Un país entre la crisis económica y una nueva Constitución
El primer ministro canadiense Pierre Elliot Trudeau inicia el lunes una visita oficial a España durante la cual se entrevistará con el presidente del Gobierno español, Leopoldo Calvo Sotelo, y será recibido en audiencia por el rey Juan Carlos. Canadá acaba de estrenar una nueva Constitución que elimina los últimos lazos formales de dependencia con Londres y que ha sido considerada como un éxito personal de Trudeau. Este enorme y poderoso país vive hoy preocupado por el impacto de la crisis económica y pendiente del tema que plantea la provincia francófona de Quebec.
Canadá, segundo país del mundo en extensión pero con una población de poco más de veinticuatro millones de habitantes, vive hoy bajo la euforia política de haberse dotado de una nueva Constitución. Sin embargo, está profundamente preocupado por el impacto de la crisis económica, que afecta también a este potente país, multilingüe y de estructura federal.La nueva carta constitucional, en vigor desde el pasado 17 de abril, después de 114 años de la independencia de la Federación Canadiense, se vende enmarcada en las galerías de arte de Ottawa, capital federal de Canadá.
El hecho supone el inicio de una nueva época para el país, a pesar de que una de sus principales provincias, Quebec, de expresión francófoca, no haya aceptado la nueva Constitución. ¿Por qué? "Porque elimina ciertos privilegios lingüísticos y económicos", dice Richard Cote, en la sede del Partido Nacionalista de Quebec, en Montreal.
Pero, a pesar de las tradicionales diferencias entre la provincia francófona de Quebec y el resto del Canadá, anglófono, la nueva Constitución supone un éxito político de talla para el peculiar prime ministro de Canadá, el liberal Pierre Elliot Trudeau. Aunque quizá no suficiente para seguir manteniéndolo en el poder, en el que per dura desde hace catorce años, situándolo en el récord de políticos democráticos occidentales.
Una nueva e inquietante etapa
"Estamos al final de un régimen, a pesar del dinamismo aparente y de la juventud de los ministros", explica el editorialista del diario Le Deboir, Jean Claude Leclerc. Trudeau ganó holgadamente las últimas elecciones, el 18 de febrero de 1980, frente al conservador Joe Clark. Volvió al poder dispuesto a marcar con su presencia una nueva era para Canadá.
El "desgaste" del poder, las avanzadas políticas nacionalista en energía y relaciones exteriores, junto con un inédito fenómeno separatista de el oeste canadiense, son elementos preocupantes para el futuro político de Trudeau, según los analistas políticos canadienses.
Las tensiones entre el Canadá anglófono y el Canadá francófono, este último instalado sólo en la provincia de Quebec (de extensión casi tres veces superior a España, para sólo unos seis millones de habitantes) habían convertido a Trudeau en el "hombre milagro" para mantener la unión federal de Canadá. Hoy, los canadienses anglófonos se han hecho la idea de que "siempre tendremos problemas con Quebec, pero cada vez nos preocupa menos".
Trudeau y su Partido Liberal, de fuerte implantación en Quebec y Ontario, pero casi inexistente en el oeste de Canadá, pagarían hoy la factura de su "osada" política, en opinión de los conservadores anglófonos, de celebrarse nuevas elecciones en Canadá. Pero la fecha de los nuevos comicios está fijada para 1985.
"No excluimos presentarnos a las elecciones federales", dicen en la sede del Partido Nacionalista de Quebec. De realizarlo, restarían gran parte delos diputados federales de Quebec. Por otra parte, los nacionalistas de la provinccia francófona, capitaneados por Rene Levesque, controlan el poder regional. No pierden las esperanzas de plantear nuevamente el tema de la independencia de Quebec, cuya cuestión para pedir un mandato sobre la "soberanía de Quebec" perdieron estrepitosamente en el referéndum del 20 de mayo de 1980. "Ou¡... a la prochaine" (Sí... en la próxima ocasión"), dice la publicidad del Partido Nacioalista de Quebec. "La próxima elección en Quebec llevará sobre el tema de soberanía de Quebec, de acuerdo con lo decidido en el último congreso", comenta Cote, del Parti Quebequois. No pierden la esperanza.
La crisis económica marca la vida política
A pesar de las tensiones regionales, la vida política canadiense está hoy marcada por la crisis económica. Canadá vive actualmente con un índice de desempleo del 9,6%, el más alto desde la segunda guerra mundial. La inflación prevalece por encima del 10%. Los grandes proyectos de explotación petrolera se ven afectados por la caida del mercado mundial.
Las tensiones regionales, el espectro de un Quebec independiente, contribuyeron, en parte, a una "fuga" de inversiones hacia otras zonas de Canadá. El tradicional Estado de Ontario, el más industrializado del país, sufre también el impacto de la crisis económica. Todos los puntos de mira económicos van en dirección hacia el oeste, convertido en el nuevo Eldorado canadiense. Es la ruta del petróleo.
Las cifras son elocuentes. Quebec cuenta con un 15% de paro, mientras Alberta, en el oeste, sólo tiene el 5%. Todo ello, a pesar del retroceso en la inversión de explotaciones energéticas, debido a la coyuntura mundial del mercado de oro negro y, sobre todo, a la política energética del Gabinete Trudeau, que quiere controlar los recursos energéticos canadienses en más del 50% antes de 1990. Política, apoyada por la creación de la sociedad estatal Petro-Canadá, que as usta a la inversión de las multinacionales del petróleo estadounidenses y crea tensiones con la Administración Reagan en un país, Canadá, donde "todo nuestro tejido económico va hacia Estados Unidos", dicen en el Ministerio de Asuntos Exteriores, en Ottawa.
Diversificar relaciones
De ahí que Canadá quiera diversificar sus relaciones económicas. De ahí que la visita de Trudeau a España no sólo sea política o protocolaria. Canadá sabe que cuenta con uno de los potenciales de reservas en materias primas más importante del mundo y quiere explotarlas hacia un amplio abanico de países. Unas reservas naturales increíbles, en petróleo, carbón, minerales, que contribuyen a "análisis optimistas a largo plazo, porque todavía no utilizamos todos nuestros recursos", dice el director del Consejo Económico de Canadá, doctor Cornell.
Para la década del ochenta, los expertos económicos prevén "un crecimiento moderado para Canadá". Un país de "ricos", donde la crisis es patente, aunque menos acuciante que en otras partes.
Un país con un sistema social de los más avanzados del mundo, donde las políticas presupuestarias de austeridad -con amplios poderes en los diez Gobiernos regionales de la Federación Canadiense- no prevén recortes sociales, como aplica su potente vecino del sur bajo la presidencia de Ronald Reagan.
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