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Campaña al Parlamento andaluz

Esfuerzo socialista para obtener la mayoría absoluta y despliegue de UCD por recuperar a su electorado

La campaña electoral andaluza, marcada en sus dos últimas semanas por el protagonismo activo del empresariado y otras organizaciones corporativas ajenas a los partidos políticos, ha girado en líneas generales, a juicio de diferentes observadores, en torno a dos posiciones: el esfuerzo socialista por obtener una mayoría absoluta que le permita gobernar solo -y así disociarse de los comunistas ante una próxima convocatoria de elecciones generales- y el importante despliegue, más económico que humano, de UCD por recuperar un destacado sector de su electorado, hoy escorado hacia posiciones próximas a AP.

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El partido socialista ha sido golpeado, por su fuerza en esta región, en sus flancos izquierdo y derecho. - Por un lado, el empresariado y la propia UCD, que han utilizado como argumento, frente a las posiciones de esta organización, la política de pactos entre socialistas y comunistas, con constantes alusiones al reciente caso del Gobierno regional asturiano.De otro, el propio Partido Comunista de España, que durante toda la campaña, mediante intervenciones de sus principales líderes, ha repetido constantemente que el PSOE no alcanzará la mayoría absoluta, lo que le obligaría a contar con ellos de cara a la formación del futuro Gobierno autónomo andaluz. Los comunistas han anunciado en esta campaña que pretenden exigir a los socialistas, caso de que obtengan una victoria, varias carteras; entre ellas, las de Agricultura, Industria y Trabajo.

Sin embargo, el PSOE, guiado más por la particular posición de Rafael Escuredo, cuya presencia activa dentro de este partido está hoy al menos asegurada por su especial arraigo popular, ha sido inflexible en sus intervenciones públicas, y a pesar del riesgo que puede suponer vaticinar pronósticos, se ha reafirmado en sus tesis, rechazando públicamente cualquier pacto con la organización que dirige Santiago Carrillo. Actitud esta que ha adobado en varias ocasiones, siempre en intervenciones públicas, el candidato oficial, Rafael Escuredo, primero diciendo que es socialdemócrata y después anunciando que la formación del Gobierno es competencia del presidente y no del partido al que pertenece.

Campañas paralelas

La campaña socialista, bien organizada y con una inversión económica que, a tenor de la abundante publicidad y del incesante desplazamiento de sus hombres, parece no ajustarse a las cifras oficiales ya anunciadas, se ha visto sorprendida en cierto modo por las campañas paralelas del empresariado y de los enseñantes religiosos, una contra el modelo económico y otra contra el modelo de enseñanza del partido.

El acoso a los socialistas, no obstante, quedó en suspenso en los últimos días al prohibir la Junta Electoral Central la campaña empresarial, por lo que la patronal ha tenido, a pesar de haber ganado un recurso en el ámbito territorial de Sevilla, que volver a posiciones más moderadas y clamar, mediante el vehículo publicitario, por la libertad de expresión.

UCD, apoyada en Soledad Becerril y en casi todo el resto del Gobierno, ha realizado no sólo en estos veinte días, sino también en la precampaña (incluida la Semana Santa y las primeras romerías y ferias del mes de abril), un importante esfuerzo por recuperar a su primitivo electorado, ahora en parte más cerca de Manuel Fraga que de los planteamientos centristas.

La incógnita durante esta campaña ha sido el Partido Socialista de Andalucía, de Alejandro Rojas Marcos, que ha contado a su favor con el hecho de ser el único partido que ha presentado una oferta nacionalista. El PSA incluye en sus listas desde hombres de gran moderación, corno el alcalde de Sevilla y candidato oficial por este partido, Luis Uruñuela, hasta destacados ex dirigentes de organizaciones próximas al desaparecido Partido del Trabajo de España.

La campaña del PSA ha sido poco incisiva y se ha centrado más en descalificar, aunque en tonos suaves, a los dos principales partidos, que le han respondido sólo en ocasiones muy especiales, caso del PSOE, que, en palabras de Alfonso Guerra, le vinculó a Unión de Centro Democrático, o de este último partido, que le incluye en el modelo socialista y le acusa de tercermundista.

Pero en lo que no se ha insistido en esta campaña es en el experimento que supone celebrar un domingo en Andalucía unas votaciones tan trascendentales como éstas, y probablemente las últimas antes de las próximas generales. Los empresarios -así lo reconoció Manuel Martín Almendro, presidente de la Confederación Empresarial Andaluza- presionaron para que la fecha fuera en domingo, y la propia Junta de Andalucía aceptó, quizá pensando en que la patronal veía con buenos ojos esta medida al no tener que alterar la línea de productividad.

La respuesta empresarial ha sido, en cambio, completamente distinta y ha existido agresividad verbal, además de una importante inversión en propaganda publicitaria. No obstante, en los estados mayores de los respectivos partidos preocupa tina fuga masiva de familias el domingo hacia las playas, sobre todo teniendo en cuenta las elevadas temperaturas que están registrándose estos días. Los partidos en la campaña han sido, en opinión de los citados observadores, bastante, optimistas de cara al electorado y no han planteado a fondo el caso.

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