Cabeza Calahorra, un teniente general doctrinario
El teniente general Manuel Cabeza Calahorra, de 69 años, defensor militar de Jaime Milans del Bosch, es un asiduo colaborador de publicaciones de marcado signo ultraderechista, caso del diario El Allcázar, aunque a veces sus artículos han aparecido en otros medios. Cabeza Calahorra, que procede del Arma de Ingenieros y actualmente se encuentra en situación de disponible dentro de¡ grupo de destino de arma o cuerpo, llegó a ser en la cúspide de su carrera militar primero director de la Escuela Superior del Ejército y después capitán general de la V Región Militar (Zaragoza), destino que dejó en diciembre de 1978 al cumplir la edad reglamentaria.En Cabeza Calahorra se da un fenómeno inusual en la mayoría de los militares que alcanzan el último escalón del generalato: se trata de un hombre leído y con cierto protagonismo doctrinario en la milicia, por lo que es frecuente en su pluma la utilización de este tipo de recursos para amparar sus ideas eminentemente conservadoras y contrarias al progreso democrático, tal como lo demuestra el alegato golpista hecho ayer en Campamento.
Este militar, al contrario que otros que tratan de difundir sus ideas ultraderechistas de manera más concisa y sin apoyos intelectuales, utiliza frecuentemente en sus artículos o en sus publicaciones (es autor de La ideología militar hoy, volumen editado en 1972) citas muy diversas, en las que trata de apoyar su propio pensamiento, que se ha venido conociendo públicamente en los últimos tiempos en sus artículos y ha quedado ya confirmado con su intervención en defensa del hombre que sacó los carros de combate a las calles de Valencia. Sus escritos están más en la línea de aquellos otros que, bajo el seudónimo de Almendros, aparecían en la Prensa golpista antes del 23-F, de esas Cartas que el propio Tejero solía escribir en el desaparecido diario El Imparcial o los artículos del fallecido general Cano Portal en El Alcázar.
Escribía Cabeza Calahorra, precisamente en julio de 1981 en este último periódico, lo siguiente: "En un Estado, como el español, que se proclama de las autonomías, y cuando tanto se propugna la delegación de funciones y responsabilidades, me parece incuestionable que las Fuerzas Armadas merecen, por razones diferenciales que en nada quedan por bajo de las geográfico-históricas de siempre impreciso límite, se les reconozca una autonomía que ahora no tienen, se les conceda una plataforma de opinión y se creen o remocen órganos representativos que deban encarnar-interpretar la recta identidad institucional".
"La justicia dictará su fallo sobre unas actitudes y unos hechos", decía uno de sus artículos en El Alcázar, "que son sólo efímero reflejo de una gan dolencia social. Pero por encima, y más allá de la letra, late inquisitiva una sentencia de las conciencias que debería enjuiciar también aquellas circunstancias a que aludía Ortega".
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