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Lo azul

Los analistas políticos, columnistas y politólogos han llegado a diferenciar "lo azul" de lo falangista, lo martinvillista, el rosonismo y el calvosotelismo. No se trata, en efecto, de una eufemia para designar a la Falange gubernamental que el poeta Federico de Urrutia -los poetas no se equivocan nunca- no se equivocaba mucho al definir con eterna.Lo azul es una fuerza de gobierno y puede que hasta del Gobierno, que limita por la derecha con Juan José Rosón y por la izquierda con Martín-Villa y que ahora cabalga de nuevo, quizá por la, muy ruda razón de que Adolfo Suárez, en su nueva resurrección de la carne, se ha despegado un poco de ellos y se va más a la izquierda. Lo azul es más "antiguo Régimen" que la UCD, pero es más "populismo democrático" que Landelino Lavilla y los rosarios de la aurora que salen periódicamente de Mateo Inurria. Vivo cerca y me despiertan con sus salves casi todos los días. Lo azul -y perdonen ustedes la vaguedad/dificultad de definir un color, que para eso habría que ser Rimbaud en su famoso soneto de las vocales, o Rubén en Azur-, lo azul, digo, es una resistencia entre fáctica y táctica que se le ofrece a Calvo-Sotelo en su soledad de corredor sin fondo, como último tranvía, aunque Calvo-Sotelo, mucho más marengo que azul, no acabe de entenderlo ni de creerlo. Cuando el sagastacanovismo Felipe/Suárez se siluetea nítido con esa Unión Democrática y Social que va a sacarse el duque de Antonio Maura (que no duque de Maura, ojo, troncos de talleres, y perdón por el enrolle), Carrillo no quiere, claro, que se anticipen elecciones, por decoro democrático, que es el único que ha vivido, siquiera como periodista, aquellas legislaturas de cuando Azaña era el señorito Manuel (lo cuento en otra columna) y bailaba con las criadas en las Vistillas, feo y misterioso.

También bailaron mucho las criadas de trasantaño con el pintor Solana. Aquí en Madrid es que las criadas han bailado siempre con lo mejor. Pero el sagastacanovismo ya tiene una veladura sutil, como el velo que dejaban los castas de entonces en el vaso de tinto: y ese velo es lo azul, la rebelión más cercana que le nace a Suárez, de junto al corazón. Antonio Maura (calle) no paga traidores, y Suárez puede montárselo prescindiendo de los azules y su listín de teléfonos de provincias, en el que hay desde gobernadores civiles a veterinarios. Los veterinarios se les han ido casi todos con Fraga, a los azules, como el gran Félix Pérez Pérez, a quien conocí en provincias de eminencia científica, y los gobernadores se estarán, como siempre, con quien les corrobore en el cargo, y ése puede ser el duque cheli de la transición. Con un par. Los azules, herencia desteñida de un fascismo bronquítico -adónde van los colores de la amada, cuando se pierden, preguntaba Pedro Salinas-, no son sino quienes creen que Suárez se va demasiado hacia la izquierda, en su confluencia con Felipe, que es fatal como una conjunción de astros pronosticada por Jeannine/Yocasta/Mestre.

Lo azul tiene un bonzo ya abrasado, que es el leonés Rodolfo Martín Villa, y tiene un hombre/incógnita, con mucho porvenir teórico, del que ya se ha hablado aquí: Juan José Rosón. Es el demócrata con más tirón entre el millón de militares no sabe/no contesta, el hombre fuerte que gusta a los generales, a los coroneles (y no consiento que se les llame turcos) y al policía nacional que hace guardia en la DGS/Sol, esquina Postas. Fraga y la derecha distante y distinta no eran problema para AS. Mas el cisma le ha nacido al duque bajo los zapatos/Loewe. Y mi querido Reguera Guajardo, Reguera/cuerpo, teórico azul que controla CAMPSA, almorzando en Zalacaín como un caballero. Que aproveche, cuerpo. Lo azul es hoy la incógnita.

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