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Alfonso Fraile: "Expongo señoritas y otras cosas"

El pintor sevillano presenta una muestra de óleos y dibujos correspondiente a cinco años de creación

Esta tarde se inaugura, en las galerías madrileñas Theo y Celini, una doble exposición del pintor Alfonso Fraile (Marchena, Sevilla, 1930), con óleos y dibujos correspondientes a los últimos cinco años de trabajo creador. El artista, que resume esta muestra con el título de Señoritas y otras cosas, tiende a hacer venial toda diferencia al uso entre procedimientos técnicos: "Una es pintura con aceite. La otra, con agua. La primera lleva soporte de lino. La segunda, de papel". Alfonso Fraile fue premio Nacional de Pintura y obtuvo la primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Asimismo recibió el Gran Premio de Dibujo en la II Bienal Internacional del Deporte.

Si se le pregurita a Alfonso Fraile por las obras que va a exponer, dice, con más razón que un santo, que esas cosas no se las preguntaban a Picasso. De ahí que, poco después de semejante entrada en falso, podamos observar al entrevistado en el trance de subirse los pantalones para responder sobre el colorido de los calcetines que lleva puestos: "Marrón, azul y negro".

Doble nacimiento

Si le recordamos la fecha de su nacimiento, para que se sitúe el respetable, asume, con serena claridad, el oscuro murmullo,de sus allegados: "Nací, por segunda vez, en 1981". Flota la huella intensa de una gravísima intervención quirúrgica, a partir de la cual el artista tiene que trabajar sentado.Si uno intenta que abandone los lápices de colores y componga de viva voz un autorretrato, entonces, sí, ejitonces va y se anima: "Antes yo era rubio". Como lo oyen; mientras, la música de Berlioz traza espirales fantásticas en el estudio.

El artista contempla de reojo la serie de Señoritas: "Se quedaron ahí paradas en el verano del pasado año. Decidieron no dar más guerra. Ya no me pelearé más con ellas. Han alcanzado la quietud".

Muñecos de soledad

Recuerda aquel parón. Recuerda que, tras un paréntesis prolongado, volvió a salir a la calle, apoyado en un bastón, para ver la última exposición de Luis Gordillo: "El me dijo que le echase valor, que dibujase por lo menos sentado. Yo ya estaba intentándolo. Y acabé superando el miedo. Tras ordenar el estudio y quitar el moho de la nevera, pude empezar a dibujar otras cosas. Me temblaban las manos, la cabeza, todo. Hasta que superé el temblor y me brotaron nuevos personajes. Fue como partir de cero. Fue como volver a nacer otra vez".

Pavor a la galería

Y le nacieron muñecos maravillosos, de osadas muecas y colores certeros, aunque empapados de soledad: "La soledad me apabulla, me asusta. Pero es mi compañera".Perdió el miedo al oficio, que no al rito social de la inauguración: "Eso no cambia. Me causa pavor ir a la galería; horas antes pienso en la posibilidad de evadirme, intento hallar una disculpa a la altura de las circunstancias... Es un tormento".

Y perdura el temor al juicio de los otros: "Te mentiría si declarase lo contrario. Una opinión sobre mi obra, venga de donde venga, tiene para mí gran valor. No puedo ser insensible a lo que desencadena en los demás algo en lo que he dejado gran parte de mi vida. Se teme que tus cuadros sean entrevistos con gafas ahumadas. No, no me importa confesarlo. Yo he perdido también el pudor a la hora de crear. Lo que antes me daba recato ya no me lo da, me dejo guiar por la fluorescencia del color y consiento en que lo ayer más secreto se desborde sin límites".

Tal sentimiento se desborda hasta tocar lo íntimo: "No me abochorno si tengo que reconocer que sufro, lloro y estoy hartísimo de un sinfin de penas. Sé, al mismo tiempo, que no debo hablar de tales cosas. Pero, ya ves, hablo de ellas".

Si se le pide que esa disponibilidad afectuosa se centre en lo que expone ahora, entonces, no, entonces reaparece el Alfonso Fraile de siempre: "Hay dibujos que están muy bien y señoritas que están muy mal... vistas".

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