La mayoría de las máquinas 'tragaperras' no funcionan reglamentariamente
Más de la mitad de las máquinas recreativas electrónicas que funcionan en España no reúnen las condiciones que establece el Reglamento que controla su uso desde el 3 de abril de 1979. Funcionarios de la Brigada Especial del Juego han observado infracciones del Reglamento en 7.225 de 14.020 máquinas sometidas a chequeo por la Policía. El primer efecto de esta primera redada ha sido el levantamiento de 2.339 actas de infracción, la incautación gubernativa de 36 máquinas y el precintado de otras veintidós.
En el Ministerío del Interior se ha informado que todavía no cabe hablar de sanciones en firme, puesto que aún deben pronunciarse sobre estas irregularidades la Comisión Nacional del Juego, que depende del Ministerio, y las autoridades provinciales en cuyas demarcaciones se han detectado. Las multas pueden ir de las 500.000 a los cinco millones de pesetas, para las infraccíones muy graves; de 100.000 a medio millón, para las graves; y hasta 100.000 para las leves. En base a la gravedad o intencionalidad de la infracción, la autoridad gubernativa puede añadir a las sanciones pecuniarias prohibición de venta o explotación de las máquinas y el cierre del salón recreativo por un período de seis meses.De las 7.225 máquinas irregulares, 3.440 eran del tipo "a", que el Reglamento califica como recreativas, sin premios; 3.753, del "b", es decir, recreativas con premio; y 36 del "c", o de azar. Sumadas las máquinas de los dos últimos grupos se concluye que, al menos de hecho, si no intencionadamente, se ha producido un fraude a los jugadores que, si se extiende al resto del medio millón de máquinas tragaperras que hay en España, puede tener grandes proporciones.
"No son tan gran negocio, pero lo son"
Las previsiones de fabricantes y explotadores de las máquinas tragaperras antes de su autorización, en abril de 1979, no se han cumplido. Pero la opinión dominante es que estas previsiones picaban demasiado alto, porque se especulaba con que tras una prolongada prohibición durante el régimen anterior los españoles se lanzarían en masa a probar suerte. Al año de la legalización no se llegaba a 3.000 pesetas por día y máquina, cuando algunas casas vendedoras habían calculado que podrían obtenerse hasta 10.000.Sin embargo en el último Salón del Automático y de la Industria Recreativa, celebrado a finales del pasado año en Torremolinos, se ofrecieron por encima de seiscientos nuevos modelos. Y se notó un claro predominio de las máquinas del tipo "b"; es decir, de las conocidas como tragaperras.
El Reglamento de 1979 es muy conciso al fijar las condiciones de explotación y uso de estos elementos. Incluso indica que los propietarios y explotadores no podrán jugar ni prestar dinero a los jugadores. Y el decreto-ley del 25 de febrero de 1977 también lo es al recabar para el Estado en régimen de monopolio la fabricación y explotación de las máquinas de azar, lo que vincula de un modo especial a la Administración con el deber de controlar todo lo relativo a estas máquinas. Mientras en otros países se mide ya el nivel de agresividad que despiertan ciertos modelos de nuestro tipo "a" entre la juventud, en España apenas se observa la norma de mantener a los menores alejados del juego.
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