El silencio político de la patronal

"¿A qué grupo político apoyará la CEOE?", se autopreguntó Carlos Ferrer Salat en su discurso. Y se contestó de un modo tan versátil como ambiguo: "nuestro partido es la empresa, que es la fuerza de un país, el origen de la renta de sus habitantes, el motor del cambio y del progreso". Sorprendió a los propios empresarios -más de uno se dirigió a los periodistas para decirles que preguntasen a Ferrer por qué no era más explícito respecto a la política- que el presidente de la patronal circunvalase el tema de las elecciones, cuando éste venía siendo el centro de las intervenciones de los dirigentes empresariales en los últimos tiempos, y cuando había sido el aspecto más resaltable de su intervención en la asamblea de septiembre de la CEOE.No debe extrañar este silencio. La cúpula patronal ya ha expresado a través de sus hombres más característicos su opinión preelectoral y ya ha actuado en consecuencia en los comicios autonómicos de Cataluña y Galicia. No conviene en este momento -23-F por medio- remover los cauces preparados para Andalucía y el montaje de las próximas legislativas. No conviene más algarabía, máxime cuando Felipe González ha expresado su inquietud sobre el creciente intérvencionismo político de la patronal a los mayores financiadores de ésta: los banqueros.

Sin embargo, en el reparto de papeles que se conceden a sí mismos los empresarios, le correspondió a José Antonio Segurado, vicepresidente de CEOE, analizar ayer el momento político en un almuerzo posterior a la asamblea. El pretexto fue una encuesta publicada en la revista Mercado sobre los empresarios y el PSOE, cuyo resumen se puede simplificar en que los empresarios prefieren a Fraga Iribarne como líder, aceptan el triunfo socialista y desconfían del futuro de UCD. Segurado reconoció los dos primeros puntos, "como intuición personal", y matizó como más discutible el hecho de que ya no se confíe en UCD. "Hay que tener en cuenta", dijo Segurado, "que cinco años en el poder desgastan a cualquier partido en Europa Occidental". El vicepresidente afirmó que entendía que los empresarios encuestados contestaban sus opiniones sobre la figura de Felipe González y no sobre el partido socialista, y que el resultado hubiese cambiado si se les hubiera interrogado sobre Alfonso Guerra o si la muestra se hubiera realizado entre pequeños y medianos empresarios.

Le apoyó el catalán Alfredo Molinas, hierático el resto del almuerzo, asegurando que las bases socialistas no han evolucionado al mismo ritmo que sus dirigentes. Lo que se podría decir también de bases y dirigentes empresariales. "No es ningún, secreto", respondió nuevamente Segurado, "que los dirigentes empresariales estamos en unas posiciones más moderadas que las bases empresariales".