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TRIBUNALES

El fiscal pide cien años de prisión para los presuntos asesinos del industrial Juan Vilá Carbonell

A las 7,30 de la tarde de ayer, jornada inicial del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Huesca contra Neus Soldevila, tres de sus hijos y la empleada de la casa, acusados de dar muerte al marido y padre de las encausadas, Juan Vilá Carbonell, el 28 de junio de 1981, para los que el fiscal pide más de 100 años de prisión, Marisol Vilá, 15 años, hija también dé la familia, dio la vuelta a la causa. De haberse venido confesando, desde el día de los hechos, autora material de los disparos que acabaron con la vida de su padre en la finca que la familia tenía en Esplús, (Huesca), pasó a negar absolutamente su participación y a decir que su madre le había pedido que se declarara culpable porque, al ser menor de edad, no podía ser procesada.

Marisol Vilá entró en la sala de lo Penal de la Audiencia de Huesca como primer testigo, tras la declaración de los cinco procesados. Cuando los asistentes a la audiencia pública dirigieron sus miradas a la puerta para ver entrar a la niña de 15 años, a disposición del Tribunal Tutelar de Menores, que un día de junio del año pasado disparé contra un padre odiado por toda la familia, apareció una mujer alta, rubia y vestida de fucsia, que dirigió al Tribunal su mirada desafiante y obligó al magistrado Duplá a ponerse las gafas, mientras el fiscal pasaba en diversas ocasiones del "tú" al "usted".La viuda del hombre al que la propia policía calificó como "una bestia que tenía atemorizada a toda la familia" vestía ayer un traje de chaqueta azul marino y llevaba el pelo suelto en una melena larga y lacia. La acompañaba una mujer sexagenaria, de pelo cano y estatura baja, Inés Carazo, a la que los autos califican invariablemente como "criada" y "sirvienta", y una muchacha flaca, con pantalones y escueta cola de caballo recogida con dos pasadores rosas. Nadie diría que el fiscal pide para ella, que tiene 18 años, 26 de prisión. Detrás entraron los gemelos, altos, desgarbados y con jersei azul, que en el momento de la muerte de su padre tenían 17 años y pueden pasarse otros tantos en la cárcel si el tribunal accede a la petición fiscal.

Juan Vilá Carbonell, de quien algunos de sus conocidos dijeron que "era un ultraderechista de carácter duro y maneras primitivas que tenía un trato muy malo con los trabajadores, a los que consideraba poco menos que esclavos" apareció ayer en el relato del secretario de la Sala y en los testimonios de sus familiares como un hombre autoritario y violento que hacía trabajar duramente a sus hijos y despreciaba el trabajo intelectual. La familia le había oído reiteradamente decir que si su mujer se separaba de él o los hijos se iban de casa, los mataría y fueron precisamente los miembros de su familia quienes empezaron a pensar que se habían quedado muy cortos descuidando el aumento de las dosis médicas de Valium 10, echándole algún fósforo en el café o comprando un frasco de éter "por si podíamos dormirle".

Acostumbrados como les tenían Juan Vilá a las armas -dormían en Esprús con escopetas cargadas en todas las habitaciones con la orden de que, al menor ruido "primero disparáis y luego preguntáis", según contó la hija mayor, la mujer y dos hijos empezaron, realmente, a pensarse la posibilidad de jugar con fuego.

En Neus Soldevila, la madre, contrastaron ayer su desparpajo de aspecto y los titubeos ante el Tribunal. Contestó con muchos "puede" y "quizá", algunos de ellos muy explicables, si se tiene en cuenta que se pretendía de ella que acusara a sus propios hijos, cuestión improbable no ya sólo por lazos de sangre, sino porque una y otros tienen el mismo abogado.

Neus Soldevila reconoció ser la heredera en el testamento de Juan Vilá y la beneficiaria de dos pólizas que el constructor suscribió por valor de 25 millones de pesetas, pero dijo que "estaba muy aborrecida" y que tenía mucho miedo. El miedo fue, ayer, un sentimiento predominante en las declaraciones sobre un marido que había amenazado de muerte a su esposa. María Nieves, la mayor de los seis hermanos, no tuvo empacho en manifestar que su padre Jamás les llamaba por su nombre, sino, "sucia", "bruta" o "cabrones" y explicó que jamás osaron hacer algo que le contradijera. Ella ya sabía, por ejemplo, que su hipotético marido debería ser "catalán o alemán, de derechas y con capital".

El 28 de junio del año pasado, Neus, la madre, dijo estar desesperada dispuesta a suicidarse. La familia salía para Barcelona y a ella le vencían al día siguiente unas deudas que había contraído para enjugar, a su vez, otras, en una espiral que ella explicó como necesaria para mantener a sus hijos ante la mala racha de los negocios de Juan Vilá. Ese día, se metió en la cama con dolor de cabeza hasta que llegó su marido, quien, tras decidir aplazar la partida hacia Barcelona y obligarla a hacer el amor, quedó profundamente dormido, como, al parecer, acostumbraba.

Neus y sus hijos no aceptan haber hablado de matar al padre. Sólo "hacían comentarios". Pero ese día los gemelos y Marisol probaron una pistola del padre en el campo, contra unas balas de heno, la niña dijo esta frase repetida en el sumario de "vosotros no tenéis cojones, lo haré yo" y disparó sobre Juan Vila mientras dormia

Las armas siempre cargadas

Ayer, tras la declaración de Inés Carazo, 13 años al servicio de la familia, quien dio una de cal y otra de arena para Neus Soldevila, Dero coincidió, en definitiva, en el carácter violento) de Juan Vilá quien "no paraba de beber", entró Marisol, la hija de éste, como testigo. Y entonces se trastocaron las conclusiones provisionales y se dio vuelta a la causa: ni el padre se llevaba tan mal con su familia, ni pegó a persona alguna, así como tampoco tenía asomo de rencor. Poseía, simplemente, un carácter muy fuerte, y discutía con sus hijos.

Marisol dijo que oyó perfectamente a su madre decir que "había que deshacerse de ese hombre o se tiraba al tren" y arremetió contra todos los sentados en el banquillo, hasta el punto de que el presidente tuvo que ordenar un tenso careo individual con su madre y cada uno de sus hermanos, que no aclaró prácticamente nada. Los psiquiatras hablarían luego de bloqueo emocional, pero ella lo resumió así: "he pasado ocho meses allí dentro, en el Colegio de Barcelona, porque esperaba que mi madre explicase la verdad. En cambio, ella me ha reprochado en todas sus cartas que he podido ver el sol".

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