143 kilos de oro, robados en un taller de joyería de Zaragoza
Ayer se perpetró un atraco en un taller de joyería de Zaragoza, cuyo botín, según los primeros datos facilitados por la policía de la capital aragonesa, es de 143 kilos de oro en lingotes, diversas joyas y 140.000 pesetas en metálico. Teniendo en cuenta la cotización del oro, el valor de lo robado asciende, como mínimo, a 150 millones de pesetas. El atraco es el más importante de los cometidos hasta ahora en esta capital.
El taller, propiedad de Hijos de Simón Franco, está situado en un edificio situado en la calle de Argualas, número 20, en el extrarradio de la ciudad, y posee extraordinarias medidas de seguridad. El hecho se produjo a las 7.45 horas, minutos antes de que la industria iniciara su habitual jornada de trabajo. Cinco individuos, encapuchados y armados con pistolas, encañonaron al encargado de abrir las sucesivas puertas del taller (dos de hierro y otra de grueso cristal) y, penetraron con él en el interior del edifico. Una vez dentro, y tras desconectar el complejo sistema de alarmas, aguardaron la llegada de todos los empleados -una treintena-, a quienes sucesivamente fueron introduciendo en una habitación, donde los retuvieron.Cinco atracadores
Los atracadores (tres hombres jóvenes y, dos de mediana edad) obligaron por la fuerza al encargado del taller a abrir la caja fuerte, que dispone de sistema de apertura retardado, se apoderaron del botín y se dieron a la fuga. Diez minutos después, los empleados lograron liberarse de su encierro y dieron aviso a la policía, que inició las diligencias correspondientes, pero que aún desconoce la identidad de los atracadores y la forma en que huyeron.
El taller de joyería Hijos de Simón Franco está considerado entre los profesionales como uno de los dos más importantes del sector en la provincia. Se dedica al llamado "género de peso", es decir, medallas, pulseras, cadenas y horóscopos, pero no trabaja especialmente la joyería de diseño elaborado.
El importante negocio actual se inició con un pequeño taller que hace treinta años tenía Simón, Franco en la calle de Hernán Cortés, de Zaragoza. Un joyero de la ciudad opinaba que su triunfo, continuado por los herederos, es fruto de un auténtico espíritu de trabajo, constancia y sacrificio, no exento de cierta rigidez.
Pocas horas después de producirse el atraco, los empleados desarrollaron su habitual jornada de trabajo, de 8 a 13 y de 15 a 19 horas, negándose de pleno a dar ninguna información. Tampoco el propietario de la fábrica fue más explícito, no permitió el acceso al taller a ningún representante de los medios de comunicación y justificó sus evasivas en el temor de que cualquier dato pudiera ocasionarle un nuevo robo en su propiedad.
Una zona bastante aislada
La fábrica está un tanto aislada de la ciudad. Enfrente hay un solar urbanizado protegido por una tapia; a la derecha, otra nidustria que trabaja día y noche y en donde nadie, según dijeron, se apercibió de nada extraño. Al otro lado hay viviendas y tiendas -que aún no habían abierto a la hora de producirse los hechos-, pero, al parecer, todos tuvieron la primera noticia del atraco al ver llegar los coches de la policía al lugar de los hechos.
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