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Tres de los periodistas holandeses muertos en El Salvador recibieron tiros en el cráneo

Tres de los periodistas holandeses muertos el miércoles en el departamento de Chalatenango fallecieron a causa de heridas de bala en el cráneo, según el informe elaborado por el médico forense salvadoreño Julio Alberto Echeverría. El cuarto murió a consecuencia de las lesiones producidas por dos proyectiles que le alcanzaron en el corazón y el pulmón izquierdo. El Ejército insiste en que los disparos fueron efectuados a más de 75 metros de distancia.

El embajador de Holanda en México, Speyart van Woerden, acreditado también para El Salvador, declaró el viernes, a su llegada a esta capital, que no venía con fines publicitarios, sino para abrir una investigación.El informe del forense salvadoreño está basado en un mero reconocimiento externo de los cadáveres, no en una disección. Las desgarraduras y hundimientos que varios de ellos presentaban en el rostro, y que algunos periodistas creyeron que podrían ser fruto de golpes, han resultado ser lesiones de bala. El hecho de que sólo pudiera verse a los cadáveres cuando ya estaban en los ataúdes puede explicar esta confusión inicial.

Los destrozos causados por algunos proyectiles invitaban a pensar en disparos muy cercanos, a menos que se tratase de balas explosivas. Resulta sorprendente la puntería de estos soldados salvadoreños, que a más de 75 metros de distancia, tal como asegura el Ejército, son capaces de precisar sus tiros justo en la cabeza y el corazón de los cuatro periodistas, que ese día casualmente, camina ban con un comando guerrillero.

Se sabe ya que los cuatro periodistas fueron transportados hasta el lugar en que se encontraron con la guerrilla por un periodista ale mán que ya ha abandonado el país. Este condujo su furgoneta durante todo el trayecto. Viajaban en ella los cuatro periodistas y dos contactos de la guerrilla.

Una vez que tomaron la troncal del Norte, que conduce desde la carretera Panamericana hasta Chalatenango, observaron que una camioneta Cherokee, posible mente blindada y con los cristales oscuros, les seguía a corta distan cia. El periodista alemán frenó en algún momento, pero la camioneta redujo también su velocidad. Este seguimiento se produjo a lo largo de unos siete kilómetros, pero finalmente no le dieron importancia al observar que se desviaba a la derecha, justo unos cien metros antes de llegar a la vereda lateral que ellos mismos debían tomar para llegar a su punto de cita.

Llegaron aquí varios minutos antes de la hora convenida. En el regreso vieron a tres campesinos "Nos dio la impresión de que iban armados, pero los contactos dijeron que ellos no eran los que iba a ir a buscarles. Cuando llegamos al lugar exacto había cuatro muchachos mal armados con alguna pistola y alguna carabina".

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Los cuatro periodistas holandeses y los dos contactos, uno de ellos un muchacho muy joven, de unos doce años, bajaron sus equipos. Iban bastante cargados. Y empezaron a caminar. El alemán miró su reloj cuando salió de nuevo a la carretera. Eran las 17.15 horas. No escuchó ningún disparo. Las ropas ensangrentadas de los periodistas aparecieron apenas unos metros más arriba de donde él les había dejado.

Un pequeño incidente registra do ayer a la puerta del hotel Camino Real, donde se alojan más de trescientos periodistas, ha venido a enrarecer aún más el clima entre los informadores extranjeros. Un chófer salvadoreño, que se disponía a salir de la capital con un equipo de la televisión norteamericana ABC, fue abordado por varios policías, que, después de preguntarle dónde iba, empezaron a hablarle en tono claramente amenazante. El equipo pidió la protección diplomática de su Embajada para abandonar el país.

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