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La invasión israelí de Líbano

Conmocion en Israel ante el ultimátum de Estados Unidos

En Israel ha causado gran conmoción la carta urgente -calificada de ultimátum en Tel Aviv- enviada por el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, al primer ministro israelí, Menájem Beguin, en la que exige a éste el "cese inmediato" de las hostilidades en Líbano y pide "aclaraciones relativas a las modalidades de la retirada de las fuerzas israelíes".

Beguin respondió inmediatamente a esta carta y recibió, también ayer, a vuelta de correo diplomático, una nueva misiva de Reagan en la que el presidente norteamericano expresaba su inquietud por una ampliación del conflicto que fuerce una intervención de la URSS.Estados Unidos teme que el asalto de Beirut por las tropas israelíes provoque una extensión del conflicto a Siria, con la posible intervención soviética.

La carta de Reagan a Beguin fue precedida por una "grave advertencia" del presidente de la URSS, Leónidas Breznev, a su homólogo norteamericano, en la que ponía en conocimiento de la Casa Blanca que la "continuación de la invasión israelí" y de la "agresión contra las posiciones sirias" pueden tener "consecuencias incalculables, con el riesgo de provocar un retorno a la guerra fría".

En los círculos políticos israelíes recuerdan el famoso "doble ultimátum" dirigido por el entonces presidente norteamericano Dwight Eisenhower y el dirigente soviético Nicolai Bulganin al fundador del Estado hebreo y primer ministro, David Ben Gurión, en 1956, en la guerra de Suez contra Egipto. Ben Gurión ordenó inmediatamente la retirada de sus tropas, que habían ocupado el Sinaí. "Israel no puede oponerse conjuntamente a la voluntad de dos grandes potencias", explicó en aquella ocasión el jefe del Gobierno israelí ante el Parlamento.

¿Volverá a repetirse la historia? Los observadores políticos creen que no necesariamente. Subrayan que la situación de Israel en 1956 era muy distinta a la de hoy, y que tampoco pueden ser comparados Ben Gurión y Beguin. El Estado hebreo es hoy una potencia militar con la que hay que contar. El misticismo de Beguin no tiene nada que ver con el pragmatismo de Ben Gurión.

Por otro lado, el ministro de De fensa, Ariel Sharon, que no tiene nada de místico, considera que los norteamericanos, en el fondo, se quedarán muy contentos cuando Israel les presente en bandeja un Líbano liberado de sirios y palestinos.

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Las personas próximas al ministro de Defensa señalan que "nuestro éxito será aclamado en el mundo por todos nuestros amigos. Lo importante es vencer; un éxito a medias sólo sería un fracaso".

Según ha podido saber este corresponsal, la cólera norteamericana no es fingida. Los dirigentes de Estados Unidos se consideran engañados por Israel, ya que al principio Reagan y Haig creyeron en las garantías dadas por Beguin de que la operación Paz para Galilea se limitaría a alejar a los palestinos armados a cuarenta Hórnetros de la frontera norte del Estado judío.

Sin embargo, los objetivos fijados por Sharon, Beguin y el jefe del estado Mayor Raphael EyItan superaron rápida y ampliamente el límite de los cuarenta kilómetros iniciales.

Ayer mismo, el ministro de Defensa dijo en una conferencia de Prensa que "nadie tiene el derecho moral de impedirnos que defendamos vidas judías. Ahora bien, la defensa de estas vidas judías exige la liquidación de los terroristas en Líbano. Nadie podrá desviarnos de esta tarea sagrada".

La extensión de los objetivos militares de Israel no inquieta únicamente a los norteamericanos. La mayor parte de los periódicos israelíes de ayer manifestaba una preocupación similar. Así, el diario independiente de gran tirada Maariv, conocido por sus tendencias nacionalistas, escribía: "Un sentimiento de inquietud, de angustia, se está instalando en nuestros corazones cuando se ve que, al amparo de los triunfos militares y de la ventajosa situación adquirida en el campo de batalla, nos estamos alejando de los límites que impone la sabiduría política".

El periódico liberal e independiente Haaretz considera que ha llegado el momento de interrumpir los combates y que el intento de Sharon de que las fuerzas israelíes enlacen con las de las falanges conservadoras libanesas no tiene nada que ver con la paz en Galilea.

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