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La rivalidad militar obstaculiza la salida democrática en Argentina

En una nueva evolución espectacular, la Marina, la Fuerza Aérea y el Ejército argentinos fracasaron una vez más el martes en un nuevo intento por recomponer la unidad entre los tres ejércitos y restablecer la dirección política de la nación, que ejercieron de una manera compartida las Fuerzas Armadas en los siete últimos años.

Aunque no se descarta que continúen las gestiones hacia un mínimo entendimiento, las conversaciones entre los tres comandantes en jefe quedaron interrumpidas ayer, al viajar el brigadier Basilio Lami Dozo, jefe de la Fuerza Aérea, y el almirante Jorge lsaac Anaya, al interior del país para efectuar sendas visitas a las principales guarniciones de sus respectivos cuerpos e informarles de la situación. Una vez más, pues, las diferencias y rivalidades en la cúpula militar prevalecen y obstaculizan este difícil parto de la democracia, que en ocasiones no parece estar ni siquiera en gestación. Como consecuencia de la falta de acuerdo entre los tres comandantes se hizo innecesaria la creación del cargo de vicepresidente civil de la nación, y también de un primer ministro civil, como se dijo ayer a última hora. Arribos nombramientos estaban destinados, si se hubieran aceptado, a permitir la reincorpo ración de la Marina y la Aviación a la dirección política del país.En algunos círculos políticos se vuelve a dudar hoy si el presidente designado, Reynaldo Bignone -que, también como consecuen cia de la falta de consenso entre los tres cuerpos del Ejército, jurará su cargo finalmente en la Casa Rosada, exclusivamente ante el comandante en jefe del Ejército general Cristino Nicolaides-, tendrá la suficiente autoridad para gobernar el país sin el apoyo de las otras dos armas.La Fuerza Aérea confirmó ayer la retirada de todos sus miembros de los cargos políticos. La Marina ha hecho lo mismo, aunque con algunas excepciones.

Son numerosos los observadores que atribuyen la falta de acuerdo entre los mandos de los ejércitos a las grandes inquietudes que subsisten en el seno de éstos. La perspectiva del retorno del general Mario Menéndez -hoy prisionero, junto con otros dieciséis oficiales de alta graudación retenidos por los británicos en el transbordador St. Edmund, anclado en Puerto Argentino- y la intención que se le atribuye de solicitar la reunión de un tribunal de honor añaden a la grave situación actual la posibilidad de nuevas convulsiones internas.

El canciller designado, Aguirre Danari, hizo ya unas declaraciones en las que dijo que será prioritario seguir exigiendo la recuperación de las Malvinas.

En medio de estas querellas y diferencias entre ejércitos, los civiles, los partidos políticos y los sindicatos, cuyo protagonismo en una vida constitucional futura es el que, a fin de cuentas, se decide, tienen una actuación y una influencia sobre los acontecimientos de bajísimo relieve.

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