Grecia, Turquía y la OTAN
LA VISITA del general Haig, secretario de Estado de Estados Unidos, a Turquía y Grecia, tiene la obvia intención de restaurar la Alianza Atlántica y su propia presencia militar y política en un área continuamente peligrosa. Es imprescindible ver, sin embargo, un resultado paradójico con respecto a esa misma alianza, que se fundó en una gran retórica de textos y discursos de defensa del mundo libre, como es el de respaldar, elogiar y ofrecer recompensas a un régimen militar como el turco, que no es precisamente de los más suaves y tolerantes de la constelación de dictaduras que todavía avergüenza al mapamundi. Para Estados Unidos es una mera cuestión de realismo político, del sistema de alianzas con el diablo que ya justificó Churchill en momentos muy graves. Pero, si fortalece sus posibilidades en una zona muy peligrosa, le priva, en cambio, de credibilidad cuando se enfrenta con otros regímenes parecidos, pero que no sirven a su gran designio global. Y puede ofrecer estímulos a otros viciosos del poder a la fuerza y por la fuerza. Haig sabe muy bien que los países europeos no aceptan el régimen turco: avalarlo como lo ha hecho supone aumentar más la brecha de desconfianza entre la doctrina de Reagan y la de los Gobiernos europeos.Grecia y Turquía han sufrido considerablemente en sus relaciones mutuas y en sus políticas internas como consecuencia de la pertenencia o alejamiento de la OTAN. Están enfrentadas entre sí: el contencioso se remonta a la caída del imperio bizantino y permanece en una actualidad continua por razones de fronteras, aguas territoriales -en las que hay petróleo-, minorías de cada país situadas en el otro, reparto o dominio de Chipre. La irrupción de la izquierda -Papandreu- en Grecia ha supuesto el triunfo de unas ideologías que se oponen a la permanencia de Grecia en la OTAN -Haig ha sido recibido en Atenas con importantes manifestaciones contrarias a la OTAN y la existencia de b ases de Estados Unidos-; pero quizá el tema más popular en contra de la OTAN es que ella, y Estados Unidos, favorecen a Turquía. Grecia se considera siempre como virtual víctirna de Turquía; si Turquía es favorecida en cuestión de armamentos y en el fortalecimiento de un régimen militar agresivo, Grecia no puede permanecer en la OTAN. El propio Papandreu ha explicado este punto de vista en su reciente visita ar Argelia -y cada vez hay más comunidad de política exterior entre Argelia y Grecia- con una frase más bien retorcida: Grecia sigue estando contra Ios grandes bloques", pero no ignora que "hay que considerar las realidades estratégicas y los problemas de los equilibrios de poder en relación con nuestros problemas nacionales y las necesidades de la defensa". En un idioma más sencillo, esto indica que Grecia suspendería su decisión de abandonar la OTAN a cambio de que se le ofrecieran garantías suficientes frente a Turquía. Alegan los griegos que durante el tiempo en que Grecia ha estado ausente de la alianza, ésta y Estados Unidos han compensado en favor de Grecia el posible vacío militar creado, y que, ahora, este desequilibrio subsiste. Una de las compensaciones fue, precisamente, la promoción y fortalecitnento del régimen militar, por la necesidad supuesta de acabar con el terrorismo, pero, en realidad, para acabar con una tendencia neutralista que estaba creciendo entre los turcos. Para Haig ha bastado ahora la declaración de que se restaurará la democracia en Turquía en 1984, y no parece haber insistido dernasiadó en que cesen. las prisiones para dirigentes políticos y sindicales, las penas de muerte, la tortura y la opresión continua de todas las libertades. Sí puede haberlo hecho en el sentido de que efectivamente hay que dar garantías a Grecia de que van a ser respetadas sus fronteras, sus minorías y su petróleo, y que no se va a envenenar más la situación de Chipre. Lo que necesita Estados Unidos no es solamente que los dos países permanezcan en la OTAN, sino que colaboren entre sí, que cubran mutuamente el territorio en que gobiernan. Eso va a ser bastante más diricil.
Después de la visita de Haig llegará la de Rogers. Bernard Rogers es el comandante supremo de la OTAN. Planteará las cuestiones prácticas que hayan quedado esbozadas por Haig. Y poco después, Papandreu irá a Estados Unidos para hacer su primera visita al presidente Reagan.
Lo que puede deducirse de todo ello es que Grecia va a permanecer en la alianza, con la que evitará probablemente una dictadura como la del golpe de los coroneles -que sobrevino cuando el neutralismo comenzó ajaparecer en Atenas- o como la vigente en Turquía; y que obtendrá las garantías necesarias para presentárselas a un pueblo que votó a Papandreu, entre otras razones, porque le prometía el abandono de la OTAN.
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