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La ruptura de hostilidades en las Malvinas

Bombarderos de gran radio de acción y buques participaron en el múltiple ataque británico contra Port Stanley

Andrés Ortega

La guerra de las Malvinas ha comenzado. Aviones británicos bombardearon ayer los aerodromos de Port Stanley y Goose Green. Ninguna baja británica se registró en esta operación, dijo Londres. Los argentinos contraatacaron. Al menos dos de sus Mirages y uno de sus bombarderos Canberra fueron abatidos. A la hora de cerrar esta edición, aviones y buques británicos estaban bombardeando posiciones argentinas en las islas. La batalla parecía estar ya lanzada en torno al destacamento naval británico. Según una información no confirmada, una fragata británica habría sido tocada.

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Dos bombarderos Vulcan británicos partieron a las 2.00, hora de Madrid de ayer, de las Isla de la Ascensión, a unos 6.000 kilómetros de las islas Malvinas. Reavituallados en vuelo por aviones cisterna Victor, los Vulcan llegaron volando bajo al eropuerto de Port Stanley, donde, según informaciones no confirmadas, dejaron caer veintiuna bombas cada uno, diez toneladas de explosivos en total.De madrugada, al menos un escuadrón de Sea Harriers despegó del portaviones Hermes, a un centenar de kilómetros de las islas para completar este trabajo. Volando en parejas, los Harriers, con tres bombas de 500 kilogramos cada una, acabaron de destruir el aeropuerto de la capital del archipiélago, y la pista de hierba de Goose Green, en el centro de la isla Malvina Oriental. Alcanzaron los aviones argentinos que se encontraban en tierra, según señaló un portavoz del ministerio de Defensa de Londres, añadiendo que "ambas operaciones han sido un éxito. No ha habido ninguna baja por parte británica".

Los Harrier se toparon con un fuerte fuego antiaéreo argentino, y uno de ellos resultó tocado, sólo levemente. Posteriormente, Mirages y bombarderos argentinos, según la BBC, realizaron varias salidas desde sus bases, pero fueron repelidos por los Harrier británicos. Horas después, dos Mirages argentinos cruzaron el límite de doscientas millas del bloqueo británico. Al menos uno de estos aparatos fue abatido. El ministerio de Defensa confirmó que un bombardero Canberra había también caído.

Entre tanto, según informaban en directo los corresponsales británicos de televisión a bordo del Hermes, buques y aviones británicos habían comenzado a abrir fuego sobre algunas de las posiciones argentinas en las islas. Era difícil precisar la magnitud de la escalada armada y el grado de control en que estaba.

El ataque constituyó una sor presa en Londres, y aparentemente en Buenos Aires. Sin embargo Nicholas Frenn, portavoz del Foreing Office, declaró que "todo el que se haya sorprendido debería hacerse examinar su cabeza". A media tarde de ayer, los británicos analizaban la situación, concluyendo que las fuerzas argentinas en las Malvinas se encuentran ahora aisladas del continente por el aire. En el mar, los británicos parecen gozar de una amplia superioridad.

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Fuentes oficiales británicas señalaron que el ataque constituye una nueva presión sobre el Gobierno argentino que debe sentir así aumentar su aislamiento. La operación fue bien acogida por Denis Healey, líder adjunto laborista, y por el socialdemócrata David Owen. Ambos lo calificaron de "inteligente". El izquierdista Tony Benn dijo que Margaret Thatcher había querido desde siempre un enfrentamiento armado.

Si el ataque fue una sorpresa, más lo fue aún la participación de los bombarderos Vulcan. El Gobierno había anunciado dos semanas atrás que transformaría un número indeterminado de Vulcan para este género de operaciones.

Estos aparatos pueden llevar hasta diez toneladas de bombas convencionales cada uno. Entraron en servicio en 1957. Pueden volar bajo cualquier condición meteorológica y de noche, y tienen un radio de acción de 4.000 millas, unos 6.400 kilómetros, con reavituallamiento en vuelo. Estos es, la distancia que separa la isla de la Ascensión de Buenos Aires.

Londres ha demostrado pues que tiene la capacidad para atacar las bases argentinas en el continente, posibilidad que no hay que descartar si las fuerzas británicas se ven apuradas por una superioridad aérea argentina.

El aeropuerto de Port Stanley, a unos 3 kilómetros del centro de la capital, tiene una sola pista de 1.200 metros de longitud con un estacionamiento de aviones a un extremo y un depósito de carburantes y municiones al otro. Según el corresponsal de la BBC a bordo del Hermes, los pilotos de los Harrier vieron humo y destellos de explosiones en los lugares de ataque. Los británicos esperan haber alcanzado estos depósitos y los aviones entre los que se decía figuraban Fukara, Mirage 3, aviones de transporte y posiblemente helicópteros. A pesar de todo, este aeropuerto, y el de menor importancia de Goose Green, podían ser reconstruidos.

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