Alvin Lee, la magia del dinosaurio
"Está más feo"., "Y más gordo ¿no?". "¡Pero bueno!" replica indignado el incoridicional, "¿vosotras creeis que este hombre es un modelo o un músico?". Así hablaba un grupito de veinteañeros avanzados mientras a su lado otros veintañeros, sin duda debutantes, preguntaban: "Y este fulano ¿de donde sale?".Alvin Lee, ex-lider de Ten Years After fué uno de los héroes del hippismo, de la guitarra veloz, del blues que caia como el ácido sobre un terrón de azucar. Y estaba allí, en un palacio de los deportes medio lleno para sustituir al anunciado Meat Loaf, ese pantagruelico rocker a quien el mero hecho de pensar en actuar en España le llena de sarpullidos la laringe.
Profesión de fe
Lo cierto es que quienes conocían al Alvin Lee mítico de hace catorce años tenaían lo peor. Las glorias dificilmente perduran y acudir fue una profesión de fe digna del mayor elogio. Pero oigan, Icomo fue aquello!.Resulta que Alvin Lee, perdido su carisma fisico se nos vino encima como una apisonadora de rythm and blues Finamente engrasada, en plena fornia. Y con la más pura de las formaciones que puedan darse en rock -el trio- organizó un revuelo en el que los cuerpos se lanzaban al baile sin que la consciencia se percatara de ello hasta el cabo de un, rato.
¿Qué hizo Alvin Lee? ¡Oh! En realidad fue muy sencillo. ¿Recuerda alguien el solo de Going Home de Woodstock? ¿O el de It Keep From Crying Sometimes en Wight? Bueno, pues cojanse dichos solos (que duran unos catorce o quince minutos), troceeense finamente, rellenense con ellos unos cuantos temas clásicos y ejecutense con habilidad y sabiduría. La receta está comprobada, y el guiso resultante es infalible. Por otra parte, de la misma forma que cuando uno acude a un restaurante armenio no espera encontrar su kiyaki, exigirle otra cosa a Alvin Lee son ganas de incordiar. Si además el guitarrista no ha perdido dedos y ha ganado en concisión y sapiencia no es nada raro que el público sabatino ardiera en la gustosa llama de la música bien hecha.
Al pie del escenario, entre fotógrafos, periodistas y bastantes chicas la mar de monas, había tambien un par de músicos. Eran el teclas y el batería del grupo de Wilko Johrison (ex-Dr. Feelgood) que, con el añadido del cantante y armónica-Lew Lewis, había actuado antes del monstruo. Y como si no hubieran saltado suficiente con su propio r&b anfetamínico y tabernario, seguían dandole al esqueleto en una bella y acabada imagen de de lo que la vida en la música (o al revés, que tanto monta). Antes aún había actuado Carmín, una chica de Jaen a quien su casa de discos se ha empeñado en convertir en estrella lanzandola contra muros y audiencias hostiles. Pobre.
Y unos días antes había actuado en el Marquee el grupo irlandés Stiff Little Fingers. Buena gente. Simpáticos. Estuvieron bien.
Babelia
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