Objeciones al Estatuto de Autónoma de Canarias
El objetivo fundamental de las fuerzas políticas; menos comprometidas con la defensa de los intereses más profundos de la sociedad canaria se está cumpliendo a la perfección. El proyecto de Estatuto de Autonomía de Canarias sigue el trámite parlamentario con el acelerador a tope y bajo la consigna de ultimarlo a toque de carga.No es la ocasión de hacer una valoración política de todo el proceso. Lo único que se quiere dejar claro es que el proceso constituyente canario acabó metiéndose en los sanedrines, de la política y negociándose a espaldas del pueblo isleño. Esto trajo consigo el progresivo desinterés de la opinión pública que, por aburrimiento y putrefacción del tema, dejó de prestarle atención hace ya muchísimo tiempo.
Hay que recordar que la iniciativa autonómica canaria fue la priniera que se cumplimentó de acuerdo con el artículo 151 de la Constitución, y en octubre de 1979 el presidente de la Junta de Canarias trasladaba al Gobierno el expediente con el pronunciamiento favorable del 97% de los ayuntamientos canarios.
Pero luego vino la ley de Modalidades de Referéndum, la reconducción autonómica por la vía del 143 y el interminable proceso -¡más de dos años y medio!- de engañar con las fechas, de desacuerdos en el seno de la UCD canaria, de las ¡das y venidas, de las vueltas y revueltas.
Hasta el punto que el grito de guerra de los centralistas de hacer iguales todos los estatutos (a excepción de las cornunidades históricas y Andalucía) pudo llegar a significar algo aberrante: en el Estado de las autortomías, Canarias iba a tener menos competencias que a lo largo de: los últimos 150 años, incluyendo la era de Franco. Hubo de inventarse la LOTRACA para calafatear una situación de impotencia e incapacidad de la clase política dirigente de las islas.
Camarillas de irresponsables
Pues bien, después de toda esta operagión de pudrir el tema por aburrimiento, de hurtarlo al pueblo canario, se está dando a la opinión pública la idea interesada de que los únicos temas que verdaderamente preocupan son: la localización de la sede de las instituciónes autonómicas (en esa vorágine sedista han introducido en el Estatuto ¡hasta la sede de la delegación del Gobierno!, que no es ninguna institución de la comunidad autónoma) y el reparto del número de escaños de cada circunscripción insular. En el fondo, todo ello es reflejo de que los redactores y el partido que los sustenta sólo tienen una preocupación: el afianzamiento del poder político di unas ,cuantas camarillas de irresponsables, que les importa un ardite los problemas de fondo con tal de tener asegurada una poltrona. Y todo este debate se pretende pasar como el debate del Estatuto de Canarias.
Y quieren pasar de puntillas por temas de enorme trascendencia, y me voy a referir a sólo uno de ellos. Ha habido una enmienda del PCE y otra similar del PSOE que dice: "La defensa del archipiélago canario será competencia exclusiva de las Fuerzas Armadas de España. No podrán establecerse en el ámbito de Canarias instalaciones militares extranjeras o de organizaciones supranacionales ni podrán ser utilizadas las instalaciones militares españolas por otros ejércitos".
Esta no es sólo la clásica discusión sobre la OTAN. No se trata de pertenecer o no a uno de los bloques. Se trata de algo mucho más primitivo: el espíritu de cons ervación de un pueblo que no quiere especializarse en ser-una plataforma militar.
Los canarios nos estamos esforzando por explicar a los otros pueblos de España que, después de Marruecos, Uni, Guinea y Sahara, somos el único territorio español más allá de Gibraltar, Que estamos separados a 1.500 kilómetros de Cádiz, es decir, que no los tenemos a ustedes ni a nuestro lado ni en nuestra retaguardia.
Estamos solos. Mejor dicho, estamos con nuestros vecinos africanos y queremos entendernos con ellos, y nuestro futuro sólo está con ellos y nunca puede estar contra ellos.
No hace falta traer a colación la rabiosa actualidad de las Malvinas para entender que las islas, en la actualidad, están siendo objeto de especialísima atención por parte de los dos bloques. Que pende sobre nuestras cabezas la espiral infernal del alineamiento y la eápecialización militarista.
Y los canarios no queremos caer en el vértigo de ese proceso. No podemos. Las dos terceras partes de nuestro PIB son servicios, y éstos son esencialmente frágiles y sensibles a cualquier tensión. Si hoy hay en Canarias 100.000 parados, éstos pudieran multiplicarse por dos o por tres si nuestra economía, tremendamente abierta y fuera del cordón aduanero espafiol, tuviera dificultades por tensiones internacionales.
Canarias no puede dirigirse hacia cualquier país africano vecino y hablarle de paz, convivencia y entendimiento si, al mismo tiempo, tenemos bases militares de otros ejércitos.
Limpia de militarismo
Canarias necesita estar limpia de militarismo. Nuestro ejército tiene que ser exclusivamente español y defensivo. Como siempre, a lo largo de nuestros cinco siglos de historia.
Estos son los intereses nacionales canarios. Y sabemos que hay fuerzas políticas centralistas, desgraciadamente incluso son mayoría en Canarias, que ven las islas como un objeto (una plataforma para actuar sobre el mundo) más que como un sujeto (un pueblo que quiere vivir y desarrollarse en paz).
Por eso, señores portavoces de las minorías Vasca y Catalana, nos extraña sobremanera que ustedes hayan coincidido con las fuerzas centralistas en la Comisión Constitucional del Congreso votando en contra y absteniéndose, respectivamente, de la enmienda para prohibir en Canarias las bases militares extranjeras. Y nos extraña porque ustedes conocen a fondo lo que es el centralismo. Es más, en última instancia, constituye su más profunda razón de ser.
Los canarios hemos visto con respeto y simpatía la defensa y garantía de las particularidades más hondamente sentidas por vascos y catalanes: el idioma, la cultura, las fuerzas autónomas de seguridiad. Y nos hemos alegrado cuando están en proceso de solucionarse viejos problemas atragantados por la historia.
Por eso mismo no podemos comprender cómo ustedes no son sensibles a la principal peculiaridad del pueblo canario: que estamos muy lejos, en Africa, y que es imprescindible para nuestra supervivencia la paz y la buena vecindad. Y esa enmienda cabe perfectamente en el Estatuto de Canarias que aprueben las Cortes Generales. Es más, es ahí donde debería estar. Que se convierta en una de las señas esenciales de: la identidad canaria. es consejero y, Portavoz del PCE en la Junta de Canarias.
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