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Kazuo Oono: 'La Argentinita vive en mi alma'

El creador de la danza moderna japonesa actuó en el ciclo Teatro Griego 82, de Barcelona

El bailarín japonés Kazuo Oono terminó el pasado fin de semana sus actuaciones, en el teatro de la Casa de la Caridad, de Barcelona, dentro del programa del Teatro Griego 82 se iniciaron el pasado lunes en el teatro de la Casa de la Caridad, conla actuación del bailarín japonés Kazuo Oono. A lo largo de la semana, el conocido artista ofreció dos programas, uno de ellos su homenaje titulado Admirando a la Argentinita, donde utiliza músicas tan diversas como Bach, Puccini, tangos y castañuelas, para evocar su encuentro en Tokio, "no son recuerdos, vive en mi alma", según declaró, y el segundo, una selección de este mismo junto a su nuevo montaje de Mi madre.

Kazuo Oono, de 76 años, es el creador de la danza moderna japonesa. Durante años fue profesor de danza, y discípulos suyos han sido, entre otros, Tanaka Min, Yoko Hashikawa e Ishii. El por su parte, estudió con Rodolf Bobe, en Japón, y con Marie Vigman, en Alemania, pero su verdadera fuente de inspiración es una bailarina española que se llamaba Antonia Mércé y cuyo nombre artístico fue la Argentinita.En 1928, la Argentinita actuó en Tokio. Oono estaba en el tercer piso del teatro Imperial. "Fue un encuentro inolvidable", dice Oono. Pero no se trata de que el bailarín haya recordado desde entonces a la bailarina: "No son recuerdos; vive en mi alma, con mi madre, y cuando las quiero ver no necesito ayuda, no evoco recuerdo alguno, intento bajar hasta la muerte, bajar hasta ellas".

Oono, que declara no haber estudiado nunca filosofía, habla como si fuera un lector insistente de Ser y tiempo, de Heidegger. "Vivir no es sólo vivir; es pensar, buscar algo: lo que hay entrela muerte y la vida. Llegar pensando hasta el extremo". Y añade: "Vivir la vida es, al mismo tiempo, vivir con la muerte; ésa es la esencia de mi baile".

Vivir con la muerte

Eso es, en parte, Admirando a la Argentinita: un discurso sin palabras sobre la muerte y la vida. Se inicia con la música de la Tocala y fuga en re menor, de Bach. Oono, en pie junto al escenario, vestido de negro, capa blanca y calada, sombrero de flores y labios rojos, intenta vagamente disimular con maquillaje blanco sus arrugas. Se esfuerza por subir al escenario, por ser la Argentinita. Esfuerzo angustiante. "Quiero ser toda mi vida un bailarín en honor de Argentínita".El acto, que se completa con una pieza de Puccini, un fragmento de Manon Lescaut, cantado por María Callas, se llama Muerte y nacimiento. Es el encuentro con ella en un mismo cuerpo.

Entre 1928 y 1976 Oono no dejó de pensar en y por Argentinita. Fue en esa fecha cuando un amigo le envió, desde Nueva York, una fotografía de la bailarina. "Creo que con la foto me llegó su voz: 'Oono, bailemos juntos'". El bailarín le contesta que no se encuentra aún seguro de sí mismo, y la voz repite "bailemos juntos", cada vez más quedamente, hasta apagarse. Es el silencio. Oono, en el escenario, solo, evoluciona tras el nuevo nacimiento, tras saber que "Argentinita vive dentro de mi alma, como mi madre". No importa que la bailarina hubiera muerto en la frontera franco-española un día aciago de 1936.

A partir de aquí surge la bailarina. La música de tango y las castañuelas. Y la plástica. Oono -que había dicho: "Desde que era joven, cuando tenía veinticuatro o veinticinco años, tenía mucho interés en la pintura y la escultura, disfrutaba mirando cuadros, especialmente de Picasso, Goya y Miró, porque aprendía la vida"- se transmuta en cuadro vivo. Y baila y se agita. Ya es la Argentinita.

Oorio dice haber llorado cuando estuvo en el teatro de La Comedia de Ginebra y supo que en aquel escenario había bailado Argentinita. Oono dice haberse emocionado al venir por primera vez a España, su tierra. Su primera visita fue al Festival de Flamenco. "Mi corazón se conmovió mucho".

En 1977, Oono pudo disponer de un teatro en Tokio en el que ofrecer su espectáculo dedicado a la bailarina. Luego ha viajado por muchos sitios. Su primera actuación en Europa, en el Festival de Nancy de 1980, provocó la admiración de los asistentes. Le Monde tituló entonces: "La muerte cómplice". El comentario de Colette Godard empezaba: "En Nancy hemos visto planear la muerte con faldones de volantes. Hemos conocido su rostro, su mirada extraña y la dulzura de su sonrisa". Esa es la mezcla de Oono.

En la conferencia de Prensa que tuvo lugar antes del estreno, alguien preguntó al bailarín si lo suyo era baile o mimo. Oono contestó: "Baile y mimo se sobreponen; estoy en ambas partes"; y añadió a continuación: "Lo que hago son experiencias de la vida". De la vida y de la muerte, que también se sobreponen. Oono es consciente de que el mundo, que empezó a existir para él en forma diferente en 1928, no se divide en especialidades. 'Todo se superpone. "Creo", dijo, "que el baile de Argentinita era la creación del mundo. Y ella formaba parte de la creación".

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