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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Rock' catalán en el centro

Hace unos ocho años Barcelona parecía el eje, algo excéntrico, del devenir musical español. Era el rock layetatn, el rock sardana, el jazz rock, que por aquel entonces provocaba generales furores en todo el mundo. Luego, muchos de aquellos músicos se emplearon con artistas de éxito, otros se dedicaron a una extraña especie de salsa y otros más desaparecieron, tragados por algún monstruo desconocido. En los últimos años, la actitud acomodaticia de los medios de comunicación barceloneses, la persistencia del factor nacional-catalanista a la hora de valorar hechos estéticos y la tradicional impermeabilidad del centro de Barcelona con respecto a su periferia han provocado el casi hundimiento de la actividad barcelonesa o, por mejor decir, de su presentación ante un público masivo.Todo esto viene a cuento de los conciertos que el pasado fin de semana ofrecieron cuatro grupos catalanes en Madrid, más en concreto en la sala Rock-Ola. En ellos se percibieron las carencias y las virtudes de un rock que, por desgracia, no parece tener mucho eco en su propia tierra. El primer día actuaron Distrito V y Ultratrulta. El primero es un grupo que ya lleva varios años y que ha tocado como telonero de alguiios extranjeros cuando éstos recalaban en Barcelona. Su música, que ha ido evolucionando en la misma medida que su aspecto, ha pasado de un reggae más o menos directo a un punto intermedio entre el ska y el pop. Ocurre que son escasamente excitantes y que no parecen tenerle tomada la medida a un público activo como suele ser el madrileño, por mucho que en la sala se percibiese una poco habitual presencia de personal catalán. Por su parte, Ultratruita, cuyos componentes se declaran admiradores de Robert Fripp y practicantes de un llamado psico-rock, eran algo peor que malos. Su actuación no puede ser ni siquiera criticada; los fallos eran demasiado ostensibles; la música, vulgar; las letras, ininteligibles. Esta vez el grupo no tuvo suerte, eso está claro.

La segunda sesión prometía algo mejor que la primera. Terminal es una gente con disco independiente en la calle, y eso les convertía en los mas conocidos. Luego sucedio que su electrónica carecia del humor del Aviador Dro, de la profundidad de La Décima Víctima o de algún detalle que les caracterizara como originales. De esta forma, lo suyo resultó francamente aburrido, aunque técnicamente tuvieran algun momento feliz.

Un grupo muy especial

Por suerte (o por desgracia como veremos), cerró este paquete un grupo bien especial Decibelios se llama, y lo suyo recibe la agradable denominación de rock putrefacto. Son un grupo de skinheads (cabezas rapadas) adscritos al movimiento Oi, que en el Reino Unido ha tenido que demostrar su no adscripción a formas de criptofascismo. La música era brutal, puro punk en estado primitivo. Con todo, lo más impresionante fue la puesta en escena. Para dar sólo un detalle, contar cómo en un determinado momento aparecieron sobre la escena vísceras de animales que fueron troceadas allí mismo, lanzadas al público, medio ingeridas por el cantante, que luego se regó con sangre y espuma de afeitar. Nunca habíamos visto nada así, y aunque mucho de lo que hacían recordara al Ramoncín de los principios, este hombre nunca llegó a tales cotas. No les importaba que el público escupiera, sólo hacían constar el hecho, al parecer curioso, de que aquí se escupe más que en su tierra, y después de casi quemar el escenario o de casi destrozarlo con un martillo de derribos, se fueron diciendo que ellos eran, venían de las cloacas de Barcelona, y repitiendo un "Madrid mola" bien indicativo.

Con ellos y un extraño regusto en el estómago acabó esta presentación, que debiera continuarse en otras y que deja ver cómo tambien en Barcelona suceden cosas. Mejores o peores, pero nunca destinadas al desinterés que desde hace unos años parece afectar con abulia incontrolable a las fuerzas vivas de la música de aquella ciudad.

En todo caso, el panorama musical de Barcelona se debate entre un pasado consciente en lo ideológíco y virtuoso en lo instrumental y un presente que trata de encontrar formas capaces de reflejar las vivencias de la gente.

Babelia

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