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RELIGION

Soviéticos y americanos pactan, en Moscú, las conclusiones del congreso sobre la paz

Con, un llamamiento a la ONU "para poner fin a la carrera armamentista, limpiar nuestra tierra de la inmundicia de las armas nucleares y dedicar los inmensos recursos que hoy se malgastan en los armamentos a la edificación de un mundo sin guerras" se despidió el medio millar de líderes religiosos que había asistido en Moscú a la Conferencia Mundial contra las Armas Nucleares, convocada por el patriarca de Moscú y de toda Rusia.Muchos de los invitados occidentales habían dudado entre no ir -pensando en que aquello podía ser una encerrona preparada por Pimen, el patriarca moscovita representante del nacionalcatolicismo a la soviética- o estar presentes tratando de dar un contenido plural a los debates de la conferencia. "El documento final", comenta Miret Magdalena, "es perfectamente aceptable y respeta la libertad de discusión que allí ha dominado".

Se trata, según opina José Antonio Gimbernat, otro asistente español, de un documento previamente pactado entre soviéticos y estadounidenses, los dos grandes protagonistas del encuentro. Señal del equilibrio que se ha pretendido lograr es la aceptación tanto de la "moratoria nuclear" de misiles de medio alcance que propugnan los soviéticos como el reconocimiento de la buena voluntad de Reagan al proponer amplias negociaciones sobre el desarme. Hasta el predicador Billy Grahan, apodado la Metralleta de Dios y conocido por sus opiniones políticas tan cercanas a las de Ronald Reagan, no desató la habitual caja de los truenos antisoviética, sino que se limitó a unas consideraciones pacifistas inspiradas en la Biblia y en frecuentes referencias a Albert Einstein, el hombre que lloró públicamente por el mal uso que se estaba haciendo de sus descubrimientos y que se lamentaba de "que la fuerza del átomo ha cambiado todo, menos nuestra forma de pensar". La Prensa alemana insinuaba que este silencio de Billy Grahan era el precio de los altos honores que se le habían dispensado en la capital moscovita. Según un portavoz de la Casa Blanca, el vicepresidente americano, George Bush, intentó infructuosamente disuadir a Billy Grahan de ese viaje.

El encuentro ha puesto de manifiesto la capacidad de convocatoria del patriarca de Moscú, que ha sabido llevar la reunión con gran flexibilidad, sin someterse aparentemente a dictados políticos. El escenario grandioso del hotel Meschdunarordnaja, con un comedor gigantesco adornado de sayos rituales de budistas, mahometanos, ortodoxos y otras confesiones, "superaba la fantasía barroca del mismísimo Fellini", comentaba Gimbernat.

Los asistentes españoles reconocen que ha habido libertad de expresión, aunque la crítica contra la política de Estados Unidos haya sido dura, y las referencias a la Unión Soviética, más bien blandas. Un caso aparte, y quizá excepcional, fue el veto a unos representantes holandeses miembros del Consejo Interconfesional de la Paz, a quienes se les negó la palabra por motivos formales, aunque la verdad de fondo era la contundencia de su crítica tanto al armamentismo americano como al soviético.

Los países del Este que aplauden las iniciativas de paz occidentales no quieren esos movimientos en su casa.

De España viajaron dos delegaciones, una cristiana, compuesta por Miret Magdalena, José Antonio Gimbernat y Luis Poveda. "La delegacion oficial parecía ser la musulmana", comentaba uno de los cristianos. "Excepcionalmente, viajan en primera, y a los demás nos han colocado en clase turista".

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