El coche-bomba, una modalidad libanesa
ENVIADO ESPECIALEn la guerra de Vietnam hubo bicicletas-bomba en cuyos cojines o manillares había sido colocada una pequeña carga explosiva; en la guerra de Líbano hay ahora coches-bomba con el maletero o el asiento trasero repleto de explosivos.
No menos de once vehículos atiborrados de explosivos, sin contar los que han sido desactivados, han estallado en las calles de Beirut oeste, al ritmo de uno cada 48 horas, desde el inicio de la invasión israelí, el 6 de junio pasado, causando la muerte de un centenar de personas e hiriendo a más de doscientas.
La población los teme más que a las bombas de la aviación, la artillería o la marina israelíes, porque explosionan cuando menos se espera, sin ese silbido que acompaña a los proyectiles disparados por el ejército enemigo y que da tiempo, a veces, a refugiarse.
Ocurre, sin embargo, que, tras una primera explosión, cuando socorristas, milicianos y tran4eúntes curiosos se agrupan en torno a los heridos, se produzca un segundo estallido en un automóvil aparcado en las proximidades y cuyo mecanismo de relojería preveía que explosionase minutos después del primero.
Los socorristas, temerosos, tardan ahora un poco más en atender a las víctimas del cochebomba, mientras los fedayin inspeccionan los demás vehículos estacionados en las cercanías.
En la confusión que reina tras el atentado, los milicianos palestinos o de la izquierda libanesa intentan, casi siempre, alejar a los curiosos o facilitar la circulación de las ambulancias efectuando con sus fusiles de asalto Kalaschnikov disparos al aire, que algunas veces hieren o incluso matan a los mirones apostados en los balcones o terrazas de los alrededores.
El atentado más grave registrado en estas tres últimas semanas fue el miércoles 23 de junio, que destruyó toda una manzada de casas en el barrio llamado de los grandes hoteles, de Beirut, situado al borde del mar y prácticamente abandonado desde la guerra civil libanesa, en el que habían elegido domicilio numerosos refugiados, sobre todo palestinos, que huían de la guerra del sur del país.
La explosión, casi simultánea, de dos camiones, cargados cada uno aproximadamente con doscientos kilos de dinamita, ampliada por la de un depósito de municiones de una organización palestino-siria, mató a 45 personas, hirió a 126 y dejó un cráter en el suelo de quince metros de diámetro y seis metros de profundidad. Setenta y dos horas después del atentado aún se seguían recuperando cadáveres de los escombros.
Líbano tiene una larga tradición de ajustes de: cuentas entre grupos palestinos, prosinos o libaneses de izquierda, mediante la colocación de coches-bomba ante la sede o el domicilio particular de los dirigentes de la organización rival.
Pero ante Israel, el enemigo común, las rencillas desaparecen y las diversas facciones cierran filas, por lo que los últimos atentados difícilmente les pueden ser imputados.
¿Quién tiene interés en desmoralizar a la población para que no oponga resistencia, enfrentar a los ciudadanos, libaneses con los refugiados palestinos y meter miedo a la Prensa internacional, incitándola a cubrir la agonía de Beirut oeste desde el sector este de la capital -seguro y tranquilo-, controlado por las milicias cristiano-conservadoras (falangistas-Kataeb), aliadas del Estado hebreo? Israel y las fuerzas cristianas libanesas, opina la mayoría de los observadores.
El portavoz de la OLP, Mahmoud Labadi, confirmó esta sospecha cuando reveló, la semana pasada, que fuerzas palestino-progresistas habían detenido a un habitante del este de Beirut, al que consideraban responsable de la explosión de un automóvil en el barrio de Chyah.
El portavoz del Ejército israelí de ocupación, el coronel Paul Kedar, explicó el lunes, durante una conferencia de Prensa, que su aviación y su marina "habían cometido errores a causa de la inexactitud de algunas informaciones comunicadas por los servicios secretos o de desajustes de nuestra artillería".
Pero expertos; militares occidentales ponen en tela de juicio que la aviación, que destruyó con gran precisión, en junio de 1981, el reactor nuclear iraquí de Tamuz, y en julio, en Beirut, varias importantes sedes palestinas, pueda equivocarse de tal manera. Todos, sin embargo, coinciden en afirmar que los combatientes palestinos y libaneses progresistas tienen una gran responsabilidad en el estallido de los coches-bomba por no efectuar controles más rigurosos en los accesos a Beirut oeste.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.