado.