Una figura de la modernidad y el romanticismo
Mañana lunes se cumplen 150 años de la muerte, en la ciudad alemana de Weimar, del poeta, dramaturgo y novelista alemán Johann Wolfgang Goethe. Un personaje que despierta pasiones controvertidas aun hoy, al que la cultura germana debe las primeras piedras de su modernidad, y la europea, la inauguración del sentimiento romántico del culto a la genialidad e incluso, cierta actitud inédita hasta entonces, que hace ver en el escritor la presencia viva del Creador y que en el Goethe de su biografía, se traduce en lo que sus contemporáneos consideraron simple y llana vanidad."Siempre he sido tratado como un ser mimado y privilegiado", confesaba a Eckermann, autor de unas Conversaciones con Goethe. "No quisiera lamentarme del curso de mi vida, pero en realidad no fue más que trabajo y esfuerzo, y puedo decir que a lo largo de mis 75 años, apenas he pasado cuatro semanas agradables. De mi actividad, tanto interior como exterior, se exigió demasiado".
Nació Goethe: en Frankfurt el 28 de agosto de 1749, en el seno de una familia que, por lado materno, se dedicaba a leyes, y por el paterno era de artesanos y comerciantes acomodados. Realiza estudios de abogacía en Leipzig y Estrasburgo, ciudad en la que comienza su actividad conscientemente literaria, donde conoce a Herder y conecta con jóvenes escritores separados del rococó, y en la que vivirá experiencias que serán la base de sus posiciones románticas. La catedral de Strasburgo le impondrá la reivindicación del gótico, considerado por los últimos neoclásicos como excesivo, pero fundamental para los románticos, y unos amores finalmente fracasados, con Frederike Brion, le inspirarán los primeros poemas modernos de la literatura alemana.
De esta época data el drama en prosa Goetz de Berlichingen, de estructura shakespeariana, que traerá la figura del caballero bajo-medieval que luego pondrán de moda escritores como Walter Scott, y Egmont, antecedente de su novela clave, Las cuitas del joven Werther, donde ya la pasión amorosa rompe con los condicionantes de la razón y la moral, y hasta de la propia vida. La leyenda dice que el suicidio de Werther, aparte de constituir una piedra angular del movimiento romántico, abrió una nueva sentimentalidad apasionada a Occidente, hasta el punto de ser celebrado por una oleada de suicidios igualmente pasionales y juveniles.
La actividad política de Goethe le une al duque Carlos Augusto de Sajonia-Weimar, del que será consejero secreto desde 1776 hasta su nombramiento de ministro en 1815, tras un Congreso de Viena. Su vida está acogida a los lemas "tranquilidad de espíritu" y "pureza", y al amor platónico hacia Charlotte von Stein en una primera etapa, rota en 1786, por lo que va a ser un acontecimiento en su vida: su viaje a Italia, dos años afincado fundamentalmente en Roma, que considerará como los más felices de su vida. Viaje a Italia es el testimonio de estos años.
Junto con su actividad política, se desarrolla otra de animador cultural y de científico apasionado por la naturaleza, especialmente la botánica. Su trabajo como director del Teatro de Weimar y como superintendente de los Institutos para el Arte y la Ciencia de Weimar y Jena, le pusieron en contacto con el poeta Schiller, entonces profesor de historia de la Universidad de Jena. Y su pasión por Christiane Vulpius, con la que se casaría tras largo noviazgo en 1808 es, probablemente, uno de los componentes de su obra definitivamente madura.
Por fin, la gran obra de Gothe es Fausto. Fausto es, durante sesenta años, la constante compañía de Goethe, desde el Ur-Faust de su juventud, hasta el tercer Fausto terminado pocos meses ante de su muerte. La pasión del genio y la eterna juventud, la pasión amorosa a la que se entrega algo más que la vida -Werther- :la eternidad, la figura diabólica como posibilidad de conocimiento definitivo, todo esto, además de el desengaño definitivo, está en la obra principal de Goethe.
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