"Voy a educar a mi pueblo para que sea capaz de cuestionar todas las injusticias que padece"
Un hijo de mineros casi analfabetos, que según dice él mismo fue el primero de veintidós hermanos en poder calzar zapatos, tiene serias posibilidades de ganar mañana en las urnas la Presidencia de Colombia, algo que ya intentó sin éxito en tres ocasiones anteriores. Contra lo que pudiera pensarse por sus orígenes, Belisario Betancur, 59 años, doctor en derecho y ex embajador en España (1975-1977), representa la opción conservadora.El suyo es un conservadurismo populista, que le lleva a prometer audaces mejoras sociales, a menudo difícilmente realizables, bien por falta de recursos, bien porque los otros barones del partido no participan de su reformismo. El representa el sector menos duro del conservadurismo, que ha dado a Colombia numerosos halcones.
En su casa de barrio rico bogotano, rememorando la difícil infancia de un hombre hecho a sí mismo, ha declarado con énfasis casi revolucionario a EL PAIS: "Voy a educar a mi pueblo para que sea capaz de cuestionar todas las injusticias que padece".
Betancur es de los que no se para en promesas. Eso ha hecho que su principal oponente, el liberal Alfonso López Michelsen, haya dedicado una de sus intervenciones en televisión a demostrar que no se puede realizar cuanto dice.
Al candidato conservador no le ha faltado tiempo para inventar su último y más eficaz eslogan: "Sí se puede". Y afirma con aplomo que "se puede dar empleo a los que no lo tienen, se pueden ofrecer viviendas sin cuota inicial, se puede vencer el analfabetismo y se pueden dar oportunidades de educación superior a las gentes de menos recursos por medio de una universidad a distancia".
Incluso algunos de sus seguidores opinan que la necesidad de ganar (admite que esta es la última vez que se presenta a las elecciones presidenciales) le ha llevado a desaforar su demagogia. De hacer caso a sus compromisos preelectorales, Colombia será dentro de cuatro años, si no un paraíso, sí al menos un país que habrá resuelto los graves problemas de miseria que hoy padece. "Mi contradictor (Alfonso López Michelson) se opone, por ejemplo, a la universidad a distancia porque no quiere que haya tantos profesionales. El es un señorito educado en Londres, que tiene a gala usar corbatas de Vía Condotti. Pertenece a la alta aristocracia de este país, a la que no le gusta que los de abajo se eduquen, porque empiezan a preguntarse por las tremendas diferencias sociales y por la resignación cristiana que se les ha enseñado".
Vivienda, desempleo y analfabetismo son los tres problemas que ha manejado por todo el país a lo largo de una campaña en la que recorrió más de 200.000 kilómetros. Ha sido tan pródigo en la siembra de esperanzas, que su incumplimiento podría generar fuertes tensiones sociales. A, Belisario Betancur no le gusta concretar cómo va a hacer efectivas sus ofertas. En realidad, rara vez concreta nada. Es un personaje disperso, que para eludir cualquier compromiso en una entrevista pone en movimiento su erudición, un poco para hacer gala de un autodidactismo del que presume.
Esto ocurre también cuando afronta una cuestión tan candente como la pacificación del país. "¿Es usted partidario de negociar la paz con los rebeldes?". "Ya hemos negociado en otras ocasiones. Lo hicimos a la vista del mundo entero, con las cámaras de televisión por testigos, cuando fue ocupada la Embajada de la República Dominicaca". No vale la pena insistir sobre una posible negociación aquí y ahora. De nuevo se escapa por un lateral. "Cuando se creó la comisión de paz yo envié una carta privada para ofrecer mi ayuda en todo lo que considerasen oportuno. La próxima semana, cuando sea presidente electo, volveré a convocar a la comisión".
Betancur tiene para la violencia política un programa de largo plazo. "En todo proceso subversivo obran agentes subjetivos y objetivos. Los primeros son los que toman un fusil al hombro y se van al monte. Pero lo hacen acosados por razones objetivas: analfabetismo, desnutrición y falta de ayuda a ese ser unamuniano que está en las montañas y apenas suele ser otra cosa que carne de cañón de los políticos en época electoral".
"Sólo cuando hayamos logrado eliminar esos agentes objetivos, los idealistas, porque los guerrilleros son idealistas, irán bajando las armas. Ese será el momento para ir a la negociación política. Hace dos años, cuando se planteó la amnistía en el Congreso, dije que la apoyaba, pero que si no se suprimían sus causas sería simple cosmética, porque otros tomarían las armas de los que regresen del monte, y así sería necesario dar nuevas amnistías cada año".
La redistribución de la riqueza es una de las terapéuticas que propone este candidato de la derecha absolutamente atípico. Y por ahí ataca con dureza a López Michelsen, de quien dice que durante su mandato presidencial propició la formación de los grandes conglomerados financieros que dominan Colombia.
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