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La guerra en el Atlántico sur

Gran Bretaña condiciona el alto el fuego a la rendición argentina

Andrés Ortega

Londres planteó ayer un ultimatum a Buenos Aires: o los argentinos presentan la rendición y se retiran de las islas Malvinas o que se atengan a las consecuencias. En los primeros combates para la reconquista de Port Stanley, las tropas británicas pudieron divisar ayer las blancas casas de madera de la capital. La resistencia argentina puede ser feroz. En Goose Green, según el Ministerio de Defensa, 200 de ellos perdieron la vida.

Los corresponsales de guerra han revelado los verdaderos horrores de esa batalla: los argentinos disponían de 40.000 litros de napalm e hicieron crueles trampas con la bandera blanca.Jeremy Hands, de la Televisión Independiente, describió ayer un incidente de esta batalla. "Una bandera blanca ondeó desde una trinchera argentina. En cuanto unas tropas británicas se descubrieron para acercarse y aceptar la rendición, los argentinos abrieron fuego". Un oficial muerto y varios paracaidistas heridos. "No se les dió una segunda oportunidad" a estos argentinos, explicó Hands, añadiendo que el incidente había crispado los ánimos de las fuerzas británicas a las, que se les exigió que no tomaran represalias.

40.000 litros de napalm fueron encontrados en Goose Green, según otros corresponsales, dispuesto a ser lanzado desde los aviones Pucara. Algunos de los bidones de napalm estaban ya preparados para su uso junto con instrucciones en castellano. En contra de lo que dicen los corresponsales, el Ministerio de Defensa no tiene noticias de que los argentinos llegaran a usar este producto. Los británicos encontraron también grandes cantidades de municiones.

Los verdaderos horrores de esta guerra venían ilustrados ayer en las crónicas de estos corresponsales: quirófanos improvisados, cientos de operaciones y colas de heridos esperando con vendas ensangrentadas. En Goose Green, según la versión oficial de Londres, murieron 17 británicos y 31 de ellos resultaron heridos de un total de 600 hombres. Por parte argentina, 250 muertos y 1.400 prisioneros de los cuales 120 están heridos. Durante varias horas de la batalla los británicos habían dejado de fiarse de las banderas blancas de los argentinos.

Margaret Thatcher, primera ministra británica, plateó ayer un ultimatum a Buenos Aires a través de sir Anthony Parsons, su embajador ante las Naciones Unidas, cuyo secretario general pasó el mensaje a los argentinos.

En el frente militar, el Ministerio mantiene un silencio total sobre las operaciones en tierra. Ayer tarde señaló que un Hércules e 130 argentino, avión de transporte también utilizado como bombardero, había sido derribado a 60 millas al norte de la isla Pebble por un Harrier "que operó desde el portaeronaves Invincible", reiterando así que este buque seguía en funcionamiento.

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El Ministerio tan sólo confirmó oficialmente la víspera combates en la zona de monte Kent a unos 19 kilómetros de la capital. Según fuentes oficiosas los británicos lograron tomar esta posición sufriendo menos de 10 heridos, pero varios argentinos murieron en la operación. Estas fuentes señalaron que los británicos estaban conquistando otras posiciones para asegurarse puntos estratégicos aún más próximos a la capital.

Antes de lanzar un ataque frontal sobre Puerto Stanley, indicaron ayer fuentes oficiosas, el vicealmirante John Woodward intentará ofrecer una rendición honorable a la guarnición argentina Otras fuentes señalaron que antes de la decisiva operación, los británicos necesitan situar miles de toneladas de materiales y de hombres en las colinas que circundan la capital. Para la columna británica que siguió la ruta del norte, el puente de Murrel, al noroeste de Las Dos Hermanas, es un punto difícil de cruzar. Una vez tomado, y una vez asegurado el cercano monte, el camino a la capital es cuesta abajo, geográficamente hablando. El terreno es "terrible, una mezcla de turba blanda y de rocas" según un isleño.

Desde el monte Kent los cañones del 105 del comando 29 del regimiento de artillería podrán alcanzar las posiciones argentinas que rodean a la capital y que los Harrier y buques británicos siguen bombardeando machaconamente.

El desembarco de 3.000 soldados -galeses, escoceses y gurkas del Nepal- no ha sido oficialmente confirmado aunque sí generalmente admitido por la prensa británica. Con estos refuerzos, unos 7.000 soldados británicos se enfrentarán a otros tantos argentinos, bien armados y atrincherados.

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