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Reportaje:

El trabajo femenino, entre el paro y el subempleo

La incorporación de la mujer al mundo del trabajo se produce en España de forma muy lenta y casi siempre hacia áreas que constituyen, en gran parte, una extensión del trabajo doméstico. Salvo en los sectores rurales, en los que su contribución al trabajo del marido o la sustitución del mismo les sitúa en un plano de relativa igualdad las demandas del mercado de trabajo dirigidas hacia la mujer se ajustan a la actitud de las mujeres frente a la vida laboral y hogareña, según el análisis efectuado por UGT, que, junto con CC OO, ha convocado diversos actos para celebrar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.Más de la mitad de la mano de obra femenina se encuentra subempleada. A juicio de CC OO, dos son las zonas características de subempleo femenino: el servicio doméstico y el trabajo a domicilio. De acuerdo con las citadas fuentes, alrededor de un millón de mujeres realizan tareas relacionadas con el servicio doméstico. La asistenta por horas, la "chica de toda la vida", la en otro tiempo popular chacha, se encuentra en la mayoría de los casos en la más absoluta indefensión y sin una reglamentación que clarifique su trabajo, excepto el Código Civil de 1889.

"Gane dinero en casa"

Sectores como el textil, el calzado, la juguetería son los que más utilizan la modalidad del trabajo a domicilio. Los sindicatos han denunciado en repetidas ocasiones el cierre o la reducción de plantillas de empresas que reemplazan los trabajadores a tiempo completo por trabajadores a domicilio. El 99% de las personas que se dedican a este tipo de trabajo son mujeres. La Prensa diaria recoge, bajo el señuelo de ingresos adicionales, ofertas de trabajos que se pueden realizar en el propio domicilio. Las promesas nunca responden en estos casos a la realidad.

A estas dos modalidades hay que sumar la actividad de un importante número de mujeres en torno a lo que CC OO denomina "ayudas familiares". Son las mujeres que, sin sueldo ni horario, prestan sus servicios en empresas familiares, pequeños comercios y más o menos reducidas explotaciones agrícolas.

Para UGT, el perfil profesional de las mujeres pone de relieve que trabajan en una gama muy limitada de ocupaciones, con niveles reducidos de especialización y responsabilidad y, por tanto, salariales. El citado sindicato divide en dos grandes categorías los tipos de trabajo femenino. En el primero sitúa a mujeres que ejercen profesiones liberales, con calificaciones y estudios superiores y cuyos cargos comportan un nivel relativamente alto de responsabilidad y remuneración. Constituye el grupo más pequeño. En la segunda categoría incluye a mujeres con escasa o ninguna especialización y, por tanto, con ingresos reducidos. Constituye la mayoría de la población femenina y, en general, han de compaginar las labores domésticas con las actividades económicas.

A partir de 1974, los índices de paro se incrementan en forma espectacular, sobre todo entre las mujeres. La tasa de paro femenina es del 16,5%, según la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre de 1981, frente al 13,8% masculino. CC OO y UGT coinciden en señalar que el fenómeno se acentúa en el caso de las jóvenes, con una tasa de desempleo del 34,7%. Las dificultades que tiene la mujer para insertarse en el mercado laboral o para compaginar su trabajo con las tareas domésticas explican, según CC OO, la existencia de un importante mecanismo de destrucción del empleo femenino: las bajas indemnizadas. De acuerdo con los datos suministrados por CC OO, esta forma de despido encubierto afectó, tan sólo entre los años 1974-1976, a 350.000 puestos de trabajo, de les cuales el 75% eran mujeres.

Facilidad para el despido

Otro mecanismo de despido denunciado por los sindicatos es el de las excedencias por maternidad, al no contemplarse la reincorporación inmediata al finalizar el período de excedencia. CC OO calcula que existen en la actualidad aproximadamente 20.000 mujeres en esta situación.

Entre los condicionantes que dificultan la incorporación de la mujer a la población activa, UGT destaca la falta de formación de cara a los empleos mejor remunerados, la mayor responsabilidad doméstica y familiar y las reticencias a ocupar un empleo a tiempo completo. Así, los programas de formación orientados a la mujer constituyen para los sindicatos un elemento clave en la estrategia a seguir. En los objetivos previstos para 1982 el Instituto Nacional de Empleo (INEM) hace hincapié en que se dará prioridad a los minusválidos y a las mujeres con responsabilidades familiares. UGT denunció recientemente que, en contradicción con estas intenciones, en el curso 1980-1981 ha participado el 63,7% de varones frente al 36,3% de mujeres.

Existe una baja participación de la mujer en los estudios de formación profesional, aunque se ha detectado un incremento importante de la misma. Esta baja participación puede ser debida, según las citadas fuentes, a que la oferta de, formación profesional se presente como más atractiva para los varones que para las mujeres y da, por otra parte, más facilidades.

En el curso citado de formación profesional, sólo las ramas de textil, oficinas, vidrio, cerámica, sanitaria y economía doméstica tuvieron un alumnado mayoritariamente femenino. Igualmente hubo una significativa presencia de la mujer en los cursos de vendedora, peluquería y estética, artesanía y capacitación social.

Trabajos específicos

A título de ejemplo, en medios sindicales señalaron que los cursos de promoción social de la mujer del Ministerio de Trabajo recogían no hace mucho el tipo de tareas que han sido normalmente consideradas como propias de la mujer: peluquería, cocina, corte y confección, conservería, chacinería, puericultura, ordenación y gestión presupuestaria doméstica, repostería y otras semejantes forman el conjunto de actividades.

Para UGT, la baja tasa de actividad femenina -una de las más bajas de Europa y en general de los países industrializados- hace que a la hora de plantearse las mujeres los estudios lo hagan más desde una perspectivas de formación humana que desde la de preparación para una actividad profesional.

Por ello, los sindicatos señalaron que existe un desánimo en la mujer a la hora de enfrentarse con su futuro trabajo, porque sabe que a ella se le va a exigir más que a un hombre y tendrá mayores obstáculos para acceder a los puestos de responsabilidad. Este desánimo es el que explica que, según se indicaba en el número 8 de Papeles de Economía, sólo el 29% de las mujeres que pierden su empleo se dedican a buscar otro, frente a un 70% de hombres que en la misma situación intentan encontrar un puesto de trabajo.

Las dificultades de la mujer respecto al trabajo se arrastran también al campo sindical. Los dos sindicatos mayoritarios, CC OO y UGT, cuentan con una escasa presencia femenina en sus máximos órganos de dirección. Y en muchos casos su presencia viene dada por el sector al que representan, mayoritariamente en manos de la mujer: caso del textil, oficinas, hostelería.

La participación de la mujer en el Consejo Confederal de CC OO es de sólo ocho puestos entre los 223 que lo componen, es decir, el 3,6%. Y en UGT tampoco parece que la mujer haya conseguido introducirse demasiado en puestos de responsabilidad. De los 139 miembros que componen el Comité Confederal, nueve son mujeres que "tenemos que demostrar más que cualquier hombre la seriedad de nuestra postura, y no podemos permitirnos en ningún caso meter la pata".

"Todavía", recordaba una sindicalista, "se extrañan algunos compañeros de que nuestros maridos nos dejen venir a las reuniones, y se escuchan con mal disimulado paternalismo nuestras argumentaciones".

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