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Murió el pintor británico Ben Nicholson

El pintor británico Beil Nicholson, uno de los grandes del arte abstracto, falleció el pasado 6 de febrero en Londres a los 87 años. Con él desaparece uno de los artistas ingleses más interesantes de nuestro tiempo, protagonista central de muchas de las empresas de la vanguardia británica en la primera mitad del siglo.Hijo de pintores, Nicholson heredó de su padre, cuyas creaciones admiraba, un cierto gusto y sensibilidad para la naturaleza muerta y el paisaje, modos de acercamiento al mundo exterior que conservó a lo largo de toda su trayectoria como camino paralelo a sus propias experiencias constructivistas. Despertó a la modernidad, según tiene confesado, a través del movimiento vorticista, aunque jamás llegó a adoptar sus planteamientos formales. Los primeros pasos en este sentido surgen hacia 1920 y tienen como detonante lo que Nicholson ha visto en sucesivas visitas a París: Braque, Picasso, Cézanne y los primitivos italianos. Las consecuencias si repartirán entre una muy personal versión del cubismo tardío, y unos paisajes y bodegones que dejarán adivinar influencias intuitivas de Cézanne.

De nuevo París, en la década de los treinta, es el marco de referencia obligado donde encontrar los medios para trascender la experiencia cubista. Varios encuentros resultarían significativos: Arp, Calder, Miró, Brancusil y, algo más tarde, Mondrian. A partir de ello, llegamos, en 1933, al punto más abstracto del trabajo de Nicholson, sus construcciones a base de círculos y formas rectangulares. En ello introduce también como problema el relieve, preocupación que comparte con su segunda esposa, la excelente escultora Barbara Hepworth.

Toda esa evolución personal se canaliza a través de grupos que hoy resultan legendarios. Tenemos, en primer lugar, la 785 Society, fundada en 1919 y de la que Nicholson tomaría las riendas siete años más tarde para convertirla, al ritmo de sus propios cambios, en núcleo pionero de la abstracción británica. En el período 1933-1935, Nicholson forma parte a la vez de la Association Abtraction Création, foco de resistencia parisiense frente al surrealismo, y de Unit One, esa especie de De Stijl inglés que abogaba por el sometimiento de todas las áreas de la creación al nuevo estilo.

Junto a los relieves, la obra pictórica de Nicholson responde a una idea base: una composición austera, intuitiva, a través de pianos de color y un dibujo lineal tan simple como preciso, consigue insinuaciones poéticas y espaciales sugerentes. En cierto modo, Nicholson puede recordarnos a Gris: ambos situados en esa aventura que llamamos modernidad y, a pesar de ello, hay algo en el modo de administrar la pintura, un gusto por la elegancia de tonos y gradaciones de color, que nos trae con insistencia el aroma de lo clásico.

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