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La guerra en el Atlántico sur

Los argentinos, convencidos de que la batalla final por el control de las Malvinas será dura y cruenta

Las tropas argentinas esperan desde posiciones fortificadas la inminente ofensiva británica contra la capital de las islas Malvinas, mientras el Gobierno de Buenos Aires lucha simultáneamente en dos frenes diplomáticos, uno en Nueva York y otro en La Habana, y ofrecía ayer "nuevas ideas" para la solución pacífica del conflicto del Atlántico sur. No se habían registrado operaciones bélicas de importancia hasta la tarde de ayer en el área de Puerto Argentino (Port Stanley), aunque sí algunas escaramuzas en las cercanías del monte Kent, de acuerdo con la versión oficial argentina.El desenlace de esta situación se consideraba de cualquier modo muy próximo, y las tropas inglesas podrían lanzar su ataque definitivo, de no impedírselo consideraciones políticas, en la noche del miércoles al jueves, se estimaba aquí.

La batalla se anuncia muy dura y cruenta, ya que las fuerzas argentinas están bien pertrechadas y cuentan con unidades de élite mejor preparadas para el combate que las que usaron en Puerto Darwin. Aunque han minado los accesos a la capital y fortificado sus defensas, los argentinos están rodeados por tres puntos y de espaldas al mar, desde donde recibirán también el fuego de las naves británicas.

Fuentes militares aseguraron ayer que hay en Puerto Argentino municiones y alimentos para resistir un asedio de más de un mes de duración.

El general Mario Menéndez, que está al frente de los aproximadamente 7.000 defensores de la capital, lanzó una arenga en la que exhortó a sus hombres a combatir a los ingleses hasta la victoria final.

"No sólo debemos derrotarles, sino que debemos hacerlo de manera tal que su derrota sea tan aplastante que nunca más vuelvan a tener esa atrevida idea de invadir nuestra tierra. ¡A las armas! ¡A pelear!", concluyó el gobernador militar del archipiélago.

Una solución de último momento, antes de que se libre la batalla definitiva en las islas, no se descartaba en medios diplomáticos de Buenos Aires, que admitían, sin embargo, que se trata de una posibilidad más bien remota.

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Washington y algunos sectores del Parlamento inglés estarían tratando de convencer a Margaret Thatcher de que deje "una salida honrosa" a la Junta Militar argentina que le permita firmar la paz antes de que sufra una derrota total en el campo de batalla.

"Nuevas ideas"

Una delegación argentina llegó ayer a Nueva York con "nuevas ideas" que presentar al secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, que ha agotado ya su plazo de una semana para buscar una solución pacífica, según el mandato del Consejo de Seguridad. Se desconoce el alcance de esta nueva propuesta, pero, al parecer, supone una flexibilización más de la postura argentina.

El brigadier José Miret, el almirante Moya y el general Mallea Gil cuentan con instrucciones y amplios poderes de la Junta Militar para responder de inmediato a cualquier oferta que les presente Pérez de Cuéllar. Al salir de Buenos Aires declararon que "en estos encuentros casi definitivos en las islas Malvinas se deben evitar muertes innecesarias a través de una negociación".

Miret dijo que el alto el fuego depende más del Reino Unido que de Argentina, y afirmó que "hemos cedido y estamos cediendo todo lo prudente para conseguir una paz honorable".

¿Contactos con Reagan?

La presencia en la delegación argentina del general Mallea Gil, un graduado de West Point que tiene excelentes relaciones con altos jefes militares y funcionarios norteamericanos ha hecho correr rumores de que, además de negociar con Pérez de Cuéllar, los enviados de la Junta Militar mantendrán también contactos con la Administración Reagan, con lo que se abrirían nuevamente las expectativas de una participación de Estados Unidos en la búsqueda de un acuerdo de paz.

Este último esfuerzo negociador coincide Con la presencia de Argentina en la reunión coordinadora del movimiento de países no alineados que se celebra en La Habana, donde se espera una dura condena del Reino Unido y un amplio respaldo a la postura de Buenos Aires.

Además de este apoyo, el ministro Costa Méndez tratará en La Habana de ganarse los votos de algunos países no alineados que forman parte del Consejo de Seguridad de la ONU, como Uganda y Togo, y de expIicar su posición a los representantes de otros muchos de cara a una asamblea general extraordinaria de las Naciones Unidas que podría tratar próximamente la crisis de las Malvinas.

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