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La 'camorra' atenaza progresivamente a la ciudad de Nápoles

Juan Arias

El secuestro del responsable democristiano Ciro Cirillo, la actuación como mediador en el pago del rescate del dirigente encarcelado de la camorra napolitana -la Mafia napolitana- Raffaele Cutolo, el misterioso asesinato del siquiatra neofascista Semerari, amigo del líder mafioso, y las erróneas acusaciones formuladas por L'Unitá, órgano del PC, contra la Democracia Cristiana, han originado un serio malestar en la clase política italiana, que tiene como telón de fondo el auge de la camorra en la tercera ciudad de Italia.

Nápoles es una ciudad atenazada por la camorra y su alcalde, Valenzi, pidió el miércoles al presidente de la República, Sandro Pertini, la solidaridad de Italia para luchar contra esta versión local de la Mafia.Se trata de una situación difícil de entender para los mismos lectores del país, pero que pasará a la historia como un ejemplo sintomático de la Italia de estos últimos años, zarandeada por los golpes de los extremismos opuestos que surgen, o mejor dicho provocan, los momentos más críticos de la historia política del país para uso y consumo de turbios intereses.

Esta novela tiene un prólogo y dos capítulos. El prólogo es la historia del secuestro y asesinato, en mayo de 1978, por las Brigadas Rojas (BR) de Aldo Moro, ex primer ministro y presidente de la Democracia Cristiana que deseaba integrar paulatinamente al Partido Comunista al Gobierno del país. Las BR intentan entonces forzar su reconocimiento poniendo condiciones para negociar su liberación. Pero su partido se opone porque "el Estado no debe ceder, no se debe doblegar al chantaje del terrorismo". Los servicios secretos espían a familiares y amigos de Moro para evitar todo contacto con las BR. Moro acaba siendo asesinado.

El año pasado las BR repitieron la operación secuestrando, esta vez, a Ciro Cirillo, dirigente napolitano de la Democracia Cristiana aunque del ala derecha del partido. Cirillo asumió durante su carrera política cargos regionales, provinciales y municipales pero, sobre todo, controlaba gran parte del sector de la construcción en Nápoles al ser el encargado del reparto y distribución de los millones concedidos por el Gobierno para el realojamiento de las víctimas del terremoto de finales de 1980. En contra de lo ocurrido a Moro y de todas las previsiones, el responsable democristiano napolitano fue liberado en julio pasado.

Todos sus amigos políticos y, el propio Cirillo niegan que se hayan mantenido contactos con las BR y hasta que se haya pagado un rescate por su vida. Pero la izquierda no se lo cree. Empieza un tira y afloja de acusaciones y desmentidos, rumores y sospechas que enfrenta a aquellos que quieren acallar la verdad con los que pretenden capitalizar las revelaciones.

Negociaciones en la cárcel

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En plena batalla el órgano oficial del PCI, L'Unita, cae en la trampa, publicando en primera página un documento de un ministerio en el que se asegura que un ministro democristiano y un subsecretario pidieron en la cárcel al jefe de la camorra napolitana, Raffaele Cutolo, la mediación de su organización para conseguir la liberación de Cirillo por las BR. La acusación conmociona a la opinión pública. Pero el documento resulta ser falso. La periodista, corresponsal en Nápoles del diario, revela que su informador era un magistrado napolitano, pero acaba siendo encarcelada al tiempo que el director de L'Unita dimite y que el PC pide públicamente perdón a la Democracia Cristiana en el Parlamento. Esto era sólo el primer capítulo.A partir de entonces empiezan a filtrarse más detalles. No fueron un ministro y un subsecretario quienes trataron en la cárcel con Cutolo, sino los servicios secretos junto con el secretario de Cirillo. Desde su visita a la prisión la camorra entró en juego. Las diferentes ramas de la camorra están dispuestas a colaborar para acabar cuanto antes con el secuestro de Cirillo y el consiguiente despliegue de fuerzas de orden, así como el incremento de la actividad de los servicios secretos que "Ies impide trabajar con tranquilidad".

El psiquiatra de extrema derecha Semerari, amigo de Cutolo, es secuestrado y obligado a escribir una carta a L',Unita en la que se declara autor del falso documento ministerial. Días más tarde aparece ejecutado por la camorra con la cabeza cortada. Este es, hasta ahora, el segundo y último capítulo.

Ciro Cirillo ha confesado, por fin, que "sus amigos" entregaron el equivalente de 150 millones de pesetas a las BR y se cree, generalmente, que otros tantos millones tuvo que desembolsar a la camorra para que llevase a cabo su mediación con los brigadistas.

Es imposible entender toda esta "novela negra" sin conocer a fondo el papel de la nueva camorra. No se trata, como en el pasado, de la pequeña delincuencia organizada para el contrabando de cigarrillos o la explotación de la prostitución. Ahora, como la nueva Mafia de Sicilla y Calabria, la camorra controla en gran parte el tráfico de droga en Italia, el sector de la construcción en la región Campania, y tiene algunos vínculos con el terrorismo rojo y negro. La clase política de Nápoles, por lo menos a nivel de cuadros intermedios, tiene que pactar con estas bandas, porque sin ellas no se construye nada y se vive en el temor de aparecer cualquier día ejecutado. El promedio de asesinatos de la camorra asciende, en lo que va de año, a uno al día, el doble del año pasado.

En Nápoles, no se puede construir una casa o vender en una tienda sin sobornar a la camorra pagándole, aproximadamente, un 20% del importe del producto o de la transacción.

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