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"No se puede hablar de toxicomanía, sino de drogomanía", afirma Lucien Engelmajer

"Hoy ya no cabe hablar de toxicomanía, sino de drogomanía. El toxicomano buscaba hace años sentir, ver, gozar, viajar en el espíritu, mientras que hoy el drogómano persigue la autodestrucción, la desaparición de la vida, la no participación en la sociedad. Las toxicomanía lleva a la degradación moral, pero la drogomanía no sólo se queda ahí sino que además produce trastornos mentales y da lugar a psicópatas", señaló Lucien Engelmajer, fundador de la asociación El Patriarca, dedicada a la rehabilitación de drogadictos mediante métodos naturales, a través del aprendizaje de la vida.

Engelmajer se encuentra de viaje por España, y en varias provincias ha mantenido contactos con organismos oficiales y locales para abrir nuevos centros en nuestro país. Actualmente existen ocho, pero el número va a crecer en breve, puesto que la Diputación de Guipúzcoa se ha comprometido a ceder cinco caseríos.; en Lugo hay terrenos para ubicar otro centro, y en Valladolid, donde existe ya uno, las gestiones están muy avanzadas para la adquisición de la finca La Mejoroda, en Olmedo. El gobernador civil de Valladolid se ha comprometido también a realizar gestiones ante la Dirección de Instituciones Penitenciarias para que a los jóvenes que estén en centros de El Patriarca y tengan pendientes cumplimientos de condena se les compute el tiempo que permanezcan en período de rehabilitación.Lucien Engelmajer está preocupado porque en los últimos dos años se han producido diferencias importantes en la evolución del problema de la droga. "Los toxicómanos son cada vez más jóvenes y los productos utilizados difieren. Se ha producido un aumento del 2% en el número de enfermedades mentales entre jóvenes de catorce a dieciocho años porque comenzaron a ingerir de niños disolventes, fármacos mezclados con alcohol y otras sustancias. El cerebro reacciona mal y se producen psicosis, neurosis maniaco-depresivas, angustias, etcétera. El hachís, al ser utilizado por niños de corta edad cuyo cerebro no soporta bien la nocividad, es el culpable de parte de estas enfermedades. Está perfectamente demostrado a través de estudios que, aunque sólo se consuma hachís, surgen enfermedades mentales".

No a la legalización del hachís

Esta es una de las principales razones por las que Engelmajer se opone tajantemente a la legalización del hachís. "Cuando he estado recientemente en Madrid he visto con sorpresa que hay mucha gente partidaria de la legalización; no lo entiendo. El hachís es el inicio de una escalada que no siempre lleva, pero que también conduce a la cocaína, al LSD, a los disolventes, al pegamento, a los fármacos. Aunque sólo el 4% de los consumidores de hachís pasan a la heroína, otro 15% asciende ala cocaína o a otros productos peligrosos, aunque sean legales".El problema del descenso de la edad de los consumidores de drogas es un reto importante para los métodos de rehabilitación de El Patriarca. "A pesar de nuestra experiencia nos resulta dificil adaptarnos a esta nueva situación. Lo más complicado es hacer descubrir a los jóvenes motivaciones suficientes para que abandonen el consumo. Los niños de doce a catorce que han caído en la droga son amorales, asociales, están ausentes de todo y no les importa nada. Es difícil que amen la realidad cotidiana, la vida, el amor, porque tienen trastrocada la escala de valores. Muchos se han prostituido con once o doce años e identifican amor con dinero. Son problemas muy graves que estamos tratando de solucionar, pero incluso los monitores extoxicómanos tienen problemas serios con estos nuevos drogadictos".

Para Lucien Engelmajer el problema de la droga es político. "El toxicómano no vota, no se sindica, no reivindica, es un objeto manipulado. Se inclinará por la derecha o la izquierda, según quien pueda ofrecerle droga o legalización de estos productos o algo parecido".

En España hay solución

"En España", señaló Engelmajer, "todavía se está a tiempo de cortar el problema, y, sobre todo, de acentuar la rehabilitación de toxicómanos. Y ello por dos razones fundamentales: la principal es que en España los padres no abandonan jamás a sus hijos, son muy solidarios con ellos. En ningún país me he encontrado un fenómeno similar. La segunda es que el español cuando se droga lo hace a lo bestia, a tope, pero cuando quiere abandonarla tiene más fuerza de voluntad que nadie y un orgullo que le lleva a cumplir lo que se propone". La preocupación esencial de Engelmajer en ese terreno es que "faltan personas que quieran vivir con los toxicómanos. Muchos se interesan por la toxicomanía y el producto, pero pocos por el toxicómano. Pocos entienden o parecen entender que ayudar al toxicómano no es un trabajo, sino una manera de vivir".

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