Las cacerolas
Cuidado, gran cuidado, que nos estamos acercando a la huelga de las cacerolas que Pinochet le echó por delante a Allende, como tamtams prosaicos y domésticos de la muerte. O son las cacerolas, con su ruido falso, con su mentira de estaño, las que se aproximan a nosotros. Lo del otro día en la plaza Mayor, en el festival gastronómico, me parece un dato, un síntoma:-Abre, alcalde, abre, que el pueblo tiene hambre.
Claro que hay un pueblo que tiene hambre, un Madrid que tiene hambre, el de la Celsa y la China, por ejemplo, el de Vallecas (por zonas), donde voy a ir un día de éstos; el de San Blas, adonde también voy a ir.
Pero nadie se viene hasta el centro, a curiosear el sol festivo de la plaza Mayor, si no tiene asegurada la vuelta y la sopa concentrada, en casa y a su hora. Ahora que la gastronomía está de moda como fenómeno casi cultural, yo lo tengo escrito: aprovechando la libertad de expresión, nuestros grandes intelectuales se han puesto a hacer besugo al horno.
La gastronomía, más allá de las necesidades que cubre, me parece, antes que un insulto ético, un insulto estético. El Ayuntamiento se ha equivocado montando unas bodas de Camacho, y no dudo yo de quienes achataban la nariz contra el cristal invisible del aire, asistiendo ceñudos al festín de los elegidos, como en una novela de Dickens, pero creo que, atravesando capas de autenticidad y pueblo, la inautenticidad se ha filtrado hasta la solapa impecable y antigua de Tierno, el día en que cumplíamos casi medio siglo de la llegada de Azaña a la presidencia de la República.
No digo, naturalmente, que los protestatarios no tuviesen razón, aunque la protesta me parece más estética que ética (lo que casi me la hace doblemente válida). Pero sí digo que había en todo ello como el eco involuntario y pálido de la huelga de las cazuelas, y ahí está la respuesta inusual y violenta que el incidente ha tenido en los mass/sepia. Cuidado, gran cuidado, no estemos, inopinadamente, propiciando la huelga de las cacerolas. Cuánto había callado este pueblo con Franco. Y cuánta demagogia de café está haciendo a cargo y costa de unos ayuntamientos de los que el Gobierno se desentiende económicamente siempre que puede.
Ya un auspiciador de la derecha ha manifestado que una victoria de la izquierda en Andalucía podría significar "un nuevo 14 de abril". ¿Es un aviso sesgado y despistado al Rey don Juan Carlos? Ya que no han conseguido envolverle en la sombra pegamentosa de las conspiraciones, ahora hay grupos que juegan a la fidelidad y el aviso: "Cuidado, Majestad, que el pueblo es traicionero y quiere la República". Qué cosa tan camp.
Incluso una revista de automovilismo se ha permitido advertírselo paternalmente al Rey: "Aconsejaríamos al regio aficionado que no volviese por este recinto". Robles Piquer es el único Robles/media que apenas ha dado nada de mi pregón de San Isidro.
Radio 3 (Nacional) convoca a los jóvenes poetas, Julio Llamazares (reciente Premio Jorge Guillén, 500.000 pesetas), Julia Castillo (Premio Adonais), Carlón y Ana Rossetti, para una grabación. Al momento de darlo, la locutora explica que no han elegido bien los personajes y que se omite el programa. Además de censurarles, se les insulta. Un tam-tam de cacerolas va rodeando de estaño represivo esta aldea con Reales Academias.
Comer en público es de mal gusto: "Alcalde, abre, que el pueblo tiene hambre", suena ya como previamente orquestado ¿no? Se han pasado un demasié. El tam-tam cocinero y reaccionario de las cacerolas suena cada vez más cerca.
A lo mejor es que algunas cacerolas las estamos golpeando nosotros mismos, los periodistas.
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