La cultura política se enseña mejor en la escuela primaria que en el bachillerato
Las ciencias sociales reciben mayor y mejor consideración en la escuela primaria que en las enseñanzas medias, según se puso de relieve en la segunda mesa redonda de las I Jornadas de Educación para la Democracia, que se están celebrando en el Centro Cultural de la Villa, organizadas por el Colegio de Licenciados en Ciencias Políticas y Sociología y por la Liga Madrileña de la Enseñanza y la Cultura Popular. El debate del pasado miércoles estuvo dedicado al tema Educación para la democracia en el sistema de enseñanza.
Carmen Fuente, experta del Instituto Nacional de Ciencias de la Educación y coautora, con Mercedes Muñoz Repiso, de un estudio comparado sobre la educación sociopolítica en los sistemas escolares de los países de la Europa Meridional, dijo que la escuela es un agente privilegiado para la educación social del niño, pero que se advierte un escaso interés por esta dimensión de su formación integral.Las razones de este desinterés pueden ser más o menos complejas y difíciles de explicar, pero lo que está muy claro son los pretextos que suelen utilizarse para renunciar de antemano a la educación civico-social o política de los escolares, por muchos cantos que se hagan en la legislación educativa acerca de la inculcación de valores para la consolidación de la democracia.
Uno de estos pretextos, a juicio de la conferenciante, es el abuso del temor al indoctrinamiento, característico de los sistemas escolares de las democracias formales controladas por la derecha. Un temor que difícilmente consigue ocultar la intención subyacente de evitar por todos los medios la educación de la conciencia crítica de los ciudadanos.
Otras veces, y probablemente con la misma intención, todo se reduce a un problema de contenidos, que por sí mismos resultan irrelevantes, sobre todo cuando se les convierte en el centro y eje de toda la educación social que el niño recibe. Porque irrelevante resulta, en efecto, pretender que se va a educar a los niños en los valores constitucionales simplemente porque se les haga estudiar la Constitución.
Carmen Fuente opina que, en el terreno de la educación social, lo importante no es la enseñanza formal sino la atmósfera del centro, eso que se conoce como el curriculum escondido, es decir, qué tipo de relaciones mantiene el profesor con sus alumnos y de qué índole son las que aquél es capaz de favorecer entre los escolares dentro y fuera del aula. La conferenciante puso de manifiesto cómo una unidad de investigación sobre la educación para la democracia, que viene trabajando en el INCIE desde hace ya cuatro años, no ha sido consultada ni una sola vez por la Administración.
Coincidente en gran medida con esta perspectiva pedagógica, Agustín Galán, último de los ponentes del coloquio, advirtió sobre el peligro de incurrir en el extremo contrario, es decir, el de la infravaloración de los contenidos. El poniente puso de relieve las gravísimas lagunas de cultura política que se advierten en el curriculum de las actuales enseñanzas medias, tanto en bachillerato como en formación profesional.
Manejando cifras de la propia Administración, Agustín Galán demostró la grave discriminación de que son objeto las ciencias sociales en los actuales planes de estudio de bachillerato y COU, en beneficio de las áreas de lenguaje, ciencias de la Naturaleza y matemáticas. La previsible reforma. del nivel de las enseñanzas medias no debería perder de vista el hecho de que "la educación para la democracia pasa por las ciencias sociales".
El ponente, que ponderó la mayor importancia que la EGB actual concede a las ciencias sociales, no perdió de vista la trascendencia de la metodología y del clima de la escuela. En este contexto cobra todo su sentido su larga cita de Ferreire: "El diablo persuadía a la muchedumbre de la necesidad de crear la escuela, y, sobre la base de las recomendaciones del diablo, la escuela fue creada: El niño ama a la Naturaleza; se le colocó en habitaciones cerradas. Al niño le gusta comprobar que su actividad sirve para algo; se hizo de manera que su actividad no tuviera ningún objeto. Le gusta moverse, se le obligó a mantenerse inmóvil. Le gusta manejar objetos; se le puso en contacto con ideas. Le gusta servirse de sus manos, sólo se puso en funcionamiento su cerebro. Le gusta hablar; se le obligó al silencio. Le gusta razonar; se le hizo memorizar. Le gustaría investigar, y la ciencia se le dio hecha. Quería entusiasmarse, y se inventaron los castigos".
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