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Tribuna:Fronteras e islas lingüísticas en la España de hoy / 4
Tribuna
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Arde Valencia

Estos pequeños informes tratan de dar una visión simple sobre los idiomas, dialectos y arcaísmos que se hablan en la Península Ibérica, sin adentrarse en otras consideraciones. Pero al llegar al País Valenciano es imposible sustraerse a enunciar ciertos componentes políticos. Empezando por el nombre mismo, por la denominación de su territorio. Para unos, País Valenciá o País Valenciano (según se hable en catalán o en castellano); para otros, Reino de Valencia. Con el régimen anterior de Francisco Franco se llamaba a estas tierras Levante, o a Alicante se la incluía en el Sureste.

He escrito este capítulo precisamente a llum des fogueres. Entre la luz de las hogueras de las fallas de Valencia y las luminarias de la vespra de San Xuan de Alicante. Entre dos fuegos. Arde y crepita y truena esta región mediterránea entre la piromanía y la pirotecnia, entre fallas y carcases, mesclets, piuletes, trenadors, cantarelles, engrallets y cordadas que ensordecen. Entre mascletades que no dejan oír y cohetes, bengalas y chupinazos que estallan, revientan y se abren de luz sobre la ciudad de las palmeras, Elche, en su nit de l'abalda. Quizá todo sea eso: un misterio, como el misteri de Elche.Los valencianos, els valencians, se encuentran, sí, en la hoguera, y basta ver lo que viene sucediendo con su Estatuto de Autonomía, para evitar mayores referencias. Mas veamos cómo se ha originado, ya de antiguo, la actual situación política, territorial y también -y en el caso que nos ocupa- idiomática.

Lo primero que habría que establecer (y no sólo para estas tierras valencianas) es que los valencianos no son bilingües. Los de origen castellano y aragonés hablan el castellano; los de origen catalán, el valenciano (catalán). Lo más parecido al bilingüismo sería el caso de els valenciá, que además del catalán materno hablan el castellano, pero la mayoría, un castellano como "traducido". Esto les sucede también a los catalanes y a los propios gallegos. Son muy raros los casos, aun de publicistas o escritores (como Vicent Ventura y, sobre todo, de Joan Fuster), que escriban con tanta brillantez y dominio por igual en castellano que en catalán. Pero las excepciones confirman la regla.

Del Cid a don Jaume

El Reino de León y Castilla siempre buscó afanosamente una salida a la mar mediterránea, pero tropezaba con el valladar de la corona catalano-aragonesa, que tenía como propia la reconquista del litoral levantino. El reino moro de Valencia fue en parte conquistado, primero, por el Cid Campeador castellano y sus huestes. Pero su dominio sólo duró cinco años. Pasarían más de dos siglos, hasta que en 1238 el catalán Jaume I el Conqueridor conquistase la ciudad y reino de Valencia. El conde-rey de la corona catalano-aragonesa llega en su conquista hasta Murcia, pero cede la parte sur, desde más arriba del actual Alicante, a su yerno Alfonso X de Castilla y León. Es la línea Biar-Busot. Muchos años después, Jaume II, nieto de Jaume I, sitúa la frontera del reino de Valencia bastante más abajo, pasada la desembocadura del río Segura. Esta "frontera" sur del País Valenciano se ha conservado hasta nuestros días. Mas por el Este, y al hacerse la división provincial (vigente) de Javier de Burgos, en 1833, se le regalaron o añadieron a las tierras valencianas las extensas comarcas castellanomanchegas de Requena y Utiel, por un lado, y por otro, la comarca murciana de Villena.

Digamos, además, que la reconquista se llevó a cabo con contingentes poblacionales mayoritarios de Aragón y Cataluña (en especial de Lérida), y por el Sur (de Orihuela), por murcianos (es decir, castellanoleoneses).

