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Las visitas a las cuevas de Altamira seguirán siendo controladas y restringidas

Los resultados del control de las pinturas se podrán conocer en marzo de 1983

Tres meses después de la apertura controlada de las cuevas de Altamira, en Santillana del Mar, el equipo de técnicos encargado de la investigación de la conservación de las pinturas, que es coordinado por el profesor de la Universidad de Santander Eugenio Villar, ha presentado ante la Comisión Nacional de Conservación del Patrimonio Rupestre un informe en torno a los trabajos realizados y en relación con futuras medidas. Las campañas sistemáticas de medidas para determinar la incidencia de los visitantes en las condiciones de las pinturas finalizarán presumiblemente a finales del primer trimestre de 1983, momento en el cual se podrá decidir la reapertura definitiva de las cuevas, así como el número de visitantes que podrán recibir, que por ahora seguirá con un estricto control.A primeros de junio se reunirá en Santillana del Mar la Comisión Nacional de Conservación de Arte Rupestre, que preside el doctor Ripoll, director del Museo Arqueológico Nacional Esta comisión cuenta ya con un informe elaborado por la comisión técnica en el que, entre otras medidas, se propone el mantenimiento de las visitas controladas, que aumentarían ligeramente durante algunos meses más, así como la simulación de la presencia humana en el interior de la cueva.

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Estas simulaciones se llevarán a cabo reproduciendo las características del cuerpo humano en cuanto a temperatura, emisión de anhídrido carbónico, etcétera, "lo que nos permitirá conocer", señala el profesor Villar, "cómo se va a alterar el microclima de la sala de polícromos sin necesidad de la presencia humana en el interior".

Para el jefe del Departamento de Física Fundamental y coordinador del equipo investigador, en el que están incluidos físicos, químicos, geólogos y biólogos, "con los resultados obtenidos -hasta el momento es prematuro sacar conclusiones, ya que ahora estamos estudiando las correlaciones existentes entre el número de visitantes y el tiempo de recuperación de las condiciones de la cueva. Será al final", añade, "cuando se realice el tratamiento estadístico de estos datos, cuando podremos ofrecer datos concretos". En este sentido, el profesor Villar destacó la extraordinaria sensibilidad de la sala de polícromos a la presencia humana, dadas sus especiales características, ya que se trata de una bolsa de aire de tan sólo 326 metros cúbicos unida al resto de las cuevas por un pasillo de quince metros de largo. El profesor Villar cree que a partir de marzo de 1983 ya no serán necesarias más campañas sistemáticas de medidas, pero "de ningún modo esto significa que finalizan los trabajos de investigación".

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