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La reforma fiscal, base de la SSE ("Supply Side Economics")

Nadie pudo sospechar que una idea tan simple se vendiese tan bien. Esa idea es la que Arthur Laffer expresó en una servilleta de papel durante la sobremesa en un restaurante de Washington en 1974. Lo que Laffer dibujó en aquella servilleta es su curva, que relaciona tipos impositivos con recaudación fiscal (una curva, por cierto, expuesta ya por Dupuit en 1844). Imaginemos un impuesto -el que recae sobre la renta personal- y un tipo de gravamen que se aplica sobre esa renta. La recaudación es cero cuando el tipo de gravamen es cero (no hay impuestos, no hay hacienda pública: estaríamos en el reino de la anarquía), y también cuando el tipo es el 100% (nadie trabajaría para pagar todo al Estado: estaríamos en el mundo de la economía totalmente sumergida, el paraíso de los italianos). Entre esos dos puntos discurre la vida real a lo largo de una parábola que nos da siempre dos puntos con dos tipos de gravamen diferentes, pero con idéntica recaudación: A y B (en A, con un tipo impositivo OC, se recauda CA = BD, cantidad ésta última recaudada con un tipo impositivo OD > OC).La fiscalidad de nuestro tiempo nos ha colocado, según Laffer, en la rama descendente de la curva (de M a B). A partir de aquí empiezan los consejos: reducir los tipos de gravamen para obtener la misma recaudación, pero más renta privada. Ese es el consejo sobre el que ha construido su fortuna AB Laffer Associates, una consultora que tuvo su primer cliente en Carlos Romero Barceló, gobernador de Puerto Rico, que redujo los impuestos tras la consulta de Laffer. Los clientes fueron más importantes después: en 1971 asesoraría a Nixon; en 1980, a Reagan, inspirando la propuesta Kemp-Roth de rebaja de los impuestos de un 30% en tres años (10% cada ejercicio). Las ideas de Laffer se compartieron y defendieron por otros muchos economistas y políticos, dando su argumento principal, servido con una retórica brillante, a dos obras convertidas en éxitos de ventas: The way the world works, de June Wanninski, y Wealth and poverty, de George Gilder. El Congreso norteamericano terminó incorporando a la fiscalidad estadounidense los consejos de la reforma sugerida por Laffer: el presupuesto para 15182 aprobó la amortización acelerada, se protegió fiscalmente el ahorro individual, se comprometió una rebaja del 25% en el sentido de la propuesta Kemp-Roth, pero en tres años (5% en el primero y 10% en 1983 y 1984) y a partir de 1985 se aprobó la indiciación de la tarifa del impuesto sobre la renta y de los mínimos exentos.

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Coyuntura mundial y 'reaganomía'

Y bien, ¿qué ha pasado? El milagro de la reducción de tipos no se ha traducido por ahora en más producción y renta y mayor empleo. Lo contrario es más bien cierto. ¿Por qué? Hay muchas respuestas a esa pregunta. Dar tiempo al tiempo es la primera: las medidas sólo están funcionando desde octubre de 1981. La indignada de Laffer es la segunda: la reforma fiscal no se ha realizado, pues tan sólo se redujo el impuesto un 5%; las otras dos rebajas quedaron aplazadas a 1982 y 1983 por el temor de David Stockman (director de la Oficina del Presupuesto) al enorme déficit en que incurriría el presupuesto por una reducción instantánea de la imposición. "Se ha saboteado la reforma fiscal y se están pagando las consecuencias", sentencia Laffer. Entre tanto, los economistas más prestigiosos -Jamesi Tobin, Sidney Weintraub, George Perry- afirman que ha sucedido lo que tenía que pasar: los incentivos fiscales tienen un valor limitado y no son un remedio milagroso. ¿Qué base empírica tiene la curva de Laffer? Ninguna. Nada prueba que estemos en el tramo descendente de la curva MB. Nada autoriza a afirmar dogmáticamente que una reducción fiscal aumenta siempre el deseo de trabajo, de ahorro y de inversión. Toda rebaja fiscal produce dos efectos: efecto-renta (aumenta la renta neta de impuestos percibida por el contribuyente) y efecto-sustitución (que aumenta los incentivos). Un aumento de la renta -por reducción de los impuestos- puede constituir un incentivo para trabajar más, pero, como mejora la renta, puede hacer que aumente la preferencia ,de los contribuyentes por el ocio o por el gasto. No hay razón alguna que permita afirmar de antemano cuál de esos efectos será el preponderante. Los trabajos empíricos de la Brookings Institution dirigidos por Aaron y Pechman prueban la existencia de efectos positivos (sustitución) de algunas reducciones impositivas, pero limitados y, extendidos en el tiempo. Efectos que en manera alguna pagan por sí mismos las rebajas fiscales: la simetría de la curva de Laffer es una utopía sin base real.

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