Un 'puzzle' inquietante

El mapa que ilustra este capítulo es bien explícito al respecto y nos evita adentrarnos a pormenorizar los porqués de los actuales litigios políticos y socioculturales. Hay una zona donde se habla un castellano sui generis con vocablos churros aragoneses. Otras donde se habla castellano puro (Requena y Utiel), y otra zona, al Sur, donde se habla el panocho de la huerta murciana o una mezcla rara de castellano y panocho, con palabras sueltas de origen catalán. En todo el resto se habla catalan-valenciano. Hasta época reciente (no más de quince años), de un 75% a un 80% de la población tenía al catalan-valenciano como lengua materna (ya que la zona más rica, y por tanto poblada, es la litoral, que quedó desde su conquista en manos de los catalanes). Pero en nuestros días, algo más de un 30% de sus habitantes son emigrantes nuevos (sobre todo, manchegos y andaluces), que además se han asentado en las comarcas más ricas, porque allí, claro es, se generaban más puestos de trabajo, con lo que se ha dado el caso de que ciudades como Elche, Alicante, Valencia, Almusafes, Castellón, Sagunto, etcétera, que antes eran de ascendencia y habla totalmente catalana, ahora el componente castellano sea considerable.

Compartimientos estancos

Aunque debido a la mixtura antedicha no pueda elevarse a la categoría de absoluto, es lo cierto que esta tierra valenciana se encuentra, desde los tiempos mismos de su reconquista, dividida en zonas muy estáticas, casi en compartimientos estancos.

Nada ha beneficiado ni beneficiará al País Valenciano el no haber planteado en nuestros días -y bien a las claras- el retorno a sus antiguas fronteras como reino, devolviendo a La Mancha las comarcas que se le quitaron graciosamente en 1833 para "regalárselas" a Valencia, así como el devolver a Murcia toda la zona del bajo Segura, cuyo idioma, usos, costumbres y economía se encuentran plenamente integrados de hecho y de derecho (por ejemplo, en la Comunidad de Regantes del Segura, en Murcia). Orihuela es nacionalmente o regionalmente Murcia. Y esta circunstancia se está viendo en nuestros días bien claramente con las obras de postrasvase Tajo-Segura, qué aumentará la dependencia socioeconómica y, por tanto, política y lingüística, de toda la comarca con respecto a Murcia y la alejará aún más si cabe de Alicante.

El núcleo motriz y matriz del País Valenciano es, no hay duda, su zona de ascendencia y conquista catalana, tanto por su predicamento histórico, como cultural, mayoría de ciudadanos catalanohablantes, mayor extensión superficial y mucha mayor riqueza y peso económico. Pero tan valencianos son hoy los de las zonas castellanas, aragonesas y murcianas que, en verdad, no se encuentran muy integrados en el país, en muchos casos porque no les dejan.

A pesar de reconocer que los valencianos de lengua o expresión catalana "solemos olvidarnos -como dice Joan Fuster- de los otros valencianos (el altres valencians) al no tenerlos en cuenta en nuestras generalizaciones", lo cierto es que, como expresa otro pancatalanista, "tenemos que llegar a ser la suma de las diferencias y no la confusión de las diferencias".

El panocho

Murcia es otro caso parecido en cierto modo al valenciano. Por un lado, nadie sabe cómo ni por qué la provincia de Albacete -que pertenecía a la región murciana- ha pasado en su totalidad a ser de La Mancha (cosa, por otro lado, muy coherente desde Hellín, pero no de ahí para abajo). Es decir, que si antes, por la división de 1833, se le había añadido de más por Albacete, ahora se le han restado tierras plenamente murcianas enclavadas en La Mancha. Algo parecido le pasa por el Sur, con zonas de Almería (por Huertal Overa) que históricamente siempre fueron murcianas.

Pues bien, en Murcia pervive, cada vez más reducido, un dialecto, el panocho, que realmente nunca se ha hablado más que en la huerta. Pero, claro es, Murcia ha sido y sigue siendo fundamentalmente eso: huerta. Se puede decir que el panocho se encuentra, sobre todo, influido por el valenciano, por el valenciano, diríamos, más alejado de su matriz catalana, pero participa también de influjos castellanos y de viejos arcaísmos, quizá herencia de cuando esto era un reino moro y en la huerta, tan primorosamente cultivada por los árabes, hubieran quedado en cierto modo presentes aquellas viejas presencias islámicas.

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