El año del Papa
El año del Papa, el año en que va a venir el Papa es un poco -qué le vamos a hacer- como el año del cometa, contado por Alvaro Cunqueiro, lo cual que también es éste el año de Cunqueiro, que murió hace ahora un año el más grande prosista castellano/ galalco de los 40/40, y el único que podría haberle explicado al Papa, en latín, la verdadera historia inventada de los Papas.El año de la venida de Wojtyla, sí, se convierte un poco en el año del cometa por la misma condición asteroidal y como milagreante que los Papas se han concedido a sí mismos. Uno, malpensado en cosas de Iglesia, como monacillo que fue, tiende a pensar que la venida del Papa en octubre está calculada para tenernos todo el año en un grito místico. El Vaticano, padre y, maestro, sabe que la fuerza de los Papas está en la inminencia, o sea, lo que tarden en llegar, que es cuando un país más se papaliza y carismatiza, porque luego los Papas, a diferencia de los cometas, apenas dejan estela periodística. Es un desplome celestial, un grupo espiritual de presión terrenal, un alud de ángeles, un tornado de religiosidad que durante largos meses va a capitanear vastas hectáreas emocionales de la vida española. El otro día nos preguntábamos aquí que después de Leopoldo qué. El Papa. Ya está contestado. En el Museo Arqueológico de Sevilla hay unas cuantas estatuas romanas que son otras tantas tectonificaciones del hombre sin atributos, de Musil, pues que alguien -y no el tiempo- se los descolgó a escoplo. Alberto Schommer, un suponer, preguntó por el pequeño detalle que les falta a las estatuas, y se los mostraron, todos reunidos y catalogados, en una caja:
-Parece que en tiempos, cuando el cardenal Segura...
El cardenal Segura, que le cerró a Franco una puerta de la Giralda, puede volver para dejarnos a todos como dioses griego, emperadores romanos y hombres sin atributos, pasados por el escoplo. De momento ya se habla de pedirle amnistías diversas al Papa. Me parece una falta de respeto, de consideración y de fe. Al Papa se le deben pedir milagros, pero no amnistías. A Soledad Becerril, ministra, la han llevado por prirriera vez (parece que ella nunca había ido antes) al teatro Real, y no sabía dónde están normalmente los programas del día, o sea, que pidió uno, y lo tenía delante, y así otros vaciles y pasadas, de modo que, estando en esta postración la cultura y sus ministerios, hay que volver a la religión y sus misterio~s para salvar Lemóniz, conseguir que ETA, cuando menos, le mande los intereses bancarios; al industrial vasco y ganar en And.alucía. Pero la teología andaluza, hoy, se la reparten Suárez/Felipe, más el juicio 23/F que se ha montado Santiago Carrillo, en su propia casa y con un par, dejando el tema claro y la imagen de Ferrer-Salat en bolas. Andrés Amorós (quizá el mayor animador cultural que tenemos hoy en Madrid) ha sacado por televisión un cuento infantil de Joyce, con mi entrañable Rodero, y unos fragmentos de narración lírica de Virginia Woolf, en la presencia mágica y puramente woolfiana de Jeannine Mestre; pero aquí nuestros aduaneros, naïfs de la crítica, señores del fielato naturalista, consumeros del socialrealismo, no entienden de eso y creen que narrar lírico es escribir bonito. No les alcanza para comprender que narrar lírico puede ser no narrar, como a los más papistas que el Papa no les alcanza pára comprender que la mejor manera de homenajear al Papa es no abusar.
Los mismos que un día secuestraron la bandera, ahora quieren secuestrar al Papa antes de que haya venido. No se les alcanza que un Papa es de todos o no es. Habrá que salvar al Papa de los papistas.
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