_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La OTAN debe recuperar su credibilidad ante la URSS

La última iniciativa soviética en relación con las fuerzas nucleares en Europa parece indicar que los soviétcos no están realmente convencidos de que los 572 misiles Pershing 2 y Cruis, que serían la contrapartida de la Organización del Atlántico Norte a sus SS-20, vayan a ser instalados. Esa es la única conclusión razonable que se puede extraer de su sugerencia, en las conversaciones de Ginebra, de que ambas partes deben aspirar para 1990 a una nueva paridad de 300 misiles cada una y de la llamada moratoria de Leónidas Breznev para la "región europea" de la Unión Soviética.Una moratoria que dejaría en su sitio los trescientos SS-20 ya instalados y que permitiría incrementar su número más allá de los Urales (desde donde todavía podrían alcanzar amplias zonas de la Europa occidental; además, se trata de armas móviles) no es una propuesta seria de limitación de armamento, sino un nuevo paso de la "guerra psicológica" de Moscú contra los planes de la Organización del Atlántico Norte (OTAN).

Es evidente que Breznev considera que la opinión pública occidental es muy ingenua, y a juzgar por la opinión positiva de algunos socialdemócratas alemanes, tiene razón. La moratoria de Leónidas Breznev está en consonancia con la propuesta soviética de desarme a largo plazo, que permitiría a los soviéticos mantener, en 1990, sus 300 invulnerables y extremadamente precisos SS-20: se trata de armas disuasorias, ideales para un formidable "golpe de mano" contra los centros estratégicos de la Alianza Atlántica.

Por parte occidental, habría los 150 misiles con base marina del Reino Unido y Francia (solamente válidos como disuasorios a escala nacional) y lo que quedara de la actual fuerza nuclear táctica de la OTAN: probablemente los 108 misiles Pershing 1 y unos cincuenta aviones. La superioridad atómica soviética quedaría confirmada y las democracias europeas estarían más que nunca bajo la amenaza nuclear.

Moscú no cree que se instalen los misiles

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

¿Creen realmente los soviéticos que sus propuestas serán tomadas en serio? No es probable. La interpretación más segura es que los di rigentes soviéticos no creen que los euromisiles planeados por la Organización del Tratado del Atlántico Norte tengan ninguna posibilidad real de ser instalados; su iniciativa. A fortalecer los movimientos antinucleares europeos, buscan el que la presencia de los misiles Pershing 2 y Cruise de la Alianza Atlántica tenga todavía menos probabilidades. Mientras tanto, ¿por qué iban a cambiar los soviéticos unos misiles ya existentes por unos misiles de papel?

Si esta interpretación del comportamiento soviético es correcta, ¿qué puede hacer Occidente para convencer a los dirigentes del Kremlin de que les interesa negociar en serio? Tienen que ser convencidos -nada menos- para que acepten una "reducción real" de su potencial nuclear actual en Europa, abandonando la superioridad conseguida con tantos sacrificios.

¿Aceptarán un error los soviéticos?

No va a resultar sencillo forzar a los dirigentes soviéticos a admitir que sus ímprobos esfuerzos fueron inútiles y fueron fruto, por tanto, de una política equivocada. Nunca darán tal paso, a menos que Occidente les dé pruebas concretas de que está preparado para aceptar el reto y para afrontar, llegado el caso, una nueva carrera de armamentos, pues resultaría relativamente sencillo para los dirigentes de la Unión Soviética, incluso si los planes occidentales actuales siguen adelante, incrementar todavía más, en un principio, su actual superioridad y con un coste limitado, que es en lo que se basa la abierta amenaza de Leónidas Breznev.

Sin embargo, si se llegara a iniciar una nueva carrera de armamentos, a la larga podría resultar insoportable para la economía soviética, especialmente si se produce una reducción simultánea de los créditos y exportaciones tecnológicas occidentales al bloque soviético.

Así pues, Occidente debe convencer a los dirigentes soviéticos de que tienen que tomar en serio las intenciones occidentales de rearme.

Pero solamente los hechos inducirán a Leónidas Breznev a abandonar su incredulidad actual en relación con los planes de la Alianza Atlántica: después de todo, muchos observadores occidentales capacitados están también convencidos de que es de todo punto cierto que la decisión tomada en diciembre de 1979 será puesta en marcha.

Hay que. dejar bien claro, y lo antes posible, que la gran alianza occidental no se encuentra en tan mala forma como mantienen la Prensa y los políticos occidentales.

La Alianza ha de recuperar su credibilidad

La Alianza Atlántica ha de recuperar la credibilidad si queremos que los rusos empiecen a pensar que quizá no sean capaces, después de todo, de mantener la superioridad militar alcanzada en los últimos años gracias a lo que el presidente francés, FranQois Mitterrand, llama su surarmement.

Pero, a fin de recobrar la credibilidad, habrá que tomar algunas decisiones militares, que sean al mismo tiempo política y económicamente rigurosas. La cohesión política de la Organización Atlántica también tendrá que ser notablemente mejorada en un futuro próximo.

¿Quiere Occidente forzar a los rusos a negociar seriamente la limitación de armas nucleares y convencionales? En caso afirmativo, tendrá que convencer a Breznev de que las potencias occidentales no son "tigres de papel", como parece creer en la actualidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_